Tocar el techo de la península ibérica: "Llegamos si vamos todos juntos"

Granada (España), 10 ago (EFE).- La expedición de jóvenes iberoamericanos Vuelta al Mundo "tocó el techo" de la península ibérica, el Pico Mulhacén con 3479 metros, en una subida marcada por la dureza del camino pero sobre todo por el buen ánimo y la ayuda constante entre los integrantes del grupo.

El proyecto, que hoy llegó al punto más duro del trayecto que arrancaron el pasado 21 de julio en la capital española, está financiado por la Agencia Española de Cooperación Internacional y finaliza el próximo 13 de agosto.

Se trata de un viaje por España y Portugal para homenajear a los marinos Fernando de Magallanes y Juan Sebastián Elcano en el quinto centenario de la primera circunnavegación del mundo (1519-1521), liderada por estos.

Los jóvenes venidos de 12 países iberoamericanos ascendieron a esta icónica montaña de la provincia de Granada (sur de España) en dos etapas para que el esfuerzo fuera asumible para el mayor número posible de expedicionarios.

De los 36 originales, ocho tomaron la decisión de no realizar el ascenso por algunas lesiones leves pero molestas que acarrean desde que comenzara la aventura y cinco se quedaron en el refugio donde pasaron la noche.

Un cansancio que se hizo palpable tanto en la primera como en la segunda etapa, pero que no impidió a estos jóvenes culminar el objetivo.

Durante la noche de descanso en el refugio de Poqueira, el equipo médico que acompaña a la expedición tuvo que prestar especial atención a las ampollas en los pies, alguna torcedura y también algún ánimo extra.

Lorena, expedicionaria española, llegó exhausta pero feliz al final de la primera jornada, donde fue recibida por los abrazos de sus compañeros.

"Cansada, emocionada, pero súper contenta", resumía esta joven navarra (norte de España), quien pensaba que no lograría ascender los cerca de 2.500 metros de altitud que superaron hasta llegar al refugio.

JUNTOS PODEMOS CON TODO

El espíritu de compañerismo que se ha forjado desde el comienzo del proyecto entre los participantes y también con la organización hizo que la ascensión fuese más llevadera y estuviera llena de emociones.

Lorena, que finalmente no pudo llegar a la cima, estuvo presente a través de sus compañeros, especialmente en el recuerdo de Urko, quien portaba una pulsera en su honor y gritó su nombre nada más tocar la cima.

"Fue un cúmulo de muchas emociones, subí por mí y por todos mis compañeros, lo primero fue por todas las personas que no pudieron llegar a la cima y quise remarcar su presencia porque subimos gracias a ellos también", dijo este joven español a EFE.

Pese a que los expedicionarios apenas pudieron estar un par de minutos en la cima por la llegada de una tormenta de aguanieve, fue suficiente para que se llevaran un día para el recuerdo.

Para la costarricense Daniela fue un reto logrado: "me estaba afectando mucho la altura en la respiración, pero al final sí lo pude hacer, había subido montañas más altas pero con mi familia, esta vez fue distinto, un logro".

De las dos jornadas, lo que más le gustó a Daniela fue el "compañerismo" que se cuajó entre los expedicionarios.

"Entre todos me ayudaron, me llevaron de la mano y el bolso, nos dábamos comida y agua, fue muy bonito", contó a EFE.

Un espíritu que traspasó la alegría de los participantes y llegó a los organizadores que acompañaban al grupo.

"A quién no le va a gustar estar en una aventura como esta, donde, a pesar de lo maravilloso del viaje, la gente sin duda lo mejor", resumió Laura, la enfermera de la expedición.

Y es que la arenga del director del proyecto, Jesús Luna, el primer día de ascensión, sirvió como aliciente para llegar hasta los casi 3500 metros del Mulhacén.

"Podéis hacerlo, tenéis capacidad, lo vais a descubrir hoy, va a ser una experiencia que no olvidareis", dijo como un presagio sin saber que finalmente se cumpliría.

Macarena Soto

(c) Agencia EFE