Estar triste no es lo mismo que estar deprimida

En ocasiones nos puede resultar difícil diferenciar entre estar triste o deprimido. Sin embargo, es necesario saber qué nos pasa, ya que la tristeza es una emoción frecuente, que suele responder a una causa identificable y que, en general, pasará. La depresión, en cambio, no siempre obedece a un hecho o situación que hayamos vivido. Además, si no se trata, puede tener consecuencias muy graves, por ejemplo, el suicidio.

Pese a que la depresión es la enfermedad mental más prevalente en el mundo (350 millones de personas la sufren), existe un alto desconocimiento social sobre sus síntomas, pronósticos, tratamiento y cómo convivir con esta patología. El 'Estudio Lundbeck, ¿Qué saben los españoles de la depresión?' señala, de hecho, que el 86% de los españoles considera que la depresión es una enfermedad, sin embargo, también la identifican con las reacciones emocionales negativas, baches de la vida y frustraciones. Como, por ejemplo, la vuelta al trabajo y el archinombrado síndrome postvacacional. Pero, ¿es esto depresión? En principio, no.

Psiquiatras y médicos de atención primaria confirman que 'patologizar' la vida cotidiana es un agravio comparativo con una enfermedad real, grave, como es la depresión, que afecta a más de dos millones de españoles y es la segunda causa de baja laboral en nuestro país. Como explica la doctora Silvia López Chamón, Médico de Familia y Secretaria del grupo de Salud Mental SEMERGEN, “somos seres vivos con un ciclo vital, tenemos que aprender recursos básicos para el día a día. No todo malestar supone enfermedad. Es importante discriminar lo banal de lo trascendente”.

En opinión de la doctora López Chamón, “depresión es un término utilizado, en muchas ocasiones, de forma inadecuada. En realidad, no deberíamos banalizar ningún término médico que nomine enfermedades importantes, tanto para magnificar como para minimizar otras circunstancias. Es una forma de estigmatizar a los pacientes que las padecen o tienen riesgo de padecerlas”.

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Diferencia entre tristeza y depresión

La depresión es una enfermedad mental compleja, multidimensional y heterogénea, que presenta una extensa variedad de síntomas: afectivos, tales como tristeza, ansiedad, irritabilidad, bajo estado de ánimo, desesperanza; cognitivos, como son las dificultades de atención y concentración, de memoria, de toma de decisiones y planificación, y somáticos, entre ellos, fatiga, cambios en el apetito y peso, alteraciones del sueño, cefalea, problemas estomacales.

La tristeza o el abatimiento, en cambio, no son sinónimos de depresión. Los períodos de tristeza o melancolía son inherentes a la experiencia humana. La tristeza es un sentimiento normal, pero puede llegar a ser patológica en función de su duración, intensidad y grado de interferencia en la conducta y la vida cotidiana de la persona.

Existen diversos tipos de tristeza: la psicológica y la clínica. La primera es reactiva, es decir, se trata de una respuesta normal de todo nuestro organismo ante un hecho puntual (la muerte de un ser querido, un despido, etc). En la segunda no hay una causa clara que la provoque, suele ser hereditaria y los individuos que la padecen experimentan una falta de motivación ante todo lo que les rodea. En ellos hay un desajuste de algunos neurotransmisores implicados - serotonina o la noradrealina- que influyen en el estado de ánimo. En algunas personas, esa tristeza puede llegar a la depresión.

Los síntomas de la tristeza suelen ser los siguientes: se experimenta con sensaciones desagradables, malestar, pensamientos negativos, tendencia a la culpa, falta de ánimo… Estas sensaciones van perdiendo intensidad al pasar los días. En cambio, si persisten, pueden acabar en depresión. Si es así, es conveniente consultar lo antes posible con un especialista. Un tratamiento farmacológico y psicológico a tiempo puede prevenir una depresión crónica y curar el malestar y prevenir consecuencias más graves, como el suicidio.

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Depresión y suicidio

Según los últimos estudios, se estima que casi 800.000 personas murieron en el mundo por suicidio en 2015 y representó cerca del 1,5% de todas las muertes, lo que le sitúa entre las principales 20 causas de muerte. Aunque puede ocurrir a cualquier edad, en el mismo año fue la segunda causa de muerte entre las personas de 15 a 29 años.

La depresión es uno de los factores más asociados a la conducta suicida. Se ha estimado que el riesgo de suicidio es cuatro veces mayor en las personas con depresión, en comparación con la población general, y 20 veces mayor en el caso de la depresión grave.

El riesgo de suicidio se puede incrementar durante el episodio de depresión y en el periodo de remisión parcial. Algunos de los factores que se han asociado con mayor riesgo de suicidio en pacientes con depresión son: sexo masculino, historia familia de trastorno mental, intento de suicidio previo, niveles más graves de depresión, presencia de desesperanza y trastornos asociados como ansiedad, abuso de alcohol y otras drogas.

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Aprender a gestionar las emociones

Una vez más, lo importante es la prevención y una atención médica adecuada y a tiempo. Una buena gestión de las emociones, realizar técnicas de relajación como la meditación, una dieta saludable y el ejercicio físico regular y moderado como hábito diario pueden ayudar a responder mejor ante las dificultades diarias. Y si esto falla, hay que reconocerlo e ir al médico.

Pero para ello es importante conocer más sobre la depresión y aprender a reconocer los síntomas. En este sentido, la página web www.rethinkdepression.es pretende ser un punto de encuentro para todas aquellas personas que la sufren o tienen un familiar o amigo que la esté padeciendo. En palabras de Sara Montero, directora de la Unidad de Sistema Nervioso Central de Lundbeck Iberia, "si entendemos mejor esta enfermedad, podremos hacer más llevadera la vida de los pacientes con depresión y de su entorno más cercano. Creemos que el conocimiento es poder; el poder de ser parte activa en el manejo de la enfermedad e, incluso, el poder de protegerse de las recaídas".

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