La tragedia y la solidaridad generadas por el terremoto del '85 comparten el protagonismo en esta nueva serie
Esta no es la primera vez que Jorge Michel Grau se enfrenta al terremoto. Hace ocho años, dirigió y escribió “7:19” (2016), una película que tomaba como base el mismo suceso, y que se desarrollaba básicamente bajo los escombros de un edificio corporativo en el que quedaban encerrados dos personajes de diferentes clases sociales, interpretados por Demián Bichir y Héctor Bonilla.
Ahora, el aclamado cineasta mexicano retoma el fatídico movimiento sismo que azotó la capital de su país el 19 de septiembre de 1985, y que causó la muerte de al menos 5 mil personas, para darle vida a “Cada minuto cuenta”, la miniserie de 10 episodios que se encuentra disponible desde esta semana en Prime Video y que amplía considerablemente el alcance del proyecto anterior.
Grau decidió aceptar el nuevo trabajo porque la existencia de un presupuesto mayor, la posibilidad de contar con un tiempo mucho mayor de pantalla y el avance de la tecnología le iban a permitir hacer todo lo que no pudo hacer en el pasado, no solo en lo que respecta a la recreación del hecho mismo y a sus consecuencias estructurales, sino también en cuanto a la expansión y el desarrollo de los personajes.
“Pero me interesaba también la idea de poder indagar nuevamente en una circunstancia histórica que nos dibujó como sociedad, porque como lo dijo ya [el filósofo y activista social] Carlos Monsiváis, la ciudadanía que nace durante el terremoto es la que nos perfila hoy como ciudadanos de esta ciudad”, dijo el cineasta durante una reciente entrevista con este medio.
Recuerdos y memoria
Cuando se produjo el sismo, Grau tenía 12 años y vivía al sur de la Ciudad de México, por lo que no sufrió en carne propia la tragedia. Pero recuerda claramente la labor de organización social que se realizó en su colonia, destinada a la recolección de herramientas y utensilios que incluían colchas, catres, carpas y toallas, y que lo llevó también a ver a las madres de sus amigos y a sus vecinas cocinando kilos y kilos de arroz, frijoles y lentejas para enviarlos las zonas afectadas.
La solidaridad civil es justamente uno de los temas principales de la serie, y se ve resaltada ante las numerosas menciones que se hacen sobre la ineficaz y tardía respuesta de las autoridades. “Era necesario recordarle a la gente la capacidad de reacción que podemos tener ante un suceso como este y resaltar ese sentido de reconciliación social que hoy en día resulta urgente debido a la situación tan polarizada que atravesamos”, precisó nuestro entrevistado.
“También hablamos en la serie de los malos manejos en los presupuestos de construcción y, sobre todo, de la pasmosa reacción que tuvo el Gobierno al no aceptar la ayuda extranjera en las primeras horas”, prosiguió.
A diferencia de “7:19”, que se desarrollaba casi por completo en un espacio reducido, “Cada minuto cuenta” abre completamente el panorama para asumir un estilo de superproducción que no suele verse en los trabajos latinos para la pantalla chica (ni la grande, para decir verdades).
“‘7:19’ tenía una gran ventaja, que era presentar un macrocosmos a través de dos personajes, narrando de ese modo un momento extraordinario con sujetos ordinarios”, retomó Grau. “Pero la ventaja que tiene ‘Cada minuto cuenta’ es que, al ser una obra coral, nos da la oportunidad de darle eco a muchas más historias”.
En busca de esperanza
El director no deja de remarcar la importancia de destacar esas mismas historias, que implicaron momentos de auténtica heroicidad y de reclamo ante la desidia de quienes debieron haberse hecho cargo del problema, pero que han tratado de ser minimizadas por la versión oficial de lo ocurrido.
“Es increíble que Prime Video nos haya dado la oportunidad de amplificar este proyecto de una manera tan grande; ¿quién se iba a imaginar que un producto de televisión nos fuera a brindar tantas herramientas y tanta libertad para ofrecer un contenido que intentara mostrar la identidad de México?”, se preguntó el director. “Ya era hora de que una plataforma le diera chance a los que somos creadores para generar algo que cuente nuestra historia con una manufactura de primera calidad”.
Grau asegura que el equipo de trabajo tuvo contacto con los sobrevivientes a través de Iván Salcido, un arquitecto que se ha especializado en analizar el terremoto del ‘85 y que conoce bien a los sobrevivientes, a los familiares de personas que fallecieron, a los rescatistas, a los paramédicos y a los bomberos que participaron en el proceso.
“No queríamos frivolizar el tema ni hacer una serie sensacionalista o sensiblera”, afirmó. “Lo que queríamos hacer era una pieza histórica sobre un momento crucial para México, que nos dibujó como ciudadanos y que nos dio esta idea de modernidad que tenemos como sociedad”.
Más allá del drama que se cuenta, el cineasta considera que resulta crucial el modo en que la serie resalta los aspectos positivos para no hablar solo de lo que se perdió, sino también de lo que se ganó.
“Era absolutamente necesario que, al lado de todos los recuentos sobre la ineficacia y la corrupción, mostráramos las historias esperanzadoras y emotivas de la gente que participó, y que no fue solamente la que cargaba piedras y se metía bajo los escombros, sino también las señoras y los niños que hacían bolsitas con agua para hidratar a los rescatistas, los ‘chavos’ que ayudaron a construir las carpas de damnificados, las señoras y los señores que cocinaban para alimentar a todo ese ejército de voluntarios”, enumeró.
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La parte técnica
Sin caer en el morbo, “Cada minuto cuenta” reconstruye de manera impresionante el momento del desastre y sus secuelas inmediatas, lo que tuvo que necesitar de una gran logística y probablemente de muchos efectos especiales, como se lo comentamos a nuestro entrevistado.
“Hicimos mucho en las locaciones reales; en el centro de la ciudad, en Tlatelolco, en callejuelas de la zona de la Doctores”, nos respondió. “Hicimos también bastante en foro, sobre todo para las construcciones de los derrumbes. Pero, para la destrucción de los edificios, utilizamos una tecnología que se llama VP, o Virtual Production, y que sirve básicamente para generar ambientes digitales en pantallas”.
Como él mismo recuerda, el equipo de diseño y producción fabricó unas maquetas que replicaban el aspecto de los edificios derrumbados después de realizar una extensa investigación iconográfica. “Tomamos estas maquetas, las escaneamos y mandamos eso a un programa que generó volúmenes en 3D que después se retocaron, lo que nos permitió llegar al grado de detalle de época que logramos”, describió.
Este es, sin duda, el proyecto más ambicioso en la carrera de Grau, quien ha participado en numerosos trabajos para el cine y la televisión. “Fueron 28 semanas de rodaje y casi un año de preproducción, porque invertimos muchos meses para aprender a utilizar la nueva tecnología y las nuevas pantallas”, explicó.”Nadie había hecho algo a esta escala fuera del área de la publicidad en América Latina”.
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Este artículo fue publicado por primera vez en Los Angeles Times en Español.