En el top 10 de Netflix: Mi querida niña, una miniserie policial con grandes actuaciones y un misterio más interesante que su resolución
Mi querida niña (Liebes Kind, Alemania/2023). Creadora: Isabel Kleefeld. Elenco: Naila Schuberth, Kim Riedle, Julika Jenkins, Justus von Dohnányi, Hans Löw, Haley Louise Jones. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: buena.
Una de las formas más tradicionales de las historias de suspenso es la de tener un narrador subjetivo o poco fiable que acompañe a los espectadores en el desarrollo del relato de tal manera de que en lugar de obtener respuestas, con cada nuevo detalle se agreguen más incógnitas al cuento. En el caso de Mi querida niña, la miniserie alemana de seis episodios disponible en Netflix que desde hace unos días se ubica entre las más vistas del público local, ese rol lo ocupa una niña de 12 años, personaje central del misterio que la involucra a ella, a su madre y a su pequeño hermano. Desde el comienzo Hannah, la nena, cuenta lo que sabe o más bien lo que cree saber de su vida familiar. Las imágenes rápidamente desmienten la armonía que ella describe. La madre y los dos chicos viven encerrados en una casa tapiada y organizada por las muchas reglas creadas e implementadas por el padre, una figura misteriosa y violenta a la que todos parecen temer.
Para cualquier espectador acostumbrado a los relatos de suspenso, la puesta en escena resulta fácilmente reconocible: se trata de un caso de secuestro que lleva varios años en marcha. Sin embargo, cuando la mujer aparece corriendo desesperada por el bosque y es atropellada por un coche, la ficción toma un camino inesperado. Si al menos dos de las cautivas escaparon del encierro y su secuestrador yace en un charco de su propia sangre, las diferentes avenidas del relato resultan menos predecibles de lo que parecía en un principio.
La miniserie, basada en la novela de la escritora Romy Hausmann, desafía las expectativas del género, al menos en sus primeros episodios, que con tensión siempre sostenida empieza a revelar retazos de lo que sucedió. La mujer atropellada coincide con la descripción de Lena, una mujer secuestrada 13 años atrás a la que sus padres y el detective asignado a su caso nunca dejaron de buscar. El guion se encarga de enfatizar que a los tres los años sin pistas ni respuestas sobre el paradero de Lena les pasaron factura y sus actitudes entre resguardadas e intensas despiertan las sospechas de la joven policía asignada al peculiar caso en el que su única testigo es una niña que solo conoce el mundo que su captor creó para ella. Isabel Kleefeld, creadora de la miniserie además de su guionista principal, utiliza flashbacks y la fragmentada memoria de la mencionada narradora para construir un clima opresivo en el que todos los personajes parecen tener alguna culpa o estar ocultando lo que saben.
Esas incertidumbres y detalles dudosos pintan un cuadro que logra atrapar a los espectadores, aunque lo más destacable de la ficción sean las actuaciones de sus protagonistas. En primer lugar aparece Naila Schuberth, la pequeña actriz a la que le toca la difícil tarea de aportar el punto de vista de Hannah, la niña de mirada profunda que evoca secretos, inocencia y al mismo tiempo retratar el profundo daño emocional y psicológico con el que aprendió a convivir. Del lado de los adultos, la actriz Kim Riedle le aporta matices y profundidad a su personaje que es mucho más que la víctima de una tragedia inimaginable. E igual fuerza aportan Julika Jenkins y Justus von Dohnányi como los afligidos padres de Lena, que llevan años intentando procesar el dolor y cuya herida volverá a abrirse con la aparición de la mujer atropellada.
En las series policiales el retrato de los involucrados directamente en el crimen es fundamental pero igual de importante es el de quienes llevan adelante la investigación y suelen ser los héroes al final del cuento. Aquí esos roles aparecen un poco desdibujados, demasiado simples. En el caso del detective Bühling (Hans Löw), el peso del fracaso de no haber podido resolver el misterio de la desaparición de Lena, a la que conocía como la hija de sus vecinos, resulta evidente en sus modos abatidos y su constante consumo de antidepresivos, un trazo grueso que también se aplica a su eventual compañera de investigación Aida Kurt (Haley Louise Jones), un personaje interesante cuya presencia escénica pierde peso hacia la segunda mitad de la trama.
Como suele pasar con este tipo de relatos, la construcción del misterio, la intriga y la tensión de los primeros episodios hacen esperar una resolución igual de contundente que rara vez llega a cumplirse. Casi por definición de género, toda conclusión y respuesta a las incógnitas que definen a la historia resultarán decepcionantes cuando por fin sean reveladas y en ese sentido Mi querida niña no es la excepción. Así como en principio el pausado desarrollo de la trama atrapa, hacia el final su conclusión resulta desequilibrada y demasiado acelerada.