Los Tinelli: revelaciones y conflictos del hombre que decidió borrar los límites entre lo público y lo privado

Los Tinelli: revelaciones y conflictos del hombre que decidió borrar los límites entre lo público y lo privado
Los Tinelli: revelaciones y conflictos del hombre que decidió borrar los límites entre lo público y lo privado - Créditos: @Instagram

La televisión de estos tiempos nos ha acostumbrado a que todo es un “reality show”. Por algún motivo que no se entiende muy bien, parece ser que hoy los certámenes de talentos son reality shows, los programas de cocina son reality shows, los magazines de la tarde son reality shows, e incluso los noticieros (especialmente los noticieros) son reality shows. A partir de esta premisa, que a esta altura ya es más una confesión de partes, o más bien sincericidio: se podría inferir que si todo en la televisión es un reality show, entonces en realidad nada lo es. Por ende, y acá llega el quid de la cuestión: hoy, ¿qué es un reality show?

Para ensayar una posible respuesta, que por lo visto es más compleja de lo que parece, conviene darse una vuelta por Los Tinelli, la serie (para no repetir “reality show”) de ocho episodios que acaba de lanzar Prime Video para toda Latinoamérica. En ella, por si hace falta aclaración, el espectador puede fisgonear un rato en la intimidad del hombre del espectáculo más popular de la Argentina, de sus hijos, y de sus afectos más cercanos .

Claro, más de uno se podrá preguntar con genuina curiosidad: ¿Y qué puede tener de interesante o nuevo la vida de Marcelo Tinelli? Hay que decir -y él mismo lo reconoce a cámara-, que a lo largo de cuarenta años de carrera, cada acontecimiento de su vida ha sido de estado público. Desde que su trabajo en Badía y Cía. y, posteriormente, su salto a la masividad con VideoMatch, le dieran un espaldarazo de fama inusitado, el conductor nacido en Bolívar decidió conscientemente borrar los límites entre lo público y lo privado . Un camino al que se ha entregado, arrastrando con él a sus parejas, a sus hijos, y a sus favorecedores.

Sin embargo, a medida que se avanza en la primera temporada de esta serie, comienzan aparecer detalles que marcan la diferencia, y que no por sabidos resultan menos atractivos. Se profundizan unas cuantas historias conocidas, y aparecen otras de las que no se ha hablado tanto . Entre las primeras está su competitividad, la trastienda de sus programas o los pormenores de la enfermedad de su primera mujer, Soledad Aquino, que en 2021 debió ser sometida a un trasplante de hígado. Entre las segundas, aparece un Marcelo en primera persona hablando de la pérdida de su primer hijo -que se iba a llamar Santiago-, a los ocho meses de embarazo; también están sus inseguridades como jefe de clan, o la relación con un padre que amó a pesar de que algunas veces fuera violento con él. También, las confesiones se extienden al resto, revelando situaciones como los más de diez años en que sus hijos tuvieron que moverse con custodia permanente por miedo a que fueran secuestradas.

Entre reflexiones, mucho humor, situaciones de emoción genuina junto a otras de dudosa procedencia, la pantalla devuelve una imagen del conductor que es, y a la vez no es, parecida a la conocida durante tantos años. Porque, al igual que queda claro que la mente de Tinelli es compleja, contradictoria y terca; es lógico que un “reality” que la expone, también lo sea.

El ADN Tinelli

Lo primero que llama la atención de Los Tinelli (para bien), es que el producto está impregnado por el aura de su protagonista, su obsesión y su conocimiento del medio. La propuesta es distendida, simpática, por momentos banal, y estrictamente familiar; pero su ejecución tiene una precisión narrativa, que funciona como un reloj . El guion, la dirección, la estética elegida, la edición, los testimonios, todo se conjuga de manera orgánica, sin tiempos muertos y en pos, ya no tanto del reality, sino más bien del show.

Los Tinelli: Micaela, Luciano
Los Tinelli: Micaela, Luciano "El Tirri", Marcelo, Juana y Candelaria Tinelli - Créditos: @Amazon Prime Video

Los Tinelli abarca dos encuentros familiares -uno en la casa de Punta del Este, otro en Luján de Cuyo-, y está estructurado en torno a tres ejes: la vida de las hijas de Marcelo, Micaela, Juana y Candelaria, con especial atención en el casamiento de esta última con el músico Coti Sorokin; la incorporación al esquema familiar de su nueva novia, Milett Figueroa; y sus puntos de vista sobre la vida y la familia, siempre secundado por su primo y “hermano”, Luciano “El Tirri” Giugno. Lo dicho, nada que no se sepa, pero salpimentado por un atractivo lado B que le aporta una nueva dimensión a lo ya conocido.

Así, con el correr de los episodios, cada personaje se irá acomodando en la estructura familiar. Mica con su sentido maternal y su obsesión con lo intangible, Cande como quien más y mejor le pone los puntos a su padre; Juana, la que puede ser lapidaria sin perder la sonrisa; e incluso Lolo, el más chico, de participación acotada pero ocurrente e indispensable para mostrar esa faceta de padre y “abuelo” de Tinelli.

Por otra parte, de la mano de El Tirri, en los primeros capítulos aparecerá su novia, Mimi Alvarado, tan desbordante y poco interesante, como acostumbra ser en su tránsito televisivo. Quizás por eso, y porque no encaja para nada en el relato que se intenta construir, de un capítulo para otro no se vuelve a saber de ella. También está Milett, claro, el nuevo amor de Tinelli que, contra todo pronóstico, adquiere a lo largo del show un impensado protagonismo .

Tinelli junto a su pareja, Milett Figueroa
Tinelli junto a su pareja, Milett Figueroa

El romance entre la peruana y Marcelo Tinelli nació en la pista del Bailando 2023. Él la había elegido en persona para que se sumara al elenco de la que, hasta hoy, es la última edición del programa. Emisión tras emisión, y con las cámaras de la serie de Prime Video como voluntarios testigos, la pareja se fue afianzando ante miles de ojos que seguían el culebrón desde sus hogares. Los Tinelli ofrece una continuación a aquella historia sin final: la primera convivencia entre las hijas del astro y “la novia de papá” .

Nuevamente brilla el equipo de guionistas, que se las arregla para desarrollar como subhistoria, una sucesión de alternativas dignas de una telenovela, con llanto, enojos, indiferencia y bastante virulencia. Las tres mujeres de la familia pasan por diferentes estados, cada una con su estilo. La mayor cuestionará con razón que el nuevo amor de su padre es más joven que ella, la siguiente optará por la indiferencia, y la tercera se horrorizará con esa necesidad de “chapar” que tienen, todo el tiempo y delante de todos. En este último caso, la edición le dará la razón.

En la vereda de enfrente, la actriz y modelo limeña devolverá gentilezas desde lejos, tomando distancia del conflicto, con “cara de yo no fui”. Las sucesivas entrevistas se encargarán de reafirmar una intriga en torno a la aceptación o no, que se mantendrá latente a lo largo de toda esta primera temporada.

Es evidente en Los Tinelli, la influencia de la serie mexicana De viaje con los Derbez, un éxito de la misma plataforma que va por la cuarta temporada. Sin embargo, a diferencia de esta, la propuesta en torno al conductor argentino es más prolija en su narrativa y estética, con momentos que van de la risa a las lágrimas, acercándola más a una docuficción, que a una sucesión de imágenes casuales captadas con smartphones para registrar un momento cualquiera.

Hace tiempo que desde distintos foros, se le pide a Marcelo Tinelli una renovación; algunas veces con razón, muchas otras no. Este flamante proyecto es la muestra de un nuevo camino a transitar, con el astro colocándose nuevamente en el centro de la escena, dispuesto a resistir lo que venga, sea elogio o crítica. Rasgo de personalidad que aparece bien marcada en Los Tinelli y que, con sus más y sus menos, lo ha colocado en un sitial privilegiado, que es, y siempre será, hacer rafting en el ojo de la tormenta. Un precio que él está dispuesto a pagar y, por lo visto, su familia también.