The White Lotus: una aguda excursión turística por las miserias de los ricos y famosos
The White Lotus (Estados Unidos, 2021). Creador: Mike White. Elenco: Murray Bartlett, Connie Britton, Jennifer Coolidge, Jack Lacy, Alexandra Daddario, Fred Hechinger, Sidney Sweeney, Brittany O’Grady, Steve Zahn, Natasha Rothwell. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: muy buena
En Beatriz at Dinner (Miguel Arteta, 2017, se puede conseguir en Google Play), Mike White ya había diagnosticado con un notable sentido de la oportunidad cómo sería el Estados Unidos de la era Trump: la película -cuyo guion le pertenece- sintetizaba en una cena recargada de tensiones las miserias de esa América redneck que vio - y sigue viendo. Salma Hayek interpreta a una noble terapeuta holística que es el epicentro del bullying de un grupo de ricachones que no tiene ningún empacho en decir en voz alta cómo se amasa una fortuna: las vías de acceso más usuales son las trampas, la corrupción, la explotación indiscriminada de los recursos humanos y la codicia indomable.
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El film se estrenó antes de que Trump llegara al poder -parte de su valor radica entonces en su carácter anticipatorio- y fue sin dudas el prolegómeno necesario para The White Lotus, exitosa serie de apenas seis capítulos –tiene confirmada una segunda temporada– cuyo tema más relevante es claramente el dinero.
The White Lotus es el nombre del lujoso resort hawaiano al que llega un contingente de turistas muy particular: adultos con mucha plata en los bolsillos y montones de inseguridades a cuestas que llegan hasta ahí con el objetivo lógico de descansar y entretenerse, pero terminan envueltos en una trama muy engorrosa que incluye un sorpresivo asesinato en un episodio confuso y desafortunado. El primer capítulo nos adelanta algo sobre el crimen a través de un personaje clave, el malcriado Shane (Jack Lacy), que transforma su luna de miel en un calvario con su irremediable obsesión por el control y el poder. Pero la resolución de esa intriga, que se materializa en el último capítulo de manera torpe y atolondrada, no es ni por asomo lo más sustancioso en esta ácida ficción, que en verdad pone el foco en otros temas: el racismo, los privilegios -y los abusos asociados con ellos-, el consentimiento y la hipocresía, en muchos casos presentando diferentes puntos de vista sobre algunos de esos tópicos (las discusiones sobre el bienvenido auge de las diversidades, por caso) con una agudeza y un atrevimiento poco frecuentes.
White (también guionista de la divertidísima Escuela de rock y de series como Dawson Creek y Freaks and Geeks) carcome algunos cimientos de la corrección política con audacia e inteligencia: formula interrogantes profundos sin despreciar las convicciones de las nuevas generaciones, representadas aquí por un par de jovencitas pedantes que miran por encima del hombro cualquier manifestación de los adultos con los que se crucen (se luce especialmente Sidney Sweeney, la maltratada Cassie Howard de Euphoria, como una estudiante esnob experta en maquinaciones).
Y, sobre todo, esconde debajo de la superficie de la comedia provocativa otro pronóstico oscuro: ninguna de las crisis que sufren los personajes, ni siquiera la de esa mujer solitaria y agobiada por la muerte de su madre que encuentra un poco de paz en un amor furtivo (un trabajo también muy sólido de Jennifer Coolidge) se resuelven por completo, todo en sus vidas parece tan frágil como se siente habitualmente en una sociedad dominada por el culto la riqueza, esa zanahoria tan apetecida que suele transformar a sus adoradores, tan ensimismados en sus roles de amos, en involuntarios esclavos.