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Qué es de la vida de Chachi Telesco: el día en que se dio cuenta que ya no quería ser actriz y a qué se dedica en la actualidad

Chachi Telesco dejó la actuación para dedicarse por completo al yoga: abrió su escuela y desarrolló un método propio
Chachi Telesco dejó la actuación para dedicarse por completo al yoga: abrió su escuela y desarrolló un método propio

Hace once años, Chachi Telesco se dio cuenta de que ya no la llenaba tanto ser actriz. Decidió escucharse y se permitió un cambio de vida. Hoy tiene una escuela de yoga y enseña su propio método, el yogafeel. En una charla íntima con LA NACION, Chachi abre su corazón y habla de sus comienzos en el medio, del motivo por el cual decidió decirle adiós a la actriz y darle la bienvenida a la yogui y también recuerda los angustiantes años que vivió cuando se virilizó un video privado que la dejó afuera de High School Musical, una serie de Disney que la tenía como una de sus protagonistas.

Dice Chachi que hasta sus 17 años vivió en una gran casa familiar, en su Rafaela (Santa Fe) natal. Y que de chiquitita quería ser actriz. “Me vine a Buenos Aires porque necesitaba abrir la cabeza. Tenía un sueño y estaba convencidísima de que iba a lograrlo, casi como una meta idílica. Estudiaba canto, teatro y danza clásica desde los 8 años, quería formarme en todas las áreas y aquí hice comedia musical. A mis 15 empecé con el yoga, como una herramienta casi secreta que me hacía bien a mí y a mi familia, porque les enseñaba a ellos. Mi carrera tuvo altos y bajos. Empezó con un bajón enorme porque me sacaron de un programa en un país muy machista en ese momento”, cuenta.

-Un video íntimo y privado tuyo tomó estado público y eso desencadenó en tu salida de High School Musical, ¿no?

-Un video que robaron. Tuvimos muchos juicios por eso.

-¿Qué pasó con esos juicios?

-Si hubiese ganado los muchos juicios que inicié a mis 20 años, muy ilusa, el video hoy no estaría en la web, donde se muestra como pornografía. Nunca debería haber sucedido eso porque le ganamos a la persona que lo robó. Si hubiese habido una justicia menos patriarcal, yo hubiese tenido menos dolor durante tantos años.

Chachi Telesco regresa a la pantalla chica, de la mano de la tira Educando a Nina
Chachi Telesco y su última aparición en la tele, en Educando a Nina - Créditos: @Gerado Viercovich

-¿Te costó mucho recuperarte?

-Hoy, a mis 37 años, abrazo a la Chachi de 20 años, con una cabeza distinta y con la deconstrucción de mi propio machismo. Fue muy angustiante, tuve que salir a mostrar quién soy y que no solo sirvo para tener sexo, porque era eso lo que se exhibía de mi siendo una nena que recién despertaba sexualmente. Fue muy estresante empezar una carrera con todo el mundo hablando sobre cómo yo tenía sexo. Hoy me mato de risa, porque soy más grande y es otro mundo. Perdí todos los juicios cuatro años después porque han modificado cosas, han comprado abogados. No era la Argentina de hoy en la que la imagen de la mujer es privada y tiene un valor en sí misma para toda la sociedad. En ese momento nos cosificaban. Y yo con 20 años, habiendo creído alcanzar mi sueño protagonizando en Disney, tuve que comerme que los medios me destrozaran durante un año y medio, haciendo burlas y bullying. Pero pude sanar y sé que abrí una escuela de yoga con profundidad porque el dolor también fue profundo en mi vida. Nada está sellado, la vida es cambiante por naturaleza. Ojalá la gente se anime a diseñar el futuro que tiene ganas de vivir. Hoy estoy en paz.

-Pero fuiste fuerte y seguiste...

-Creo que me forjó una personalidad de mucha desconfianza que después sanó el yoga. Es casi imposible que no se cuelen dolores cuando te atacan masivamente con violencia de género, que ni siquiera sabía que se llamaba así en ese momento. De ahí salió una mujer no tan vulnerable, más fuerte, y una actriz que trabajó durante 11 años en cine, teatro y televisión y volvió a Disney. Pero no me sirvió haberme endurecido para entrar a ese mundo machista. Cuando me di cuenta de eso tenía 29 años.

-¿Cómo te diste cuenta?

-Estaba grabando Educando a Nina, en Telefe y la espera en el camarín empezó a hacerme ruido. Ya daba clases de yoga a grupos chicos, porque individuales y a amigos les doy desde los 18 años. Entonces, gastar las horas esperando en un camarín para algo que alguna vez me llenó, no me cerraba. En ese momento me llenaba más estar al servicio del bienestar y la salud mental y física de las personas. Me sentía mucho mejor después de dar una clase de yoga que luego de grabar. Organicé una meditación en Telefe y por primera vez traje el mundo del yoga, que tenía en mi vida privada, al set en el que trabajaba. Fue una locura porque me di cuenta que no quería volver a ir a un casting y a grabar después de ver la cara de la gente cuando terminó la meditación. Fue una experiencia hermosa y no me pude hacer más la tonta con mi propósito de vida. El tema es que cobraba bien como actriz, tenía mi equipo de trabajo y una familia acostumbrada ya a que fuera actriz. Necesitaba decirles que no sabía cuánto iba a ganar con el yoga pero que iba a hacerlo igual, e iba a encontrar la manera de que fuera productivo. Les pedí que confiaran. Con el paso del tiempo entendieron que mi billetera no podía ser el motor de mi felicidad.

Chachi Telesco abrió su escuela de yoga en 2018
Chachi Telesco abrió su escuela de yoga en 2018

-Todo un cambio de vida. ¿Cómo fueron esos primeros pasos?

-Abrí la escuela en el 2018. Como actriz tuve representante toda mi vida y no fue fácil venderme en un rol nuevo. Tenía mucho miedo de que me estigmatizaran como actriz y no creyeran en mi como yogui. Porque nunca conté que me dedico a aprender yoga desde los 15 años. Era un gran miedo ‘el qué dirán’ con este nuevo oficio. Lo primero que tuve que aprender es a avanzar con miedo. No hay que esperar a que se te vaya el miedo para avanzar. No es así. Con miedo fui a buscar salones para alquilar, con miedo armé un flyer y me saqué fotos, con miedo mandé mensajes por WhatsApp contando que iba a dar clases y cuánto costaban, porque yo era la profesora, la administradora, todo, como cualquier emprendedor. El primer paso fue hablar con las personas que me conocían y contarles que abría una escuela de yoga, que me iba a dedicar a eso y que dejaba todo lo otro. Le puse toda mi energía, me di un año de plazo y me propuse dar el cien por ciento, incluso con miedo. Pinté de blanco el living de mi casa que era muy chiquita y entraban apenas cinco yoga mats. Mis alumnos amaron el lugar, pero cuando abrí las puertas, el 1 de junio de 2018, había doce personas. Decidí buscar salón para que entremos más y hasta la pandemia tuve tres lugares funcionando en Belgrano, Recoleta y Zona Norte. Las clases y los alumnos empezaron a crecer boca a boca y por redes.

-Tenes tu propia escuela y tu propio método, ¿de qué se trata?

-El método yogafeel tiene técnicas de respiración, meditación y secuencias de yoga y filosofía antigua. Y enseño a partir del juego lúdico del teatro y la biomecánica de la danza. Lejos de renegar, creo que el cambio fue para darle bola a mi nuevo pulso de vida. Agradezco mi trabajo anterior, pero mi corazón necesitaba expandirse y no encontraba mi lugar, por eso me moví. Las personas pueden hacer eso muchas veces en la vida. Vine a esta vida a ayudar a encontrar el propósito a otras personas, siempre fui así. Estoy dedicada a que la gente se relaje de verdad y no piense más que en el bienestar de su cuerpo y mente, porque cuando el ser humano hace eso hay enfermedades latentes que se disuelven. Lo he visto en 19 años de clases. Mi primer alumno fue mi papá, que ha sanado cosas muy heavies.

-En pandemia tuviste que reinventarte. ¿Cómo viviste esa etapa?

-Tuve que cerrar los tres salones y empecé a dar clases por zoom, cosa que no me había imaginado hasta entonces. Hice el instructorado para formar profesores y fue un semillero de amor. Ya se recibieron cuatro camadas y algunos de ellos trabajan conmigo. Hoy mi escuela es online, excepto algunas clases que doy presencial, en mi casa. Tengo alumnos de muchos lugares del mundo: España, Chile, Australia, México, Estados Unidos y, por supuesto, de todas las provincias argentinas, y cuando terminan, los que pueden viajan porque hacemos una gran celebración. En el año hacemos retiros de yoga en lugares de la naturaleza, estratégicamente elegidos. La idea también es hacerlo en el exterior y eso quedó en stand by con la pandemia. El próximo retiro es en Merlo, San Luis, en feriados de carnaval.

-¿Te despediste por completo de la actriz? ¿La extrañás?

-Me han llamado, pero no fui ni a un casting más. No puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo. Creo que no extraño. No encuentro mayor propósito, dignificación y alegría que una persona venga sacada de estrés y se vaya con placer por haberse encontrado con una versión distinta de ella misma. No hay muchas cosas que se equiparan con esa conexión de amor que tengo con la gente y el alumnado.

-¿Qué recuerdos tenés de esos años?

-Sabía muy bien qué quería y no hacía los personajes que no me cerraban. Me acuerdo que el director de Sangre en la boca, Hernán Belón, me convocó a un casting porque buscaba a la protagonista y Eva De Dominici terminó haciendo la película con Leo Sbaraglia. Les encantó el casting y ahí me enteré que la película se trataba de un boxeador a punto de jubilarse y una chica que recién empezaba a boxear, con mucha ambición. Tenía mucha sangre, mucho sexo, mucha violencia y ya estaba dando clases de yoga, así que hablé con el director y le dije que yo me encargaba de quitar estrés, que no podía hacer esa película con tantas imágenes agresivas porque no comulgaba con lo que quiero transmitir y soy muy congruente con eso. Cuando mi representante se enteró, me quería matar y el director duplicó la oferta para tentarme y eso me cayó muy mal, porque le había explicado mi punto de vista y no era cuestión de dinero. Fue el último casting al que fui. La vida es muy corta para perder el tiempo haciendo algo que no amás. Tengo recuerdos hermosos de todo lo que hice: Son de Fierro, Por amor a vos, Camino al amor, Botineras. Hice Dance para Disney, trabajé para Italia, México, estuve en una película que se llama Cruzadas, con Enrique Pinti, Nacha Guevara, Moria Casán. Hice mucho teatro también.

-¿Estás en pareja?

-Sí, se llama Mati y lo conocí haciendo yoga y meditando en un retiro. Él es administrador de empresas. El amor de pareja también se alineó cuando encontré la felicidad en mi vida.

-¿En éstos años cambiaste también tu alimentación?

-Hace años que soy vegetariana y soy vegana desde que abrí la escuela. El veganismo es la corriente y la filosofía de ver de dónde viene lo que consumís, desde comida hasta ropa, zapatos, combustible, muebles, todo. En la escuela tengo un área que es “La cucina de Chachi”, donde enseño alimentación que sana.