Lo que tu bigote dice de ti

John Warren, que trabaja para el Departamento de Educación, en Prospect Park, Brooklyn, el 13 de mayo de 2023. (Ali Cherkis/The New York Times)
John Warren, que trabaja para el Departamento de Educación, en Prospect Park, Brooklyn, el 13 de mayo de 2023. (Ali Cherkis/The New York Times)

Hace casi seis meses, Micah Fitzerman-Blue, guionista de Los Ángeles, se estaba afeitando la barba cuando llegó a la región entre la nariz y el labio superior y pensó: “¿Y si dejo de rasurarme?”.

“Al principio me sentí cohibido, porque nunca había llevado solo bigote”, aseguró. Pero tras comprobar que su mujer no lo odiaba y darse cuenta de lo habituales que se habían vuelto los bigotes en su barrio de Echo Park, adoptó esa apariencia. “Este año cumplí 40 y tengo dos hijos pequeños, así que me siento más como un padre, pero un padre divertido”, afirmó.

No es el único. El bigote, capaz de evocar cualquier cosa, desde la masculinidad ruda a la ironía caprichosa, pasando por la sincera alegría paternal, está disfrutando de uno de sus renacimientos periódicos.

“A veces voy en el metro, miro a mi alrededor y veo a cinco personas con bigote en un radio de tres metros”, comentó Jimmy Brewer, actor neoyorquino de 27 años que se dejó crecer el bigote durante sus vacaciones hace siete meses. Entonces consiguió un papel en el elenco del musical de Broadway “Shucked” y le pidieron que se lo dejara hasta el final de su contrato. “Siempre los he admirado en otras personas porque parece que quienes los llevan tienen más confianza en sí mismos”, señaló.

No solo 'estrellas pornos y pervertidos'

Aunque es difícil separar los datos sobre bigotes de los datos sobre las tendencias del vello facial en general, los profesionales del sector afirman que el aumento es pronunciado y reciente. El bigote, antaño dominio de los pervertidos, las estrellas del porno, los iconos contraculturales o los tíos que no se visten a la moda, se está convirtiendo en una opción más de vello facial.

Las razones son múltiples. El bigote es masculino pero juguetón en un mundo que disfruta de nuevas formas de relacionarse con los estilos de género. Estaba a punto de volver tras una década en la que todo el mundo tenía barba, y la cuarentena permitió que mucha gente lo probara y se diera cuenta de que le gustaba.

Rubén Alvarado, músico, en el barrio de Carroll Gardens de Brooklyn el 13 de mayo de 2023. (Ali Cherkis/The New York Times)
Rubén Alvarado, músico, en el barrio de Carroll Gardens de Brooklyn el 13 de mayo de 2023. (Ali Cherkis/The New York Times)

“Empezó a cobrar más fuerza el año pasado, sobre todo desde que salió Top Gun”, explica Matty Conrad, que dirige varias barberías en Vancouver, Columbia Británica, y un popular canal de YouTube dedicado al cuidado del vello facial. “Creo que el bigote hoy está donde estaban las barbas en 2010. Pero si acaba teniendo ese poder de permanencia, entonces la gente que recurría a él por el factor sorpresa empezará a buscar en otra parte”.

Nicky Austin, la estilista de peluquería y maquillaje responsable de mantener el icónico bigote de Ted Lasso, atribuye el auge del bigote entre sus clientes de Los Ángeles a la omnipresencia de la cultura de la barba, así como a una nueva apertura al arreglo personal.

“Conozco a hombres que van al peluquero todos los fines de semana para que les mantenga el estilo, lo que habría sido inaudito hace veinte años”, explicó, y añadió que quienes sufren calvicie masculina a menudo encuentran en el bigote un cambio de estilo.

Los bigotes se hicieron más comunes en los espacios “queer” a finales de la década de 2010, especialmente los finos que complementaban la estética sexual manicurada de ese momento, de cuero y arneses de Tom de Finlandia. Y podrían haber permanecido al borde de la popularidad comercial si la pandemia no hubiera ocurrido. En ese momento, los hombres empezaron a dejar atrás la barba y a llevar solo bigote, y contagiaron ese estilo a otros hombres.

“La cuarentena me liberó de manera definitiva de tener que lidiar con esa incómoda fase intermedia, que siempre me impidió dejarme crecer uno”, relató Lucas Johnson, un profesor de Literatura de Crown Heights, Brooklyn, que se dejó crecer el grueso y ancho bigote estilo chevron hace dos años. “Como veinteañero, ha sido una forma agradable de sentirme a la moda y, al mismo tiempo, es como si estuviera ascendiendo a una edad adulta más madura”.

También aprecia su versatilidad. “El bigote connota autoridad, pero también sugiere cierta dosis de tontería”, afirmó. “Es muy masculino, pero también muy extravagante y discretamente codificado como queer. Todo el espectro de género está obsesionado con mi bigote, al igual que yo”.

La popularidad del bigote siempre ha sido especialmente susceptible a los iconos culturales y las tendencias del momento. A principios del siglo XX, los bigotes solían ser elaborados, como el tupido estilo morsa de Theodore Roosevelt o las puntas depiladas del bigote inglés (pensemos en el archiduque Francisco Fernando), revivido irónica aunque brevemente a principios de la década de 1980 por los hípsters con tirantes en Estados Unidos.

Fuerza y virilidad

Hasta 1916, los soldados británicos tenían prohibido afeitarse el labio superior, quizá por la profunda asociación del bigote con la virilidad y la fuerza.

Los estilos más artificiosos también eran un blanco fácil de burlas. El bigote de cepillo de dientes de Charlie Chaplin, ese pequeño parche sobre el labio, se adoptó en específico por su atractivo humorístico, antes de asociarse con Hitler y perder para siempre su lugar en el ciclo de la moda.

Después de la década de 1950, el bigote se convirtió en el vello facial contracultural preferido por una serie de grupos considerados subversivos: hippies de pelo largo, marxistas, homosexuales. Freddie Mercury tuvo uno de los bigotes más emblemáticos del siglo.

Nick Offerman de
Nick Offerman de "Parks & Recreation" donde interpreta a Ron Swanson (Carlo Allegri/Invision/AP)

A medida que en las décadas de 1970 y 1980 se difuminaba la división estilística entre la corriente dominante y la contracultura, el bigote pasó a asociarse con la fanfarronería masculina y apareció en los rostros de Burt Reynolds, Tom Selleck, Sam Elliott y otros. No todo el mundo podía tenerlo, lo que siempre formó parte de su atractivo, pero estas asociaciones hipermasculinas se prestaban a la exageración, y el bigote fue adoptado de manera juguetona en la cultura queer. También se extendió por la industria del porno, dándole un tufillo de degeneración.

Por supuesto, en muchos lugares, como Oriente Medio y México, el bigote absorbió su propio conjunto de ricas asociaciones, que a menudo llegaron a Estados Unidos, dando al estilo diferentes significados para distintos grupos. Para los negros estadounidenses, su evocación de autoridad y asiduidad hizo que el bigote fuera muy popular entre los líderes de la era de los derechos civiles, como Thurgood Marshall y Martin Luther King Jr., antes de que perdiera popularidad en la década de 1970. (Como detalló Wesley Morris en un ensayo de 2020 en The New York Times, sigue siendo una forma vívida de relacionarse con la identidad negra).

A finales de la década de 1990, el bigote había pasado tanto de moda que pocos pensaban que volvería. Pero a medida que se ha ido reuniendo una masa crítica de portadores de bigote, el estilo se ha liberado poco a poco de las asociaciones subculturales que cosechó en la década de 1980, lo que ha llevado a más gente a imaginárselo en su propia cara.

The Weeknd, aka Abel Makkonen Tesfaye (Rocco Spaziani/Archivio Spaziani/Mondadori Portfolio via Getty Images)
The Weeknd, aka Abel Makkonen Tesfaye (Rocco Spaziani/Archivio Spaziani/Mondadori Portfolio via Getty Images)

En la actualidad, hay dos opciones especialmente populares: el chevron (como el que luce Ron Swanson en “Parks and Recreation”) y el bigote prominente incrustado en una cara de barba incipiente, conocido como bigote de barba (un ejemplo es Henry Cavil, The Weeknd o cualquier estudiante de doctorado de Brooklyn). Las opciones más cuidadas, como el bigote de lápiz, el bigote con raya o el bigote con las puntas depiladas, siguen siendo el dominio de los más capaces.

Pero, cualquier elección de estilo que cambie significativamente la cara, se va a sentir un poco cómica, un poco irónica y juguetona. Y en un mundo que se replantea el significado de la masculinidad, esas asociaciones también pueden ser bienvenidas.

A medida que el bigote se hace más popular, muchos hombres se dan cuenta de que saben muy poco sobre su mantenimiento. ¿Qué estilo se adapta mejor a su cara? ¿Cómo debe recortarse? ¿Cuánto tarda en crecer?

“El hecho de que un hombre quiera algo no significa que sea adecuado para la forma de su cara, la textura de su cabello o por como crece”, anotó Conrad, peluquero de Vancouver. “En parte se trata de trabajar con lo que tienes”.

Sin embargo, los pequeños ajustes pueden tener un gran impacto. La única diferencia, dice, entre el bigote de Ted Lasso y el bigote de Burt Reynolds es un sutil moldeado.

c.2023 The New York Times Company

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