¿Qué veo? Maradona: sueño bendito sortea con equilibrio y prolijidad un desafío casi inabarcable

Serie sobre la vida de Diego Maradona
Serie sobre la vida de Diego Maradona

Maradona: sueño bendito (Argentina-EE. UU.-México/2021). Showrunner y director: Alejandro Aimetta. Co-director: Roger Gual. Guion: Alejandro Aimetta, Silvina Olschansky y Guillermo Salmerón. Fotografía: Rodrigo Pulpeiro. Edición: Ariel Frandj, Anabela Lattanzio y Mariano Saban. Elenco: Juan Palomino, Nazareno Casero, Nicolás Goldschmit, Peter Lanzani, Julieta Cardinali, Mercedes Morán, Rita Cortese, Pepe Monje, Jean Pierre Noher, Leonardo Sbaraglia, Eva de Dominici, Darío Grandinetti, Francesc Orella, Federico D’Elia, Gerardo Romano, Laura Esquivel, Marcelo Mazzarello, Claudio Rissi, Fernán Mirás, Mex Urtizberea, Luis Rubio, Marina Belatti, Osqui Guzmán y otros. Disponible en: Amazon Prime Video. Nuestra opinión: buena

Más que bendito, contar la historia completa de la vida y la obra futbolística de Diego Maradona puede resultar un sueño imposible. Desde la aparición en 2019 del gran documental de Asif Kapadia quedó instalada la certeza de que acercarse a Maradona, describir su personalidad, entender las decisiones que tomó y retratarlo en su contexto histórico solo es posible, paradójicamente, deteniéndose en algún momento clave de su vida. Lo más probable de cualquier intento por ir mucho más lejos es que se escape de las manos de quienes quieran emprenden semejante desafío.

Esta sensación atraviesa todo el tiempo la narración de esta serie de diez episodios, que comienza en los albores de 2000 en Punta del Este con un Maradona excedido de todo y al borde de la muerte. A partir de allí la acción viaja hacia el pasado, al relato de la niñez del personaje, la evolución como futbolista, la consagración en la Argentina y en el exterior, las transformaciones en su personalidad, la fama mundial, la gloria deportiva con el título mundial en México 86, el apogeo y la caída en el Río de la Plata, en Barcelona y en Nápoles. Pero cada vez que todo parece desbordarse y superar cualquier medida razonable porque el personaje central resulta imposible de abarcar, este relato consigue llegar a algún punto de prudente equilibrio.

Pepe Monje (Don Diego), Nicolás Goldschmidt (Maradona) y Peter Lanzani (Cyterszpiler)
Pepe Monje (Don Diego), Nicolás Goldschmidt (Maradona) y Peter Lanzani (Cyterszpiler)


Pepe Monje (Don Diego), Nicolás Goldschmidt (Maradona) y Peter Lanzani (Cyterszpiler)

Hay que reconocer en ese sentido el esfuerzo del showrunner argentino Alejandro Aimetta (de larga trayectoria en México) y de una compleja producción internacional que contó además con un cuantioso apoyo desde Amazon Prime Video, la plataforma de emisión de la serie. A la luz de los resultados de los cinco episodios iniciales (la mitad de la primera temporada completa) evaluados en esta reseña, el resultado es satisfactorio. Cualquier otro abordaje resultaría improbable.

Aimetta y su equipo eligen retratar a Maradona desde la suma de lo que consideran como los grandes momentos de su vida deportiva. Desde allí se van construyendo, como en un bordado paralelo, los apuntes de una evolución humana que descubre la personalidad avasallante del ídolo. De esa pintura se desprenden dos consecuencias muy visibles: vemos a un Maradona que se siente capaz de hacer todo lo que se propone sin medir las consecuencias y también vemos cómo su entorno, cercano o más amplio, no quiere, no puede o no se anima a controlarlo. Alrededor también aparecen las personas que se aprovechan de esa situación en propio beneficio y aquellos que realmente quieren recuperar en él cierta pureza original, oculta detrás de todos los excesos.

Los tres Maradona de la serie: Nicolás Goldschmidt, Nazareno Casero y Juan Palomino.
Gentileza Amazon


Los tres Maradona de la serie: Nicolás Goldschmidt, Nazareno Casero y Juan Palomino. (Gentileza Amazon/)

Para beneficio de la narración, todo esto ocurre con razonable fluidez. No era una tarea fácil por el compromiso de tantos nombres y tantas cuestiones en cada etapa de la existencia del protagonista. El interés no decae casi nunca -a excepción de un tercer episodio bastante opaco que coincide con la llegada de Maradona a Boca Juniors y el título local de 1981- y la mayoría de las secuencias suenan creíbles, sostenidas e integradas al conjunto. Pero el precio que se paga es el de la simplificación. A veces, las figuras bien conocidas que interactúan con el ídolo tienen apariciones circunstanciales y escasas, que bien podrían haberse desarrollado mucho más. Hay personajes que seguramente merecían ese destino, como los integrantes del entourage maradoniano que vive y se mueve a sus expensas en Barcelona, y se queda en el retrato esquemático, casi de estereotipo.

Frente a Maradona no aparece otro villano que sus propios e inmanejables demonios interiores, expuestos por suerte sin subrayados. Los “malos” de turno (allegados inescrupulosos, dirigentes inflexibles, medios sensacionalistas) lo son porque se aprovechan de un Maradona que descubre de a poco que puede tener todo a su alcance, como si fuese una fuente inagotable. También aparece otra clase de antagonistas, conectados casi siempre con la historia política argentina, a través de menciones y conexiones con la trama principal que por lo general resultan forzadas y endebles. Hasta el quinto episodio, el momento más flojo de la serie coincide en la tercera parte con las caprichosas referencias a la guerra de las Malvinas.

El Diego retratado aquí es una persona de buen corazón, fiel a los mandatos familiares y a los códigos de la amistad masculina, que reacciona de inmediato frente a todo lo que considera injusto, pero a la vez es incapaz de entender que sus algunos de sus actos y comportamientos tienen consecuencias que corresponde asumir. Una manera de entenderlo es asociar este relato con el supuesto pliego de condiciones que Maradona habría elevado a la producción de la serie como condición para aprobarla. Allí se pide dejar constancia, entre otras cosas, de una infidelidad de Claudia Villafañe. Pero lo que vemos en Sueño bendito es que al menos hasta el quinto episodio ella es la víctima permanente de las infidelidades de su pareja. “A Claudia no le puedo hacer daño”, le dice Diego a su amante Lorena Gaumont (nombre de fantasía que aludiría a Lucía Galán, interpretada por Eva De Dominici) en un momento de ese complejo vínculo.

El extenso elenco incluye a varios nombres muy familiares que muestran compromiso absoluto (aún en los casos de apariciones muy menores) para interpretar a algunas figuras públicas que estuvieron muy cerca de Maradona en distintos momentos. Algunos aprovecharon muy bien las mayores posibilidades de desarrollo de sus respectivos personajes y entregan grandes composiciones, como Jean Pierre Noher (Guillermo Cóppola) y Peter Lanzani (Jorge Cyterszpiler). Mercedes Morán, Julieta Cardinali, Leonardo Sbaraglia, Fernán Mirás, el catalán Francesc Orella y Darío Grandinetti también tienen momentos de lucimiento en esos primeros cinco episodios. No hay nadie que desentone.

Buena parte de los méritos de la serie descansan en el muy buen rendimiento del trío de actores encargado de personificar a Maradona en distintos momentos. Nicolás Goldschmidt, Nazareno Casero y Juan Palomino supieron asumir como actores ese desafío en lugar de imitar a Maradona, lo que hubiese sido el camino más fácil (y equivocado). A ellos hay que sumar la breve y meritoria aparición de Juan Cruz Romero como Diego de niño.

Julieta Cardinali es Claudia Villafañe
Gianni Fiorito


Julieta Cardinali es Claudia Villafañe (Gianni Fiorito/)

Algunos movimientos de los Maradona de ficción, además, se engarzan a la perfección con un inteligente uso de las imágenes de archivo. En ellos quedan expuestos los alcances y los límites de esta exigente e interminable producción que inició su rodaje en enero de 2019. Contar la vida real de Diego Maradona parece un sueño inalcanzable, pero la representación que propone Sueño bendito es un primer acercamiento (prolijo, ameno, hábil, limitado, escueto) a la verdadera estatura del mito.