The Mandalorian: entre ataques piratas y una búsqueda de redención personal, comenzó la tercera temporada de la serie
Luego de una espera de dos años, en parte amenizada con El libro de Bobba Fett, finalmente llegó este miércoles la tercera temporada de The Mandalorian a Disney+. El carismático personaje interpretado por Pedro Pascal regresó junto a Grogu, en una nueva tanda de episodios que prometen expandir aún más los horizontes de la galaxia creada por George Lucas. Y su primer episodio alcanzó para volver a entusiasmar a los amantes de la Fuerza, a través de una aventura de redención personal.
Salvar el honor
La segunda temporada de The Mandalorian marcó un importante quiebre en su protagonista. Luego de salvar al pequeño Grogu, y antes de decirle adiós, Din Djarin (Pascal) decide quitarse el casco para revelarle su rostro al pequeño. Esa acción representa la falta más grave que pueda cometer un Mandaloriano y, como consecuencia de eso, él siente la necesidad de restituir su honor. El episodio abre con una batalla contra un monstruo que interrumpe un bautismo Mandaloriano, y luego la acción continúa a partir de aquello que sucedió en la miniserie El libro de Boba Fett, en donde Mando y Grogu se reencontraron.
Con la intención de redimir su error y restablecer su pureza como miembro de su clan, Djarin comienza una misión que lo lleva a indagar en las costumbres de su pueblo y a enfrentarse ante el dolor de ser un apátrida. Según el credo de los Mandalorianos, la única forma de restituir su honor es bañándose en las aguas vivientes debajo de las minas Mandalore, el planeta en el que nació la cultura de esa raza de guerreros. Con ese objetivo, Djarin visita a uno de sus viejos aliados, Greeg Karga (Carl Weathers), quien ahora ocupa un cargo de jerarquía y busca hacer de Nevarro, un planeta confiable y una fuerza comercial independiente. Pero en el transcurso de esa visita, el protagonista se enfrenta a unos piratas espaciales, con los que establecerá una peligrosa rivalidad.
Más adelante, Djarin se encuentra con Bo-Katan (Katee Sackhoff), pero ella le asegura que Mandalore fue arrasado y que la búsqueda de esas aguas es absurda. Pero él descree de esa versión, y sigue adelante un viaje con destino incierto. De ese modo, el primer episodio de la tercera temporada llega a su cierre, con una historia que introduce al personaje dentro de una nueva misión que enriquece la saga oculta detrás del fascinante culto que conforman los Mandalorianos.
Mando y una nueva etapa
Sin lugar a dudas, el aspecto más interesante en este comienzo de temporada es el cambio de status quo que presenta la historia. Grogu ya no es más una suerte de paquete que Mando lleva y trae, y la posibilidad de dejarlo en mejores manos, ya forma parte del pasado. Luego que el “baby yoda” eligiera el camino de los Mandalorianos por sobre un entrenamiento bajo las órdenes de Luke Skywalker, la unión entre él y Djarin es definitiva. Ambos personajes ya no entienden su vínculo como una casualidad, sino que ahora se eligen y conforman un equipo que trabaja en conjunto. Y aunque Mando lo protege y lo cuida como a un bebé, Grogu se revela como un poderoso guerrero en el uso de la Fuerza.
Este cambio de roles le permitirá a los televidentes descubrir una nueva cara (nunca mejor dicho) del enigmático Djarin, quien a pesar de llevar el timón del relato, sigue siendo un misterio en muchos aspectos. La misión del Mandaloriano, un volver a sus raíces para reconectarse con el folclore de su raza, es la promesa de profundizar en el pasado de este antihéroe, y también de su pueblo. Y en ese sentido, una vez más son los nombres de David Filoni y Jon Favreau los que surgen como responsables de esta exitosa etapa dentro del universo Star Wars.
Filoni y Favreau, los monstruos sagrados
Cuando Disney le compró a George Lucas la propiedad intelectual de Star Wars, la empresa no tardó demasiado en poner en marcha una generosa cantidad de proyectos, con la producción de una nueva trilogía como principal estandarte. Pero por lo bajo, y quizá con menos promoción que esas películas, se encontraba The Mandalorian, la primera serie de acción real ambientada en ese universo. La idea había sido concebida por Jon Favreau, que unía fuerzas con un guionista muy familiarizado con esa franquicia, Dave Filoni (director de La guerra de los clones). Y al público le bastó el primer capítulo de esa ficción, estrenado en noviembre de 2019, para comprobar que el espíritu de Star Wars según lo entendía George Lucas, estaba en las mejores manos posibles.
A lo largo de dos temporadas, Favreu y Filoni construyeron un relato que le rinde tributo a la línea clásica de Star Wars, con antihéroes carismáticos, villanos despreciables, una fuerte influencia pulp con ecos del western spaguetti, y una puesta en escena que se aleja del exceso de la pantalla verde (que la hay, desde luego), para presentar criaturas y escenarios elaborados de forma más artesanal. De esa manera, esta es una serie que vuelve a las raíces en forma y contenido, con planos de abrumadores paisajes desérticos y desolados pueblos a merced de forajidos y cazarrecompensas.
A lo largo de los 17 episodios estrenados, ambos guionistas nunca perdieron de vista el eje de su relato ni se dejaron llevar por tramas grandilocuentes, sino que siempre apostaron por la relación entre Grogu y Djarin como el principal gancho de la trama. Porque ellos lo saben: más que por las naves espaciales y las grandes batallas, la primera película de La guerra de las galaxias entusiasmó por la pureza de su relato, y ese amor por el género de aventuras. Filoni y Favreau siguen ese patrón, y así lo demuestran en el nuevo episodio de The Mandalorian, una de las mejores ficciones no solo de Star Wars, sino de la televisión actual.