Las tortugas marinas de Puerto Escondido: el reto de repoblar el océano y cómo apoyar el esfuerzo
Las playas mexicanas son sitios importantes de anidación para las tortugas marinas que, año con año, llegan para depositar sus huevos en la arena y volver al mar.
En Puerto Escondido, Oaxaca, el campamento tortuguero Palmarito atiende la llegada de tres especies de estos ejemplares para reducir las amenazas que enfrentan, entre ellas la contaminación lumínica, el saqueo de huevos y la presencia de fauna doméstica como perros.
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Alison Raymundo, bióloga local y líder del campamento tortuguero Palmarito en Oaxaca, describió que este sitio de conservación de tortugas marinas se encuentra a 10 minutos de Puerto Escondido, ubicado en una de las playas de anidación, y cuenta con 21 kilómetros de extensión.
Alison explica a Animal MX que la playa inicia justo enfrente del Aeropuerto Internacional de Puerto Escondido, haciéndolo un sitio que se encuentra muy cerca de la esa ciudad.
En 19 años, el trabajo de la bióloga y las juventudes voluntarias que acuden al campamento lograron liberar a más de 500 mil crías de tres especies de tortugas que llegan a anidar en la playa.
Las tres especies de tortugas marinas que llegan que el campamento tortuguero Palmarito tiene registradas son la tortuga golfina (Lepidochelys olivacea), la tortuga prieta (Chelonia agassizii) y la tortuga laúd (Dermochelys coriacea), esta última catalogada en Peligro de Extinción (P) por la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010.
La bióloga señala que la playa en que se encuentra el campamento tortuguero Palmarito está reconocida como un sitio prioritario para la conservación de esta la tortuga laúd.
“Aquí registramos entre 50 y 100 anidaciones cada año. En las playas donde es más abundante pueden registrar entre 100 a 400 anidaciones, pero estos números son realmente bajos porque al tratarse de la tortuga golfina, pueden registrarse hasta 2 millones de anidaciones en un año, eso es para dar una referencia de porque estos números son bajos”, explica Alison Raymundo.
México un sitio importante de anidación
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) señala que a México llegan siete de las ocho especies reconocidas en el mundo y que anidan en nuestras playas, tanto en las del Pacífico como en las del Golfo de México y El Caribe.
En un comunicado, la procuraduría señala que todas las especies de tortugas marinas de México tienen categoría de riesgo “en Peligro de extinción” (P) por la Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010.
Aunado a ello, se ha registrado un declive drástico de las poblaciones de tortuga laúd del Pacífico y la Carey del Caribe. Por este motivo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) las clasifica en Peligro crítico de extinción.
Las siete especies de tortugas marinas que llegan a las playas mexicanas son: tortuga Caguama (Caretta caretta), tortuga Carey del Pacífico (Eretmochelys imbricata); tortuga Verde (Chelonia mydas), tortuga Golfina (Lepidochelys olivacea), tortuga Lora o Kempi (Lepidochelys kempii), tortuga Prieta (Chelonia agassizii), tortuga Laúd (Dermochelys coriacea).
Monitorear las anidaciones para conocer la tendencia
Acerca de esto, Alison Raymundo asegura que pese a las amenazas en el hábitat como la contaminación lumínica ante el acelerado desarrollo de la zona, las tortugas continúan llegando a la costa para anidar.
Además de los recorridos que realiza el campamento tortuguero Palmarito para proteger los huevos de las tortugas marinas, también monitorean la tendencia de las anidaciones para conocer qué sucede con las poblaciones de estos ejemplares que llegan a anidar. Esto les permite analizar si las anidaciones aumentan o disminuyen.
“Esos son indicadores que, a nivel global, nos permiten conocer qué está pasando con las tortugas marinas. Si nuestro esfuerzo de protección está teniendo resultados o no. Si las poblaciones están aumentando es un indicador de que estamos teniendo buenos resultados. Pero si están disminuyendo, es un indicador de qué nos hace falta hacer para mejorar”, explica la bióloga.
Ante esto, los campamentos tortugueros dedicados a la conservación tienen como estrategia principal para proteger los huevos de las tortugas el reubicar los huevos a viveros de incubación. Estos sitios son espacios cercados en la misma playa donde simulan los nidos de las tortugas en la arena.
“Ahí incubamos nuevamente los huevos y esperamos 45 días a que nazcan las tortuguitas. Durante todo ese periodo de incubación, nosotros brindamos vigilancia a ese vivero y vamos modificando algunas condiciones ambientales como temperatura y humedad para aumentar la sobrevivencia de los embriones”, explica.
Dentro del vivero de incubación se espera que el porcentaje de eclosión sea del 60% al 90%, dependiendo, además, de la especie. Un ejemplo es la tortuga laúd, la cual registra porcentajes de eclosión (el momento cuando salen del huevo) más bajos en comparación con las demás especies que monitorean.
De mil liberaciones, una tortuga sobrevive
Aunque la tarea principal dentro de un vivero de incubación es importante para procurar el nacimiento de las especies, un nuevo reto que enfrentan al momento de eclosionar es su llegada al mar.
Alison comenta que al momento de liberar las tortugas al mar, se estima que solo un ejemplar de mil logra alcanzar la etapa adulta. Para la bióloga, el porcentaje de supervivencia de las crías de forma natural es muy bajo, siendo un factor importante que les impide tener resultados a corto plazo para aumentar la población de esta especie en el océano.
También señala que, en el caso de la tortuga laúd para el Pacifico mexicano, los programas de conservación que se iniciaron para esta especie ocurrieron hace 40 años y aún no se ven signos de recuperación y que su población sigue en declive.
“Las tortugas no tienen cuidados parentales, es decir, sus madres únicamente salen a la playa, dejan sus huevos en la arena y los esconden lo mejor posible y ya nunca más vuelven a saber de ellas. Esto las expone a un gran número de riesgos”, advierte.
Los riesgos a los que quedan expuestas las tortugas marinas al nacer varían y van desde ser comidas por sus depredadores como los mapaches, coatíes o zorros, o los perros. Pero también tienen amenazas por la huella antropogénica como el saqueo de huevos por parte de los humanos para después ser vendidos.
Esto último forma parte de la comida tradicional en la zona, la bióloga explica que los huevos de tortuga siempre formaron parte de la comida mexicana, así como lo son los peces u otros animales marinos.
“Sigue siendo parte de la comida tradicional. Sigue siendo buscado y consumido. Actualmente es parte de las amenazas el consumo de huevos de tortuga por parte de las personas”, añade.
En la playa, explica la bióloga, los huevos tienen bajas probabilidades de desarrollarse porque es un sitio muy transitado. Además, para las personas que acuden a pescar, si encuentran un nido de tortuga, se lo llevan.
¿En México quién protege a las tortugas?
De acuerdo con la Profepa, en México existen mecanismos e instrumentos legales y técnicos destinados a proteger, conservar y propiciar la recuperación de las poblaciones de las diversas especies de tortugas marinas, así como sus áreas de anidación.
Un ejemplo de esto es la Ley General de Vida Silvestre que en su artículo 60 Bis 1, prohíbe el aprovechamiento extractivo, ya sea de subsistencia o comercial, incluyendo sus partes y derivados.
El Código Penal Federal también es una de las herramientas destinadas a proteger a las tortugas marinas. En él Artículo 420, por ejemplo, se aplica una pena de 1 a 9 años de prisión y el equivalente de trescientos a tres mil días multa, a quien ilícitamente realice las siguientes acciones, según señalan las fracciones de ese artículo:
Capture, dañe o prive de la vida a algún ejemplar de tortuga o recolecte o almacene de cualquier forma sus productos o subproductos.
Capture, transforme, acopie, transporte o dañe ejemplares de especies acuáticas declaradas en veda.
Realice actividades de caza, pesca o captura con un medio no permitido, de algún ejemplar de una especie de fauna silvestre, o ponga en riesgo la viabilidad biológica de una población o especie silvestres.
Realice cualquier actividad con fines de tráfico, o capture, posea, transporte, acopie, introduzca al país o extraiga del mismo, algún ejemplar, sus productos o subproductos y demás recursos genéticos, de una especie de flora o fauna silvestres, terrestres o acuáticas en veda, considerada endémica, amenazada, en peligro de extinción, sujeta a protección especial, o regulada por algún tratado internacional del que México sea parte.
Dañe algún ejemplar de las especies de flora o fauna silvestres, terrestres o acuáticas señaladas en la fracción anterior.
La contaminación lumínica desorienta a las tortugas
Alison Raymundo denuncia que en la playa cada vez hay más casas donde normalmente la luz se utiliza de forma excesiva e innecesaria. Esto ocurre cuando usan luces blancas o reflectores que se dispersan por la costa.
“La contaminación lumínica es la luz que se dispersa en las áreas que no necesitan iluminación como la playa. [Un ejemplo] es el uso de luces decorativas que no cumplen con ninguna función para las personas iluminando árboles, jardines, accesos que no son necesarios”, señala.
El resultado de esa iluminación artificial tiene afectaciones en la fauna silvestre como las tortugas marinas que, al arribar a las costas, ese exceso de iluminación las desorienta.
Raymundo explica que estos ejemplares están adaptados para dirigirse hacia la dirección más brillante, porque el agua, al reflejar toda la luz que hay alrededor junto con la vegetación que tiene a ser más opaca que el agua en la playa, hace que las tortugas se muevan hacia esos sitios.
“Las crías de tortugas marinas son mucho más sensibles a la luz que las tortugas adultas. Ellas, por ejemplo, utilizan la vista para orientarse a la dirección a la que tienen que dirigirse qué es la zona más brillante y ahorita con toda la contaminación artificial que se ha instalado en la playa las tortugas tienden a desorientarse”, alerta.
Si las tortugas se desorientan a causa de la contaminación lumínica, se corre el riesgo de que caminen en una dirección opuesta o en una dirección correcta para ingresar al mar, exponiéndolas a morir exhaustas, deshidratadas, desorientadas para ingresar al mar o que los depredadores las encuentren.
Aunque el campamento tortuguero Palmarito ya ha trabajado con las personas que visitan la playa de anidación concientizando en la necesidad de disminuir la contaminación lumínica en la costa para las tortugas marinas, aún existe resistencia para dejar de ser utilizada.
¿Cómo ayudar a las tortugas de Puerto Escondido?
Para el campamento tortuguero Palmarito, el apoyo de la ciudadanía también ha sido importante desde el voluntariado que reciben. Uno de esos apoyos es el de Beatriz Flores Samaniego, investigadora científica y directora de un Centro de Investigación de Biotecnología en Celaya Guanajuato, quien inició una campaña de fondeo para comprar una cuatrimoto que aumente los trabajos de monitoreo que la bióloga Alison Raymundo realiza en Puerto Escondido.
La iniciativa para apoyar al campamento Palmarito surge después de que la investigadora conociera la historia y trabajo de ese sitio de conservación tortuguero gracias a la experiencia que su hijo, futuro biólogo, vivió como voluntario en Oaxaca.
Beatriz cuenta que fueron dos razones las que la motivaron para apoyar al campamento. Por un lado, de 1998 al año 2000, cuando aún no nacía su hijo, ella fue profesora en la Universidad del Mar, institución que se encuentra muy cerca de donde está el campamento tortuguero.
“Me tocaba hacer salidas al mar. Tuve un proyecto en el que tomaba muestras de plancton una vez al mes, de la orilla y del mar abierto. En todas estas salidas veíamos todo el tiempo hasta cinco ejemplares de tortugas. Veíamos la cabecita de la tortuga que pasaba grandísima y veíamos muchas. Comencé a tomarles cariño y se me hizo un vínculo con ellas”, comenta Beatriz Flores Samaniego.
Otro motivo que la llevó a apoyar al campamento es que ya no observa la misma cantidad de tortugas marinas que hasta hace dos décadas lograba ver cuando era profesora en Oaxaca.
“Estuvimos paseando y no vimos tortugas. Hace 25 años subías en lancha al mar y conforme te metías veías hasta cinco ejemplares en un paseo. Nosotros recorríamos toda la bahía tomando muestras, pero ahorita no vimos ni una tortuga. Aparte, a mi hijo le cambió la vida este campamento”, señala la investigadora.
Para apoyar a esta campaña de Conservación y cuidado de Tortugas Marinas en Puerto Escondido, Oaxaca, la plataforma GoFundMe se encuentra recibiendo las donaciones de las personas que estén interesadas en apoyar esta iniciativa para adquirir una cuatrimoto.
Con este vehículo se podrán optimizar las labores de patrullaje y rescate de huevos para su cuidado hasta el momento de liberar al mar a las crías. Además de resguardar a las tortugas durante los 40 minutos posteriores al desove, ya que quedan aturdidas y son presa fácil de los depredadores y cazadores furtivos.
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