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¿Qué veo? Río Bravo, uno de los más grandes westerns de la historia del cine

John Wayne y Dean Martin, figuras de uno de los grandes westerns de la historia del cine
John Wayne y Dean Martin, figuras de uno de los grandes westerns de la historia del cine

Producida en 1959 y estrenada en la Argentina a principios de 1960, Río Bravo es uno de los westerns más grandes de toda la historia del cine. Nació como respuesta explícita a otra película del Oeste que con el tiempo llegó a ganar mucha notoriedad. A Howard Hawks no le gustó para nada A la hora señalada (High Noon, 1952). Estaba muy irritado sobre todo, y así se lo confesó a su colega Peter Bogdanovich, por la actitud que la trama le imponía al personaje interpretado por Gary Cooper, un sheriff obligado a luchar contra un peligroso criminal dispuesto a todo con tal de vengarse de él.

En la película dirigida por Fred Zinnemann, Cooper se pasa buena parte del tiempo pidiendo ayuda y nadie se la brinda. Hawks estaba convencido de que esa conducta resulta bastante tonta, casi inexplicable, en el caso de un hombre que al final muestra que es perfectamente capaz de resolver las cosas por sí mismo. “Por todo eso –explica el realizador- decidí hacer lo contrario y adoptar un punto de vista verdaderamente profesional”.

En Río Bravo, el sheriff John T. Chance (John Wayne) encierra en la celda de su oficina al sanguinario Joe Burdette (Claude Akins) por matar a sangre fría a un hombre desarmado. Allí deberá permanecer hasta que llegue un alguacil federal para llevárselo y aplicarle la pena que corresponde a la magnitud de su delito. Una larga vigilia de seis días en los que Chance debe evitar que el acaudalado hermano del criminal y la banda de malhechores que le responde logren rescatarlo.

Walter Brennan, John Wayne y Dean Martin en una escena de Rio Bravo (1959), de Howard Hawks
Walter Brennan, John Wayne y Dean Martin en una escena de Rio Bravo (1959), de Howard Hawks


Walter Brennan, John Wayne y Dean Martin en una escena de Rio Bravo (1959), de Howard Hawks

Pero en este caso, Hawks muestra todo el tiempo cómo el sheriff está dispuesto a recibir apoyo y refuerzos, siempre y cuando quien se ofrece a hacerlo demuestre ser lo suficientemente bueno como para hacerlo. De lo contrario, preferirá mantenerlo lejos. Dice el gran crítico y autor cubano Guillermo Cabrera Infante en su libro Arcadia todas las noches que ver a Wayne en esa película “es ver a un héroe antiguo, a un verdadero sheriff del Oeste, a un contemporáneo de Martín Fierro, y donde él esté, estará la poesía de la acción y la literatura de las vastas pasiones: estará la epopeya viril”.

El cambio de perspectiva que propone Hawks en Río Bravo frente a lo que muestra A la hora señalada va mucho más allá de un juego de opuestos. Para el crítico británico Robin Wood, en la película de Zinnemann cada secuencia está pensada y armada de manera premeditada para lograr un objetivo que resulta ser puro artificio: la exposición del propósito moral que inspira las acciones del héroe. Todo deliberadamente calculado con la fría intención de hacer una película con “mensaje” pensada desde el vamos para ganar el Oscar.

En Río Bravo, en cambio, Wood se detiene a observar otras facetas: la extraordinaria naturalidad de las interacciones entre los personajes, el modo en que progresa la trama a partir de impulsos vitales, la manera en que cada decisión cobra sentido a partir de acciones y comportamientos previos, y hasta el tono relajado y por momentos genuinamente humorístico que puede adquirir algún momento lleno de tensión.

Detrás de todo esto aparece la historia de una gran amistad. La que sostienen desde el principio de la historia el sheriff Chance y su antiguo ayudante Dude (Dean Martin), a quien una decepción amorosa transformó en una verdadera sombra. Un “borrachón” (así lo definen los mexicanos que habitan en ese pequeño pueblo de Texas creado para el film y curiosamente llamado Presidio) al que le tiemblan las manos todo el tiempo, pero aun así conserva la dignidad suficiente como para recuperar el lugar que supo ocupar al lado del héroe. Gracias, en buena medida, a su puntería infalible.

Por eso Hawks dice que la palanca que impulsa la historia depende mucho más de Martin que de Wayne. Porque todo comienza a partir del efecto de una borrachera. En la magistral secuencia inicial, en la que no se emite ni una sola palabra por largos minutos, descubrimos la degradación de Dude, la intervención de Chance para evitar un comportamiento todavía más humillante (ahí nos damos cuenta que se conocen y son amigos), la crueldad gratuita de Burdette, el sentido del deber del sheriff y también cómo su vínculo con Dude necesitará más de una reparación. Es ese amigo imperfecto, según la definición de Wood, que aparece todo el tiempo en el cine de Hawks.

El amigo imperfecto de Río Bravo es un actor inesperado. En palabras del crítico e historiador David Thomson, Martin es la última persona que uno podría encontrar en una aventura del Oeste estadounidense en pleno siglo XIX. “Los que son buenos saben trabajar”, respondió Hawks a quienes se sorprendieron al ver a Martin en un papel completamente atípico, que exigía un constante cambio de tono, de actitud y de comportamiento, todo un desafío para un actor con sus antecedentes. Tenía al mismo tiempo que lucir su destreza con las armas y mostrarse como un derrotado, sobre todo en el terreno anímico y espiritual.

La brillante interpretación del “borrachón” Dude que hace Martin en Río Bravo es otro de los grandes misterios de un actor sorprendentemente elusivo, que siempre se empeñó en ocultar su verdadera personalidad. Así lo cuenta el excelente documental King of Cool, incluido en la programación del Bafici 2022. Hay una última oportunidad para verlo este jueves 28, a las 18.30, en el cine Lorca.

John Wayne y la bellísima Angie Dickinson, dos de los protagonistas de Rio Bravo
John Wayne y la bellísima Angie Dickinson, dos de los protagonistas de Rio Bravo


John Wayne y la bellísima Angie Dickinson, dos de los protagonistas de Rio Bravo

Aunque en apariencia esté lejos aquí de su clásica identidad tan asociada con la comedia ligera, el cigarrillo en la mano y las presentaciones en los casinos de Las Vegas, Martin se convierte en un momento en el protagonista del momento más cool de Río Bravo. Es cuando lo vemos cantando en la oficina del sheriff “My Rifle, My Pony and Me”, una canción que con el tiempo se hizo enormemente popular, junto a otros dos protagonistas decisivos de esta película, el viejo Stimpy (otra creación extraordinaria de Walter Brennan) y el joven Colorado, encarnado por el pintón actor y cantante juvenil Ricky Nelson, una de las voces más populares de los tiempos pioneros del rock and roll, especialmente la época en la que fue convocado para filmar Río Bravo. Después de un ocaso prematuro y un intento de recuperar la buena senda perdida a comienzos de los años 70, Nelson falleció en un accidente de avión cuando tenía 45 años, en 1985.

El elenco principal de Río Bravo se completa con la maravillosa Angie Dickinson, que viste a su personaje, llamado Feathers, de todas las virtudes que el cine de Hawks le otorga a las mujeres: sabe estar todo el tiempo al lado del héroe, acompañándolo y fortaleciéndolo, demostrando además en las instancias decisivas un valor y una decisión a toda prueba. Y es capaz al mismo tiempo de mostrar una gran sensibilidad.

La belleza, la convicción y el talento de Dickinson, puestos al servicio de un personaje irresistible en su poder de atracción, llevan a Río Bravo a uno de sus puntos más altos. En la conversación con Bogdanovich, Hawks lamentó que a ella no le tocara la suerte que tuvieron muchas de sus colegas en la época dorada de Hollywood, cuando los actores y las actrices trabajaban bajo contrato casi sin tener la oportunidad de decir que no a los papeles que los estudios le asignaban. “Fue algo horrible. Angie simplemente fue pasando de una mala película a otra. Una maldita pena”, expresó sin vueltas el director.

A diferencia de otros westerns, Río Bravo prescinde de los amplios espacios y de la inmensidad del paisaje. Su trama, que en buena parte transcurre en la estrecha geografía de una calle que muestra en una punta al clásico saloon y en la otra la oficina del sheriff, tiene más que ver con situaciones complejas del alma y la conciencia humana, una dimensión que lleva la película hasta los confines del cine policial, como observó Cabrera Infante. “Por primera vez el sheriff es un verdadero policía y la trama tiene todos esos truquitos que Dashiell Hammett hizo su marca de fábrica en una novela que está en las antípodas, El halcón maltés”, escribió el cubano. Un policial ejemplar como Asalto al precinto 13 (1976), de John Carpenter, sigue directamente la línea central del argumento de Río Bravo. De todas maneras, las conexiones más fuertes de esta obra maestra aparecen en el interior de la filmografía de Hawks: los westerns El Dorado (1966) y Río Lobo (1970), las últimas dos películas del director, ambas con John Wayne como protagonista, son variaciones sobre el mismo tema.

Hay otra cosa fundamental que Cabrera Infante dice sobre Río Bravo. Es una película que vemos una y otra vez, y en cada nueva ocasión nos parece todavía mejor. El secreto no hay que buscarlo en la aparente novedad de su trama. El propio Hawks dijo que en ese tiempo prefirió concentrarse mucho más en la caracterización de los personajes y en el sencillo placer de contar una historia sin demasiadas vueltas. Río Bravo dura casi dos horas y media que fluyen todo el tiempo y jamás agotan la atención. Uno de los westerns más grandes de toda la historia, entretenimiento puro en su máxima expresión, es a la vez una de las muestras de mayor grandeza estética, narrativa y emocional que puede entregar el cine.

Rio Bravo está disponible en HBO Max