¿Es tu objetivo para 2024 conseguir ser más feliz?
¿Y tú, qué le pides al año nuevo? Si planteamos esa pregunta, seguro que muchas personas dirían sin dudarlo, al margen de la siempre deseada salud, ‘ser feliz’. “Establecer la felicidad como un objetivo para el año 2024 es una meta que puede tener un impacto significativo en la calidad de vida si además establecemos un plan realista. Puede ser útil dividir este objetivo en metas más específicas y alcanzables, como mejorar las relaciones interpersonales, enfocarse en el crecimiento personal, o desarrollar hábitos que promuevan el bienestar emocional”, nos adelanta Rebeca Cáceres Alfonso, Doctora en Psicología y psicóloga sanitaria y directora de Tribeca Psicólogos.
Eso sí, la experta nos cuenta que al fijar el objetivo de ser más felices, es fundamental adoptar un enfoque equilibrado y realista. “La felicidad no se trata solo de experimentar emociones positivas constantes, sino también de cultivar la resiliencia para manejar las adversidades de la vida. Además, se trata también de diferenciar entre momentos felices y felicidad. La felicidad es más un estado de satisfacción con la vida, es un concepto más abstracto. Momentos felices son los que identificamos con la alegría, la plenitud y el bienestar en general”, nos explica.
Pero aún hay más matices importantes, tal y como nos explica la especialista. “La búsqueda de la felicidad también puede ser una oportunidad para reflexionar sobre los valores personales y las fuentes de significado en la vida. Establecer objetivos que estén alineados con estos valores puede contribuir a una sensación más profunda de satisfacción y realización. Es importante reconocer que la felicidad es un viaje continuo y que cada individuo puede tener su propio camino único hacia ella. La autenticidad y la aceptación de uno mismo son elementos clave en este proceso. Considerar la felicidad como un objetivo para el 2024 puede ser un impulso positivo para la salud mental y emocional, siempre y cuando se aborde con realismo y comprensión”, detalla.
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¿Qué nos aporta a nivel psicológico esa sensación de felicidad?
La sensación de ser feliz aporta beneficios psicológicos como son los siguientes:
Bienestar emocional y salud mental. Experimentar emociones positivas y una sensación general de felicidad puede mejorar el estado de ánimo, reducir la ansiedad y el estrés de la vida diaria. Además, puede aportar sensación de satisfacción y plenitud.
Satisfacción con la vida. La felicidad está estrechamente relacionada con la satisfacción general con la vida. Sentirse feliz con frecuencia puede influir en la percepción que una persona tiene de su vida en su conjunto, promoviendo una sensación de gratitud y plenitud en el presente y una actitud más positiva y optimista hacia el futuro.
Salud física. La conexión mente-cuerpo significa que la felicidad también puede tener impacto positivo en la salud física. Se ha observado en algunos estudios que hay una relación positiva entre la felicidad y un sistema inmunológico más fuerte, menor presión arterial y mayor longevidad.
Mejora en las relaciones sociales. Las personas que se perciben como felices tienden a ser más sociables y abiertas en sus relaciones interpersonales. La felicidad puede mejorar la calidad de las relaciones sociales y fortalecer los vínculos con amigos y familiares.
Creatividad y productividad. Se ha observado que un estado de ánimo positivo está asociado con un aumento en la creatividad y la productividad.
“En resumen, la sensación de felicidad no solo mejora el estado de ánimo momentáneo, sino que también tiene impacto positivo a largo plazo en la salud mental, las relaciones interpersonales y la calidad de vida en general”, apunta.
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No se puede estar alegre todo el tiempo
Sin embargo, no podemos ser felices en todo momento, ¿debemos aprender a gestionar esos momentos también? Tal y como nos puntualiza la psicóloga, antes de gestionar, hemos de entender que estar feliz no es estar alegre ni contento todo el tiempo. “Hay veces que nos cuesta aceptar la realidad de la vida que a veces es dura y otra aburrida y rutinaria sin más. Hemos de tener esto en cuenta para no engancharnos a estados emocionales que funcionan cerca de la euforia y para no frustrarnos al buscar algo que directamente no existe. Aceptar la realidad de la vida es importante. Por eso, más que felicidad entendida como alegría se ha de buscar una felicidad que sea más un concepto de satisfacción con la vida que tengo y que esté alineada con la vida que quiero, entendiendo esto último como propósito vital”, detalla.
Más allá de esto, para gestionar momentos adversos que también forman parte de la vida se pueden hacer varias cosas como:
Aceptación de emociones.
Práctica de mindfulness.
Expresión emocional.
Identificación de pensamientos prracionales.
Enfoque en lo que se pueda controlar.
Autocuidado.
Acudir a un profesional de salud mental.
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Que no se convierta en obsesión
Tenerlo como objetivo no debería implicar que se convierta en una obsesión. “Cuando la búsqueda de la felicidad se convierte en una obsesión, puede tener consecuencias negativas para el bienestar emocional y la salud mental. La sociedad a menudo promueve la idea de que la felicidad constante es la norma y que cualquier otra emoción es indeseable. Esto puede llevar a una presión social para mantener una fachada de felicidad, incluso cuando no refleja la experiencia emocional real”, nos dice Rebeca Cáceres, que comenta que la obsesión por la felicidad a menudo se asocia con la idea de la "falsa felicidad" y la disociación emocional.
“La falsa felicidad se refiere a la tendencia de fingir o suprimir emociones negativas para mantener una apariencia de bienestar. Este comportamiento puede ser contraproducente a largo plazo, ya que ignorar o negar las emociones puede conducir a problemas de salud mental y dificultades para afrontar situaciones difíciles La disociación emocional implica desconectarse emocionalmente de las experiencias”, nos comenta.
Y añade que en el contexto de la búsqueda obsesiva de la felicidad, las personas pueden llegar a evitar enfrentar emociones difíciles o desafíos, lo que resulta en una desconexión de la realidad emocional.
La obsesión por ser feliz todo el tiempo puede generar presión adicional y expectativas poco realistas. Cuando la felicidad se convierte en un objetivo inalcanzable y constante, puede generar ansiedad y frustración, ya que la realidad de la vida incluye una variedad de experiencias emocionales, no solo la felicidad.
“Es importante destacar que la felicidad no debe ser perseguida como un objetivo único y absoluto. En cambio, se puede aspirar a una vida plena y significativa, que incluya la aceptación y la gestión saludable de una gama completa de emociones. Cultivar la autenticidad y aprender a enfrentar las experiencias emocionales de manera equilibrada puede ser fundamental para el bienestar emocional a largo plazo. Si la obsesión por la felicidad afecta significativamente a la calidad de vida, puede ser útil buscar apoyo profesional para explorar estos temas más a fondo”, nos explica.
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Estrategias para conseguir la felicidad
Una vez que nos lo planteamos, ¿qué estrategias tenemos a nuestro alcance para conseguirlo? Lograr la felicidad es un proceso individual al ser una experiencia subjetiva que varía de persona a persona. Sin embargo, algunas estrategias que pueden ayudar a cultivar una sensación más duradera de bienestar pueden ser:
Definición personal de felicidad. Comienza por reflexionar sobre lo que significa la felicidad para ti. La felicidad puede estar vinculada a relaciones, logros personales, conexión con uno mismo, contribución a los demás, etc. Tener una comprensión clara de lo que es significativo para ti facilita la identificación de metas y valores alineados con tu visión de la felicidad.
Gratitud. Practica la gratitud regularmente. Centrarte en lo positivo de tu vida y expresa agradecimiento por las pequeñas cosas. Quien no agradece lo pequeño, no valora lo grande.
Relaciones saludables. La red social positiva y saludable es fundamental para el bienestar.
Autoconocimiento. Dedica tiempo a conocerte a ti mismo. Ponte a prueba. Sé honesto con quién eres. Reconócete. Comprender tus valores, fortalezas y vulnerabilidades te ayuda a tomar decisiones que estén alineadas con tu auténtico yo, contribuyendo a una mayor satisfacción personal.
Objetivos significativos, coherentes y realistas. Define metas realistas y significativas que estén alineadas con tus valores. Trabajar hacia logros personales y profesionales proporciona un sentido de propósito que aporta satisfacción.
Autocuidado. Implementa hábitos de cuidado personal. Asegúrate de cuidar de tu salud física, emocional y mental a través de la alimentación saludable, ejercicio regular, pautas de descanso adecuado y actividades que te proporcionen placer.
“Recuerda que la felicidad no es un destino final, sino un viaje continuo que implica crecimiento personal y adaptación a las diversas experiencias de la vida. Estas estrategias pueden ayudarte a construir un enfoque más saludable y equilibrado hacia la felicidad”, cuenta.
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Prestar atención al autocuidado
En esta búsqueda de la felicidad, debemos prestar más atención a nuestro cuidado, tal y como confirma la psicóloga. “La relación entre la felicidad y el autocuidado es significativa, ya que cuidar de uno mismo de manera consciente y equilibrada contribuye al bienestar. El autocuidado atiende a las necesidades emocionales. La gestión efectiva del estrés, la atención a las emociones y la adopción de prácticas que promuevan la tranquilidad y la calma contribuyen a un estado emocional más positivo”, cuenta. Además, añade que el autocuidado es esencial para prevenir el agotamiento emocional y físico. Priorizar el descanso, establecer límites saludables y cuidar de tus necesidades básicas evita el cansancio extremo y contribuye a mantener un equilibrio emocional.
A medida que nos vamos cuidando y vamos priorizando nuestras necesidades y las atendemos, también vamos ganando en autoestima y reducimos estados ansiosos y de estrés. “La gestión efectiva del tiempo es una parte integral del autocuidado. Equilibrar responsabilidades y actividades placenteras favorece un entorno propicio para la felicidad. En esta línea, hemos de entender que parte del autocuidado implica establecer límites saludables en las relaciones y en las responsabilidades. Saber decir no cuando es necesario y proteger tu tiempo y energía contribuye a un equilibrio emocional que favorece la felicidad. En resumen, el autocuidado es una inversión en la calidad de vida y en la experiencia general de la felicidad. Los hábitos de autocuidado deben formar parte de un estilo de vida”, concluye.