El vestido de novia de Esther García en su boda con Pablo Ojeda, nutricionista de laSexta

El vestido de novia de Esther García en su boda con Pablo Ojeda, nutricionista de laSexta
(@fotosfatimagonzalez)

El otoño es, a pesar de las probabilidades de lluvia, una época en la que se siguen celebrando muchas bodas. Una de las últimas ha sido la del nutricionista Pablo Ojeda, colaborador habitual del programa Más vale tarde, de laSexta, y la diseñadora Esther García. El enlace, que congregó a más de 300 invitados, se celebró en Casa Cossio, una casa palaciega fundada en 1735 y con singular jardín, situada en el corazón de El Puerto de Santa María, tierra natal de la novia. Y si todos los vestidos de novia son esperados, siendo ella diseñadora, el suyo causó una gran expectación.

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Esther fue la encargada de diseñar y confeccionar en su taller, junto a su equipo de costureras, el vestido de sus sueños. Se trataba de una prenda con el cuerpo ligeramente encorsetado, falda recta y varios detalles que la hacían muy especial. Aunque parezca mentira, dos semanas antes del gran día la novia no tenía nada. "En mi cabeza tenía la idea de un estilo bohemio, boho chic, pero las tiendas de telas y los fabricantes con los que trabajo solo tenían 'sota, caballo y rey'. Fui a Sevilla, Madrid, a toda la provincia de Cádiz… Y nada, no encontraba nada que me enamorara", nos explica. Hasta que se le ocurrió buscar en un anticuario y lo encontró: untejido de tul bordado a mano con más de 200 años que pertenecía a la aristocracia. Con él confeccionó la falda principal, pero debajo llevaba otra capa de tul y otro detalle de encaje en rosa nude. Era de un vestido suyo, de hace mucho tiempo, que desmontó y reutilizó para ocasión. Con esta decisión no solo cumplió con la tradición de llevar algo antiguo, también le ayudó a crear una falda asimétrica, más corta por delante, que dejaba a la vista sus sandalias.

Pero faltaba dar forma al resto del vestido y no fue fácil. No tanto por dar con la silueta adecuada, sino porque el tono envejecido de la tela no existe en los materiales actuales, eso solo se logra con el paso del tiempo. Esther tuvo que teñir "más de 12 metros de tul con ollas enormes de café a escondidas de su futuro marido, Pablo Ojeda", cuenta. Lo más divertido es que la novia no bebe café y durante semanas estuvo cogiendo a escondidas las cápsulas que Pablo compraba cada semana, pensando que lo consumía demasiado rápido. Ya en la ceremonia, la hermana de Esther desveló el misterio.

Detalles de tendencia

La diseñadora, acostumbrada a trabajar con las tendencias, incluyó un detalle por el que cada vez apuestan más firmas nupciales y resulta especialmente favorecedor, el drapeado. Esta forma de trabajar el tejido, creando pequeños pliegues, logra que la prenda se ciña con suavidad a la figura, potenciándola y favoreciéndola. Ella la aplicó en una especie de fajín, decorado con tres botones joya, que unía el cuerpo y la falda. Servía además de una especie de conexión que daba continuidad a la parte superior de la prenda, más moderna y actual, con la falda de tul bordada a mano, totalmente vintage. Eso sí, no era su idea principal, porque, tal como nos cuenta, el vestido original era totalmente liso. "En el taller comencé a hacer pruebas y me comencé a colocar tiras y tiras fruncidas en la cintura y a crear sobre la marcha", apunta.

Uno de los detalles en el que solo reparan los ojos más entrenados, es que el vestido de Esther llevaba una fina línea de pedrería en los costados. "No me gusta que se vean las costuras, por eso le cosimos pedrería tanto en el frente como en los laterales".

Detalle vestido de novia Esther García
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Completó su look nupcial con un elemento que, de nuevo, está muy presente en las elecciones de las novias: el velo. Aunque durante unos años este accesorio, casi siempre elaborado en tul, fue descartado por muchas prometidas, ahora casi todas lo llevan. Aunque podría deberse simplemente a que "las modas vuelven", lo cierto es que muchos creativos aseguran que este detalle es el que ayuda a convertir a la novia realmente en eso, en una novia. Eso sí, las formas de llevarlo son cada vez más variadas. Esther nos cuenta que desde el principio supo que quería llevarlo, pero sujeto de un modo más original. "Todas las novias se lo colocan por igual fruncido en la nuca con un peinecillo. En mi caso, lo coloqué con dos picos sujetos a las flores al estilo años 20", apunta.

Detalle vestido de novia Esther García
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Los otros detalles del look nupcial

Novias y diseñadores son conscientes de que un vestido de novia, para que funcione y sea redondo, necesita ir acompañado por los complementos adecuados. Ella eligió unas sandalias de Flordeasoka y joyas que, aunque muy especiales, no quería que fueran las protagonistas del look. "Tenía clarísimo que quería algo sencillo. Los pendientes eran pequeñitos, con catorce brillantes. Me los regalaron mis suegros en la pedida y también me puse el anillo de la pedida, que tiene un brillante", nos cuenta.

Esther lució también un tocado, en la misma línea que el que llevaban los pajes, con flores en tonalidades blancas, anaranjadas y rosas. "La casa donde nos casamos es un antiguo palacio espectacular y quería que la boda fuera para los invitados como si se trasladaran a la Toscana. Mesas de madera sin manteles, vajilla alegre, centros de flores con colores vivos como verdes, amarillos y fucsias... Mi corona, las de las damitas de honor y el ramo debían ir en consonancia". Este detalle añadía un toque de color al conjunto, y también su ramo. Obra de Ángela, florista de Atemp, estaba elaborado con Alhelíes fucsias, Rosas Spray color nude, Solidago, Tanacetum y Limonium malva. Estaba atado con una cinta del mismo tejido con el que habían sido confeccionados los vestidos de sus damas de honor, en relación a su unión. En la empuñadura había también una cruz, en recuerdo a su padre. "Murió hace 3 años y mi boda era un momento muy especial, quería que estuviera a mi lado. La previsión del tiempo era mala, lluvias, viento... No sé si sería mi padre desde el cielo pero hizo un sol radiante y una temperatura perfecta", nos dice.

Para su look de belleza, y siguiendo la tendencia más extendida entre las novias, Esther se decantó por un maquillaje muy natural con efecto piel jugosa que cedía el protagonismo a su mirada y que fue creado por su fotógrafa, Fátima González. En cuanto a su melena, en lugar de recogerla en un moño, algo que suelen hacer las prometidas cuando llevan velo, decidió lucirla suelta y con ondas. Una elección que encajaba perfectamente con el estilo de su vestido y que fue obra de Eliana Moragues. "Cuando estábamos haciendo el peinado, se me ocurrió decirle a la peluquera que me hiciera unas trenzas pequeñitas y las entremezclara con flores naturales que quitamos del ramo", nos explica. El resultado no pudo ser más especial

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