¿Qué veo? The Last of Us logra lo imposible: que nos vuelvan a interesar los zombis
The Last of Us (EE. UU./2023). Creadores: Neil Druckmann y Craig Mazin. Dirección: Neil Druckmann, Ali Abbasi, Jeremy Webb y Craig Mazin. Música: Gustavo Santaolalla y David Fleming. Elenco: Pedro Pascal, Bella Ramsey, Gabriel Luna, Anna Torv, Nick Offerman. Disponible en: HBO Max. Nuestra opinión: muy buena.
En el cuento “La biblioteca de Babel”, Borges postula su concepción sobre el universo, sobre la idea del eterno retorno y también, claro, sobre la literatura: dado que la biblioteca no tiene límites y que el número de combinaciones posibles de caracteres en un libro es muy alta pero no infinita, al cabo de cierto tiempo, inevitablemente los volúmenes empezarán a repetirse. No está claro si esta noción representa la naturaleza del cosmos, pero es bastante acertada en relación con la TV. Con una producción anual de cientos de nuevas ficciones, es muy difícil o demasiado arriesgado hallar vías que no hayan sido transitadas y, en consecuencia, lo nuevo suele ser más bien una remake, reversión o recombinación de lo que ya existe. Vivimos el eterno retorno de lo parecido.
The Last of Us fue inicialmente un videojuego para Playstation, lanzado en 2013, con una trama apocalíptica que era ya deudora de otros relatos muy populares del rubro como The Walking Dead o Soy leyenda, no porque estos relatos también presentaran una versión de los que resultaron los monstruos de nombre foráneo más ubicuos de nuestra era -no los influencers sino los zombis- sino, principalmente, porque retomaba ideas y conflictos de esos y otros títulos. Tal impronta narrativa prestada por el cine del género fue lo más destacado del juego. Tras años en desarrollo, finalmente llegó su iteración televisiva.
Esta versión seriada de un juego inspirado en series y películas cierra el círculo y, en efecto, hay poco de lo que se muestra aquí acerca de lo que no pueda decirse “ah, esto es tal como en The Walking Dead o La carretera o Niños del hombre o Guerra Mundial Z”. Sin embargo, el hecho de que la serie no tenga rastros de originalidad detectables en sangre no implica que no esté impecablemente construida. A veces el cover es mejor que el original.
Esta ficción fue creada y guionada por Neil Druckmann, uno de los autores del juego, y Craig Mazin, ganador de un Emmy por su trabajo en Chernobyl. Igual que su material de base, narra una pandemia originada por un hongo parasítico que se instala en el cerebro humano y toma control de sus víctimas con el mismo fin de todo ser vivo: propagar sus genes, reproducirse. Los infectados resultan mutantes caníbales altamente contagiosos.
Como la más reciente versión de Soy leyenda, la serie usa apenas el prólogo para mostrar el origen del brote, que sucede en un 2003 alternativo, para luego proyectarse un par de décadas hacia adelante. En el presente del relato, el mundo está en ruinas aunque existen zonas de cuarentena pobladas por sobrevivientes sanos, gobernadas manu militari por un régimen autoritario que condena a muerte a quien desafíe sus normas. También existe una suerte de resistencia, llamada Las Luciérnagas, que intenta derrocarlo para imponer un gobierno más benévolo. Este grupo descubre a una niña llamada Ellie (Bella Ramsey) que fue afectada por la infección y no se zombificó. Es un caso único y podría ser la clave para encontrar una cura.
Ajenos a ambas facciones se encuentran los protagonistas, Joel (Pedro Pascal, ya libre de la pesada máscara de The Mandalorian) y Tess (Anna Torv de Fringe), una pareja de sobrevivientes natos que se mantienen gracias al tráfico clandestino y planean escapar del ghetto para ir al encuentro del hermano de Joel (Gabriel Luna). Las presentaciones de los personajes concluyen y la narración se pone realmente en marcha cuando se explica que la niña debe ser trasladada en secreto fuera de la zona de cuarentena, a través de los territorios contaminados, hacia otro enclave donde acaso se pueda desarrollar una vacuna. Por circunstancias fortuitas y ajenas a sus voluntades, la tarea recae sobre Joel y Tess.
Además de las buenas interpretaciones de todos los protagonistas, la construcción de los personajes principales es lo que separa esta serie de la manada: todos cargan con una pérdida y a la vez fueron endurecidos a un nivel inhumano por sus circunstancias. Joel y Tess son extraordinariamente eficientes en lo que hacen y tal cosa los vuelve inmediatamente interesantes. Ellie, por su parte, tiene una inteligencia poco común, que suele manifestarse de modo ingenioso y, por lo tanto, cautivante. A medida que avanzan los episodios, la serie se concentra en el vínculo entre Ellie y Joel porque, en definitiva, este es un relato sobre la paternidad y las recuperación de aquello que nos hace humanos.
HBO Max no parece haber limitado los gastos para la recreación de este mundo. No hay otra serie del rubro, o quizás de ningún otro rubro, que registre valores de producción semejantes. The Walking Dead es La Noche de los muertos vivientes en comparación a The Last of Us y no en el mejor sentido. Este es otro rasgo no menor que la separa del resto de sus semejantes. Volviendo a la metáfora musical, también se puede decir: “lo importante no es la melodía, es el arreglo” y en este caso, el arreglo es muy bueno.