La TV Pública en la era Milei es un modelo para armar, también en sus noticieros

La cobertura del desfile del 9 de julio se caracterizó por su sobriedad
La cobertura del desfile del 9 de julio se caracterizó por su sobriedad

Vista desde la privilegiada ventana de sus espacios informativos, la TV Pública en esta primera etapa del gobierno de Javier Milei es un modelo para armar. Sobre todo porque está en manos de una administración cuyo jefe ha dicho reiteradas veces desde la campaña electoral que no tiene interés en mantener un canal de televisión dentro del organigrama del Estado.

El texto de la Ley Bases que se aprobó en el Congreso forzó un cambio de estrategia en la Casa Rosada y dejó de lado por el momento la intención original del Presidente de incluir a la TV Pública en el paquete de empresas estatales sujetas a privatización. En otras palabras, los legisladores le dijeron al Gobierno que tendrá que seguir controlando y administrando el viejo Canal 7.

Para entender lo que piensa hacer Milei con la emisora hay que mirar a los noticieros. No tenemos otra manera mejor de hacerlo, porque la historia del canal público en la Argentina se escribió en buena medida a partir de la subordinación de esa señal a los intereses ideológicos y las necesidades del oficialismo de turno. Y ese vínculo quedó a la vista durante toda la vida (con poquísimas excepciones) en los informativos, casi siempre más cercanos a la visión de los funcionarios que al genuino interés de la opinión pública.

Como por el momento no puede desprenderse del canal, como era la intención expresa del Presidente desde la campaña electoral, el Gobierno empieza a imaginar cómo gestionarlo a partir de sus necesidades, todavía no del todo precisas. Los actuales noticieros de la TV Pública reflejan esa transición a través de cinco emisiones diarias, con un bonus track los viernes. Son seis horas en total, con dos noticieros centrales más extensos (de 12 a 13.30 y de 20 a 21.30) y otros tres presentados como resúmenes informativos (de 8.30 a 9, de 17 a 17.30 y de 22.30 a 23). Los viernes se suma, de 18 a 19, Televisión Pública Noticias Internacional.

Con un plantel integrado casi en su totalidad por los mismos presentadores y columnistas de la gestión anterior hay, como se ve, cinco emisiones diarias que muestran un tratamiento informativo de la actualidad sobrio y a la vez bastante más neutro. Ya no hay, como ocurría durante la última etapa kirchnerista, una identificación plena en las coberturas temáticas con las estrategias de cada área oficial. Algunos presentadores, por ejemplo, llegaron en los últimos cuatro años a transformarse en voceros oficiosos de ministerios o reparticiones específicas.

Graphs austeros e informativos durante la cobertura del desfile militar del 9 de julio
Graphs austeros e informativos durante la cobertura del desfile militar del 9 de julio

Ahora esto no ocurre. No se ve un desfile permanente de funcionarios o explicaciones pormenorizadas sobre cada uno de los actos o las definiciones del Gobierno. Lo que sí vemos es una selección de “momentos oficiales” del día, que cada uno de los noticieros repite de manera idéntica, como ocurrió en las últimas jornadas con ceremonias encabezadas por el Presidente (la firma del Pacto de Mayo, el anuncio de un plan de alfabetización, la despedida a la delegación que participará de los Juegos Olímpicos de París), la jura de Federico Sturzenegger como ministro o algún detalle de la actualidad parlamentaria. El viernes 5, además, hubo casi 20 minutos emitidos en vivo desde Casa de Gobierno con la conferencia de prensa diaria del vocero presidencial.

El núcleo de cada noticiero es una sucesión de noticias breves, casi a modo de títulos con mínimo desarrollo, agrupadas temáticamente (policiales, internacionales, economía, informaciones de las provincias) y leídas en off por los presentadores con tono por lo general profesional, con escaso sesgo valorativo o editorial.

Silvia Fernández, a cargo de los segmentos matutinos y del mediodía, vuelve (como en la gestión anterior) a sobresalir entre sus pares por su capacidad para presentar, enunciar y explicar con claridad cada hecho. En todo el espectro informativo de la TV (abierta y paga) de la Argentina no debe haber otro profesional a su altura. Completan el equipo de presentadores Alejandro Puertas, Pablo Vigna, Florencia Rodríguez, Daniel López y Magalí Ahrendts, todos con continuidad desde la gestión previa.

A ellos se suman algunos columnistas especializados como Lucrecia Eterovich (economía), Natalia Paratore (salud) y Gimena Fuertes (política). A esta última le tocó por ejemplo analizar la llegada de Sturzenegger al Gabinete, pero lo hizo en la pantalla de la TV Pública de un modo mucho más distante que en sus redes sociales, donde se refirió a la flamante cartera de Desregulación y Transformación del Estado como el “ministerio de rajes”.

Tampoco cambian estos noticieros respecto de la gestión anterior al conceder un espacio más extenso y específico al deporte y a los temas culturales y del espectáculo. Como el canal transmite la Copa América el fútbol y la actualidad de nuestro seleccionado tienen un tratamiento amplio y preferencial a cargo del histórico Pablo Tiburzi y el efusivo Juan Carlos Fernández. Gabriela Radice, siempre impecable, se ocupa de las expresiones artísticas más serias y Daniela Rodríguez, de las más mundanas.

Una leyenda en pantalla con alguna connotación valorativa, pero sin demasiado énfasis
Una leyenda en pantalla con alguna connotación valorativa, pero sin demasiado énfasis

Quien llega en estas horas por primera vez a la pantalla de la TV Pública para tomar contacto con sus informativos no sabrá desde la pantalla quién le habla, porque en ningún momento aparecen (ni en graphs ni en menciones orales) los nombres de los integrantes del staff periodístico del canal. Si alguien pretende alguna vez dar a estos espacios un perfil parecido al de los informativos de cualquier canal público europeo debería corregir esa omisión.

¿Hay política en los noticieros del canal oficial? Casi nada, aunque con un matiz muy llamativo. El relevamiento de la última semana mostró que no hubo ni una sola mención a la actualidad del peronismo o del radicalismo, aunque sus representantes parlamentarios (José Mayans, Carolina Losada) tuvieron micrófonos a disposición. En cambio, cada uno de los noticieros desplegó con bastante amplitud (e insistencia) información y testimonios sobre la crisis interna en Pro y las diferencias cada vez más fuertes que existen entre Patricia Bullrich y Mauricio Macri.

De economía –un tema prioritario en los noticieros oficiales durante el kirchnerismo– ahora se habla poco más allá de escuetos enunciados y unos pocos números expuestos sin demasiado análisis. Lo que sí marca diferencias en esta nueva etapa respecto de la anterior es la presencia de analistas invitados. Pasaron en los últimos días por los estudios, por ejemplo, economistas cercanos a la visión del actual gobierno como Agustín Monteverde, nombre que en la gestión de Rosario Lufrano jamás habrían sido convocado.

Lo mismo, aunque en un terreno bien distinto, podría decirse de Melody Rakauskas, la mujer que denunció por abuso sexual al intendente peronista de La Matanza, Fernando Espinoza. Estuvo la semana pasada en el noticiero central de la TV Pública y dejó, muy conmovida, un testimonio de casi 20 minutos sobre el caso y la situación personal por la que atraviesa desde que hizo público el hecho.

Cada noticiero de la TV Pública, no importa si es más extenso o más breve, dedica también un lugar destacado en busca de del niño Loan Peña, pero con una cobertura que se distingue a la del resto de los canales abiertos o de TV paga. Aquí no hay móviles o enviados instalados en la provincia de Corrientes o entrevistas a quienes tendrían algo que decir (fiscales, abogados, testigos, familiares). Con imágenes de archivo en la pantalla, el conductor del noticiero de turno se encarga prolijamente en off de hacer un cuadro de situación actualizado, sin agregar o arriesgar datos o hipótesis propias. A lo sumo, pero siempre encuadrando el tema en alguna tendencia más general, se consulta con frecuencia a Gabriel Zurdo, un especialista en ciberseguridad.

A todo este escenario podrían agregarse algunos otros matices, como que siempre hay algún lugar para informaciones relacionadas con universidades del conurbano y para difundir reclamos de sectores que se oponen frontalmente a las políticas oficiales: un paro de la Asociación de Trabajadores del Estado o el reclamo de organismos de derechos humanos por despidos en los llamados Espacios de la Memoria.

Y en el terreno de las noticias internacionales también se busca el equilibrio a través de informaciones breves (aquellas que siempre pueden presentarse acompañadas de imágenes elocuentes) y algunas didácticas intervenciones de la columnista especializada Leticia Martínez. Aunque en este terreno hay alguna incongruencia que debería corregirse. El noticiero internacional que siempre tuvo su lugar en la programación los sábados (día ideal para resumir la semana) pasó a emitirse los viernes, de 19 a 20, inmediatamente antes de un noticiero central que replica (también con el aporte de Martínez) buena parte de los temas tratados con menos de una hora de diferencia. Una superposición innecesaria.

En una etapa de transición como la que atraviesan los medios públicos, todo lo dicho puede entrar en revisión frente a lo que acaba de ocurrir. La celebración por el Día de la Independencia fue un primer e inmejorable test para evaluar de qué modo la TV pública de este momento refleja la vida oficial y los actos de gobierno.

Lo que vimos fue una suerte de mezcla entre distancia y cercanía, que quizás se adelante a próximos tiempos de definiciones. El desfile se emitió completo, de manera ininterrumpida durante más de dos horas y media sin cortes comerciales (no así el Tedéum, del que se hizo una edición con los tramos más destacados de la homilía del arzobispo Jorge García Cuerva), y tuvo en la mayor parte de su desarrollo el audio de los locutores oficiales.

Cuando les tocó intervenir, siempre en off y acompañando las imágenes del desfile, Fernández y Puerta aportaron comentarios casi siempre informativos y ajenos a todo juicio de valor. Y con la misma preferencia por la descripción sumaron a ese trabajo detalles de la conversación virtual que el Presidente mantuvo con usuarios de redes sociales antes de encabezar el desfile. Un modesto entusiasmo quedó para los graphs que acompañaban las imágenes, al estilo de “La fiesta patria se vive por la TV Pública”.

En líneas generales, vale repetirlo, los noticieros de la TV Pública mantienen la línea sobria y ajena a cualquier estridencia (salvo cuando se habla de nuestro seleccionado en la Copa América) que se apreciaba en la gestión anterior. Hasta el 10 de diciembre, ese estilo llegaba a la pantalla acompañada por una manifiesta voluntad de respaldar desde los noticieros la gestión oficial.

Ese sesgo ahora no está tan a la vista, aunque no falta ninguno de los temas fundamentales de la agenda oficial y tampoco la expresa mención de algunas de las opiniones más fuertes que tiene Milei respecto de sus adversarios políticos en la difusión de cada uno de sus actos. Falta saber si la pantalla informativa de la TV Pública viene mostrando una tendencia provisional o definitiva. Por lo que vimos en los últimos días todavía es un modelo para armar.