Los más vendidos, la película en la que Michael Caine interpreta a un personaje atravesado por algunos de sus problemas en la vida real
Los más vendidos (Best Sellers, Canadá-Reino Unido/2021). Dirección: Lisa Roessler. Guion: Anthony Grieco. Fotografía: Claudine Sauvé. Música: Paul-Leonard Morgan. Edición: Arthur Tarnovski. Elenco: Michael Caine, Aubrey Plaza, Scott Speedman, Ellen Wong, Cary Elwes. Duración: 102 minutos. Disponible en Star+. Nuestra opinión: buena.
En octubre de 2021, Michael Caine dijo por primera vez que evaluaba muy seriamente la posibilidad de retirarse de la actuación de manera definitiva. Enseguida volvió sobre sus pasos, se desmintió a sí mismo y prometió que seguiría en actividad. Hizo un par de películas más y todavía se especula sobre su posible participación en Nada es para siempre 3, todavía en preproducción, para retomar el papel que interpretó en los dos films previos.
Pero ahora mismo la certeza del adiós parece haber ganado definitivamente a Caine. Y quien se asome ahora a Los más vendidos (Best Sellers) seguramente entenderá mucho mejor esa decisión. Acaba de llegar al streaming, en carácter de estreno directo, la película que el ilustre actor británico insinuó hace dos años que iba a ser la última de su extraordinaria carrera.
En esta pequeña película canadiense, ópera prima como directora de la actriz Lina Roessler, nacida en Toronto, Caine personifica a Harris Shaw, un escritor que después de triunfar décadas atrás con su primer libro decidió romper todo contacto con el mundo y renegar de cualquier vínculo social. Se convirtió en un hombre solitario, arisco, huraño, misántropo y fóbico a cualquier contacto social. Sus únicos amigos son los cigarros y una buena botella del mejor whisky escocés.
Pero el hombre tiene una vieja deuda sin cumplir con la editorial que publicó aquel temprano (y hasta ahora único) éxito literario. La empresa está en serios problemas económicos y Lucy Stanbridge (Aubrey Plaza), la hija de su fundador, ahora al frente del sello, imagina el regreso de Shaw como única salvación posible frente a la incómoda alternativa de una venta a precio de ganga de la marca familiar y su catálogo completo.
El anciano Shaw recibe a Lucy con el gesto amargo, mordaz y malicioso que distinguió a algunos de los grandes personajes llevados al cine por Caine. El hombre tiene un manuscrito inédito que podría convertirse en la llave para el rescate de la maltrecha editorial. Lucy lo convence para editarlo y compartir con él una gira promocional, que no saldrá como lo había imaginado.
Filmada con austeros recursos en Quebec, Los más vendidos es demasiado modesta en sus propósitos y pretensiones para encarar el abordaje simultáneo de varios temas (los vínculos intergeneracionales, los conflictos familiares, los nuevos hábitos de consumo cultural, las imposturas de la maquinaria consagrada a la producción y la promoción de los libros, el abandono y la soledad de las personas mayores) sin un criterio único capaz de guiar la narración y respaldarla en términos de lógica interna.
Roessler vacila entre el retrato humano de dos personas bien distintas que se enfrentan a sus propios demonios, la descripción del vínculo (entre tierno y áspero) que va naciendo entre ambos, algo de comedia satírica intelectual (representada por la palabrota que marcará a fuego el complicado tour promocional del nuevo libro de Harris), el viaje como descubrimiento y el melodrama sentimental sobre un personaje desengañado que se acerca al final de su vida.
Planteadas así las cosas, Los más vendidos padece una limitación natural e inevitable. Cada tramo del camino, y sobre todo de la relación entre Harris y Lucy (el núcleo real del relato) queda trunca antes de completarse y siempre de manera inestable, como una casa que está todo el tiempo en obra o en medio de una remodelación.
La directora opta por algunos caminos atractivos, como cuando pone en el centro de la escena a un vanidoso crítico literario (sorprendente aparición de Cary Elwes). Pero aquí, como en casi todo lo demás, la idea se queda por lo general apenas en un esbozo. No hay un marco lo suficientemente sólido para sostener desde la consistencia interna a lo que funciona por lo general como una suma de estímulos y búsquedas que se dispersan justo cuando necesitan afirmarse.
Por suerte hay convicción interpretativa para disimular algunas de esas vacilaciones. Sobre todo por el lado de Caine, que transforma sus limitaciones físicas en un activo permanente. Hace dos años, en aquella primera insinuación acerca de su retiro, se había referido a los problemas de movilidad que atravesaba. “Tengo un problema de columna que me afecta las piernas, así que no puedo caminar muy bien”, dijo en ese momento.
A llevar esa visible declinación física real a lo más profundo de la personalidad y el temperamento de Harris Shaw, Caine muestra a la perfección la deriva del personaje y desde allí nos muestra, primero desde el silencio y luego con algunas palabras, cómo fue el derrotero de su vida y cómo llegó a esta instancia. Solo los grandes actores pueden pasar en un instante del humor cáustico (otra marca registrada de su estilo) a la expresión piadosa. A su lado, Plaza muestra su talento de comediante cada vez que se ve obligada a reaccionar con resignación a las provocaciones de su veterano compañero de ruta.
Finalmente, no deja de ser divertido el hecho de que Caine interprete en la ficción a un escritor olvidado que revela su talento a las nuevas generaciones en el mismo momento en que, con 90 años cumplidos, se anima por primera vez a mostrar esa misma faceta en la vida real. Precedida por comentarios muy entusiastas, llegará el mes que viene a las librerías del Reino Unido Deadly Game, la primera novela de Caine, un thriller que transcurre en la pandemia con detectives y gente muy peligrosa detrás de un cargamento de uranio hallado en Londres.