Tina Turner: la “reina del ácido” que se reconvirtió en la gran década del pop en la más sensual de las cantantes
En 2019, cuatro años antes de morir, Tina Turner llevaba ya una década lejos de los escenarios y los estudios cuando decidió recibir en su mansión en Küsnacht, Suiza, a una corresponsal del New York Times. En lo que fue su primera aparición pública en mucho tiempo, la cantante que murió este miércoles a los 83 años concedió una extensa entrevista, y uno de sus textuales referido al motivo de su retiro se volvió un título que circuló a lo largo y ancho del planeta: “Simplemente me cansé de cantar y de tener que hacer feliz a todo el mundo todo el tiempo. Me pasé la vida haciendo eso”. La frase no faltaba a la verdad: a lo largo de cincuenta años, Turner tuvo una vida en la que convivieron la grandeza profesional con momentos de hondo sufrimiento en lo personal, picos de popularidad con su posterior descenso. Y en cada una de esas ocasiones, ella se encargó de darlo todo de sí, porque no conocía otra manera de hacer las cosas.
Nacida como Anna Mae Bullock el 26 de noviembre de 1939, Turner y su hermana comenzaron a recorrer la zona de boliches nocturnos en St Louis cuando la cantante era poco más que una adolescente. Ahí conoció a Ike Turner y se generó una suerte de magnetismo mutuo que devino en que ella se incorporase como cantante en su banda en un rol secundario. El giro del destino llegó en 1960: Ike compuso “A Fool in Love” una canción que debía ser grabada por el vocalista Art Lassiter, que nunca llegó al estudio. Tina insistió con grabar el tema aunque más no fuera para dejar el registro como un demo, hasta que un ejecutivo discográfico escuchó el resultado final y convenció a ambos de que la estrella era ella y no él.
Después de cosechar algunos hits que comenzaban a trepar en los charts de R&B, Ike y Tina convirtieron sus presentaciones en vivo en una suerte de revista teatral y musical que giraba por el país y le disputaba las ventas de entradas a James Brown. La gira permitió aceitar también la dinámica de la dupla -ya convertida en pareja- sobre las tablas: mientras Ike permanecía en el fondo como un director de orquesta detallista y riguroso, Tina iba al frente a desplegar su histrionismo vocal y escénico. Ya de la mano de Phil Spector, la dupla tuvo su gran hit con “River Deep - Mountain High”, en 1966, y el éxito fue tan grande que fueron teloneros de los Rolling Stones a los pocos meses. Al año siguiente, Tina fue además la primera mujer (y también la primera mujer afroamericana) en aparecer en la portada de Rolling Stone.
Dispuestos a cruzar el mundo del soul y el R&B con el del rock, Ike & Tina hicieron propias sus versiones de “Come Together” y “Get Back”, de The Beatles; “Honky Tonk Woman”, de los Rolling Stones y “Proud Mary”, de Creedence Clearwater Revival, a lo que se le sumó su participación en la ópera rock Tommy, de The Who, interpretando la canción “The Acid Queen”. Pero mientras mayor era el éxito, más sufría Turner a la persona que tenía a su lado. Con el matrimonio ya en crisis por la creciente adicción a la cocaína de Ike, Tina se animó a contarle al mundo los años de violencia física y maltrato que había sufrido de parte de su marido por más de una década. El proceso de divorcio fue largo y con varios vaivenes legales, hasta que Tina decidió aceptar las condiciones menos favorables posibles para poder cortar todo tipo de vínculo.
A finales de los setenta, Turner comenzó su carrera solista agobiada por deudas e intentando adaptarse a los por entonces nuevos sonidos sin poder hacer de eso un éxito. De a poco y de la mano de amigos como Rod Stewart y The Rolling Stones, Tina comenzó a aparecer de nuevo en grandes escenarios y shows televisivos, pero el reingreso a la masividad todavía parecía esquivo, hasta que en 1983 ocurrió lo impensado. Una versión del clásico de Al Green, “Let’s Stay Together”, escaló en los charts en varios países de Europa y comenzó su lento pero demorado camino al estatus de estrella global. A partir de la difusión del simple, el sello Capitol Records no dudó en contratarla para lo que sería su gran regreso: Private Dancer, un álbum atrapante ya desde su portada, con la cantante en la piel de un símbolo sexual.
El siguiente single del disco, “What’s Love Got to Do with It”, no hizo más que empujar su ascenso: después de una gira como acto de apertura de Lionel Richie, Turner grabó junto a David Bowie un cover de Iggy Pop que también rindió sus frutos en los charts. Como ratificación de todo este proceso, al año siguiente Tina se volvió a casa con tres estatuillas de los premios Grammy, incluida la de Grabación del año. Al mismo tiempo, volvió a tener un paso por la pantalla grande, ya no como una figura invitada, sino compartiendo el protagonismo con Mel Gibson en el film post apocalíptico Mad Max Beyond Thunderdome, una película para la que además grabó dos canciones: “We Don’t Need Another Hero (Thunderdome)” y “One of the Living”. En ese mismo año, volvió a aparecer en escena Mick Jagger, esta vez para que ambos cantasen juntos en el festival solidario Live Aid, en 1985, con una performance que fue recordada porque el líder stone le arrancó la pollera durante su presentación.
Después de una gira de estadios compartida con Eric Clapton, Turner publicó su autobiografía, Yo, Tina, que algunos años después sería llevada a la pantalla grande para la biopic What’s Love Got to Do With It. En enero de 1988, la cantante hizo su primera y única gira por Latinoamérica, que le permitió un ingreso al libro Guinness de los Récords tras convocar a ciento ochenta mil espectadores en el estadio Maracaná, en la semana siguiente a su único show en la Argentina, el 3 de enero de ese año en el Monumental. De a poco, Turner comenzó a bajar el ritmo de su exposición pública después de años de estar en el ojo de la tormenta mediática tanto por su presente artístico como por su pasado sentimental.
En 1995, Turner tuvo su certificación definitiva de diva cuando fue invitada a interpretar la canción principal de la por entonces inminente nueva película de James Bond. De la mano de Bono y The Edge, la cantante ingresó al estudio por primera vez en años para grabar “GoldenEye”, y el éxito del tema la llevó a encarar una nueva gira global de la mano de su siguiente disco, Wildest Dreams. Como parte de esa expansión, en 1997 realizó una colaboración inesperada con el cantante melódico italiano Eros Ramazzotti, con quien grabó a dúo el tema “Las cosas de la vida”, y así fue como Turner despidió el siglo con una nueva gira, The Twenty Four Seven Tour, que fue un éxito en taquillas en 2000.
Con el cambio de milenio, Turner comenzó de a poco a apagar su propia luz. Con el lanzamiento de un compilado en 2004 como único hito, Tina reapareció públicamente en 2008 en la ceremonia de los Grammy, donde interpretó “Proud Mary” junto a Beyoncé. Ese mismo año se embarcó en una gira celebratoria por sus cincuenta años de carrera sin anunciar que sería la última: el 5 de mayo de 2009, Tina Turner dio su último concierto por su cuenta en el Sheffield Arena de Inglaterra.
Después de años de misterio, en 2016 Turner anunció que había pasado mucho tiempo preparando un musical autobiográfico que vería la luz en breve, y cumplió: Tina estrenó en Londres en 2018 y luego desembarcó en Broadway al año siguiente. Luego de publicar su segundo libro de memorias, My Love Story, Turner volvió a ingresar a un estudio discográfico en 2020 para colaborar con el productor noruego Kygo en un remix de “What’s Love Got to Do with It”. Ese mismo año, la cantante publicó su tercer libro, esta vez en plan de autoayuda: Happiness Becomes You: A Guide to Changing Your Life for Good (“La felicidad se convierte en vos: una guía para cambiar tu vida para siempre”, en español).
En un acto de desapego con su pasado, en octubre de 20221 Turner vendió la titularidad de su catálogo compositivo por cincuenta millones de dólares. Su reclusión era ya definitiva: después de la muerte de su hijo Craig en un aparente suicidio, en 2018, la cantante había evitado ya todo tipo de aparición pública. Cuatro años más tarde sufrió un embate similar cuando su hijo más joven, Ronnie, falleció por complicaciones derivadas de un cáncer de colon. De a poco y a través de sus libros, el mundo conoció también las desgracias a las que había tenido que ponerle el cuerpo. Así se supo que en 2013 sufrió un infarto que la obligó a tener que aprender a caminar de nuevo, que fue diagnosticada con un cáncer intestinal en 2016 y que un problema de hipertensión le generó un daño en sus riñones.
Un mes antes de morir, Turner dio su última entrevista al diario inglés The Guardian. Ante una suerte de cuestionario Proust con preguntas fijas y preestablecidas, la cantante parecía haber demostrado ya estar en paz consigo misma. “Quería la fama y la alcancé, ahora disfruto el anonimato en mi retiro”, dijo en uno de los pasajes. Al ser interrogada sobre qué la atemorizaba sobre envejecer, su respuesta fue determinante: “Nada. Esta es la aventura completa de la vida y la abrazo y acepto cada día con lo que trae”.