La nueva vida de Inés Rivero, a cinco años de que le diagnosticaran esclerosis: “Este cambio es una forma de quererme”

La nueva vida de Inés Rivero, a cinco años de que le diagnosticaran esclerosis: “Este cambio es una forma de quererme”
La nueva vida de Inés Rivero, a cinco años de que le diagnosticaran esclerosis: “Este cambio es una forma de quererme”

Inés Rivero llegó hace nada más que unos días a España. Recién instalada en Madrid, o mejor dicho mientras se instala, se toma una hora de su tarde para hablar con LA NACION. La ¿ex? modelo que supo brillar en los ‘90 con apenas 17 años, está armando su nuevo hogar de cero, literalmente. Lo mismo con su vida: madre de Maia, de 24 años, sintió que era momento de “cortar el cordón” para dedicarse a ella y reencontrarse, y qué mejor para la cordobesa que supo vivir en Tokio, París, Nueva York y Miami, que hacerlo en una nueva ciudad.

Dos décadas atrás, Inés decidía instalarse en Florida con su hija y dejar a un lado su carrera en pos de su familia. Pero en 2019, luego de que le diagnosticaran esclerosis, hizo un “recableado” en su cabeza, entendió que podía pedir ayuda a su gente y eso no la convertía en alguien “débil”. A diez mil kilómetros de la provincia que la vio nacer, decidió reinventarse tanto en el plano personal como en el laboral, y hoy comprende el cambio que se autoimpuso como una forma de quererse a sí misma .

Descreída de la palabra “desarraigo”, Rivero ya está sentando bases en la ciudad que hoy es su hogar, tiene varios proyectos relacionados con el modelaje, hizo una producción de fotos para una reconocida revista y Forbes España la eligió como una de “las 75 mujeres a seguir en el 2024″: “Ese título te pone presión aunque la realidad es que estoy en un momento en el que no me siento presionada con nada. Lo único que me motiva más allá de mí misma es que mi hija me mire con orgullo por mi carrera y como mujer, porque uno tiene la presión de ser un modelo a seguir para sus hijos, y mi venida a España ha sido tirarme a la pileta sin saber si hay agua o no, si estará fría o caliente, pero es increíble tener la oportunidad. Ahora me dedico a mí, lo disfruto”.

―¿Cuánto hace que estás en Madrid y por qué esa ciudad?

― ¡Estoy recién mudada! Estuve en septiembre un par de meses organizando un poco todo lo de la casa, armando, y volví ahora de los Estados Unidos, hace una semana, así que instalándome. Mi hija Maia está en Nueva York, terminó la facultad en mayo del año pasado y se instaló allá. Respecto a mí, no es la primera vez que me mudo a un lugar completamente distinto, así que, estoy empezando esta nueva aventura.

―¿Por qué decidiste irte de los Estados Unidos?

― Me fui principalmente porque mi hija está emancipada, trabajando, es una mujer y, aunque nunca dejás de ser mamá, mi trabajo diario se había terminado . Incluso cuando estuvo en la facultad en Filadelfia la veía cuatro veces al año y no estaba en la diaria, pero en ese momento estar en el mismo país me daba seguridad de que estábamos unidas. Yo la tuve muy chica, a los 24, y mi vida ha sido en función a mi trabajo de madre y ahora que ella es grande, irme fue una forma de decir “puedo hacer lo que quiero”. Miami lo elegí porque era bueno para ser mamá, para criarla, no por un tema personal mío de futuro o para mi carrera, porque allá no hay mucho de trabajo.

―¿Y por qué Madrid?

―Pensé que tenía que hacer algo y la pregunta era dónde. ¿Nueva York o Europa? Hace poco fui a La Gran Manzana para ayudar a mi hija a mudarse y es un lugar que lo hacés una vez en tu vida, pero no es una ecuación única perfecta en este momento de mi vida. Había estado en París porque mi hija hizo un semestre allá y la ayudé, pero hubo algo que no me llamó, y en el verano pasé un tiempo acá en Madrid y me enamoré. Y además hay trabajo acá.

―Sos cordobesa pero estuviste más años de tu vida en Miami que en la Argentina...

―Sí, 20 años. Estuve hasta los 14 en Córdoba y después en Buenos Aires y a los 17 me fui a trabajar afuera. En Miami es donde más viví, pero no me costó tomar la decisión de irme. Fue rápido. Los dos primeros meses me costaron porque tenía mi sistema de soporte emocional allá, amigos, gente en Nueva York, mi hija, exmarido, la familia que creé en Estados Unidos. No es muy ajeno para mí empezar en un lugar nuevo.

Inés Rivero, sobre su vuelta al ruedo:
Inés Rivero, sobre su vuelta al ruedo: "Hace 20 años que no trabajo y sé que hay que tener paciencia"

―¿Ya volviste al ruedo?

―Hay trabajo, esto nunca consiste en un trabajo solo y hace 20 años que no trabajo y sé que hay que tener paciencia. Estoy armando mi casa ahora, pero llegué e hice una editorial para una revista importante con una producción y ahora me pusieron en la lista de Las 75 mujeres a seguir en el 2024 de Forbes España y hubo una gala el domingo que pasó para las 100 mujeres más tops del país y salí como jurado. Estoy conociendo gente, estoy de vuelta, es un proceso y estoy contenta .

― ¿Te estás redescubriendo entonces?

―Sí. Cuando tus hijos vuelan te encontrás en esta situación de reencontrarte a vos misma, incluso cuando estás casada, de reencontrarte con tu pareja. Es muy difícil tener hijos joven porque es un momento de tu vida que tendrías que estar haciendo otras cosas, macanas, divirtiéndote y no llevando esa responsabilidad. Pero al mismo tiempo me agarra hoy reencontrándome, no tengo ni cincuenta años y tengo la posibilidad de volver, de empezar de nuevo en el modelaje, pero con otra cabeza.

―Cuando explotaste en el mundo del modelaje fue muy rápido y eras muy chica. ¿Sentís que no lo disfrutaste?

―Hay una frase que dice que la juventud se desperdicia en los jóvenes. Esta carrera es para mujeres jóvenes, pero a esa edad no hay madurez para sacarle el jugo, porque no tenemos mente empresaria, ni conocimiento. Cuando me mudé a Japón tenía 17 años y hoy me muero por volver, porque la persona que estaba allá disfrutó como una chica de 17, pero quisiera ir de nuevo y disfrutar de los templos, de la gastronomía. Cuando estuve viviendo en París tenía 19, 20, 21 y era una nena, de más grande empecé a leer escritores franceses y me dieron ganas de ir a los cafés por ejemplo y vivir la ciudad desde otro lugar. Esta segunda vuelta va a ser interesantísima, con otra cabeza y lo voy a disfrutar.

―Y este nuevo escenario, Madrid, ¿cómo te recibió?

―Es una ciudad importante, pero la belleza que tiene es que es pequeña, así que estoy aprendiéndola y me doy cuenta que, después de haber estado viviendo y trabajando en Nueva York y París, conocés gente, no soy la única que da vueltas por el mundo y conectás amigos de Miami con otros de acá y así. Hay también una comunidad muy fuerte latina y nos ayudamos, hay que ir tratando de hacerse una vida.

"Estoy en un momento en el que no me siento presionada con nada", asegura la modelo
"Estoy en un momento en el que no me siento presionada con nada", asegura la modelo

―¿Qué es para vos este reconocimiento de Forbes como “una de las mujeres a seguir”?

―Tenía que venir en unas semanas a Madrid pero adelanté el viaje unos días para ir a la fiesta y conocer a estas 74 mujeres entre las que hay unas argentinas que armaron una compañía de empanadas, por ejemplo. Fue conocer gente de todos los ámbitos y estas mujeres a seguir es decir: “Atención, que hay mujeres que no vienen a ser ‘la mujer de’ y que vienen a hacer sus cosas”. Te pone presión, aunque la realidad es que estoy en un momento en el que no me siento presionada con nada .

―En ese tiempo también hiciste mucha labor solidaria...

―Sí. Trabajé para Techo. Fue una forma de que Maia, que nació en Nueva York y creció en Estados Unidos y vivió una realidad distinta a la que conocemos, supiera la realidad y no estuviera en una burbuja. A veces por querer mostrarles una realidad distinta pecamos de que tengan que sufrir. Me pareció interesante que pudiera vivir en carne propia lo que pasa y que saque sus conclusiones. La involucré desde chica, le enseñé a levantar fondos en el colegio y nos fuimos a hacer casas a América Latina . El último año que fuimos, estuvimos en Santo Domingo, fuimos con 50 chicos y unos veinte adultos, pedí que vinieran responsables porque no iba a ir yo a otro país con todos esos adolescentes (risas). Fue una experiencia super linda, pero llegó el momento en que Maia se fue, yo cumplí un propósito y dije “ahora me dedico a mí”.

―¿Influyó el diagnóstico que recibiste en el 2019 con esa decisión de dedicarte a vos [N. de la R: hace cinco años, Rivero sintió la parte derecha de su cuerpo débil y luego de una batería de estudios, los médicos le detectaron esclerosis)?

―(Silencio) No sé si tiene que ver o no, pero todos los años me hago un chequeo para ver cómo está la cabeza y está bien, no volví a tener progresos en la enfermedad y algo bien debo estar haciendo. Es algo que no se sabe bien por qué ocurre y entonces es que no saben bien cómo curarlo; depende del neurólogo. El médico al que fui primero me preguntó sobre mi vida, si estaba en pareja, por qué esto, por qué lo otro, lo que significa que todo eso tiene que ver con la enfermedad. Entonces, al final del día tuve que hacer un recableado de mi cabeza y repensar en cómo manejaba algunas cosas.

―¿Qué cosas por ejemplo?

―Y… Pedir ayuda me parecía una forma de mostrar debilidad, el “yo puedismo”. Tuve que empezar a practicar el pedir ayuda y sé que hay buenas amigas y amigos con los que puedo contar y están siempre, mis dos ex maridos [N. de la R.: Rivero se casó tres veces, primero con el fotógrafo francés Alé de Basseville, luego con Jorge Mora con quien fue madre, y con el empresario Ernesto Estrada) y mi hija. Aprendí a decir las cosas y, me da vergüenza contarlo (silencio), pero tal vez había una falta de amor propio, de amarse a uno mismo como corresponde, y esto que hice ahora en gran parte es una forma de quererme y salir de mi zona de confort . Más grandes nos ponemos y más difícil es dar saltos al vacío y salir fue un ejercicio liberador.

―¿Cambiaste tus hábitos?

―Algunas cosas. Me dan en el diagnóstico en el 2019, prepandemia. Empecé a hacer yoga, me encantó e hice el profesorado, y después di clases más que nada para enseñarle a mis amigos. No me veo como profesora de yoga.

―¿En el 2020 cómo la pasaste?

―La pasé bien, los que estábamos en Miami tuvimos suerte. Podía caminar en la playa, el clima acompañaba, vivía en una casa. Mi hija ya estaba estudiando, volvió un tiempo. Tuve tres veces COVID-19 pero no me pegó mal de tener miedo sino como una gripe fuerte.

"Al final del día tuve que hacer un recableado de mi cabeza y repensar en cómo manejaba algunas cosas", dice sobre el modo en que el diagnóstico de esclerosis cambió su vida
"Al final del día tuve que hacer un recableado de mi cabeza y repensar en cómo manejaba algunas cosas", dice sobre el modo en que el diagnóstico de esclerosis cambió su vida

―Casa y ciudad nueva, vida nueva para este 2024, proyectos laborales que van saliendo... ¿Tenés planes de visitar la Argentina?

―No en lo inmediato. Yo soy residente fiscal en Estados Unidos, no acá, por lo que no pude traer mis cosas, estoy en un departamento vacío que estoy armando de cero con lo que eso significa, y es un número, y empezando a trabajar, así que por ahora no. Pero dentro de poco vienen mi mamá, mi hermano y un amigo, así que alargándolo. Aunque para mis 50, en junio de 2025, tengo ganas de hacer un viaje de aventura por la Argentina, cruzar los Andes a caballo con mi papá que ama los caballos, porque siempre que voy estoy en Buenos Aires y en Córdoba.

―Siempre es parada obligada Córdoba...

―Sí, están mis papás allá y hay familia. Mis amigas de toda la vida del colegio, porque me fui muy chica, siguen ahí y hablan entre ellas y hay un grupo de WhatsApp y con ese chat me siento como si estuviera ahí con ellas. Ahora es distinto, cuando me fui a Japón hablaba con mi mamá por fax.

―Viviste en muchos lugares, más afuera que en Argentina, ¿sentís el desarraigo?

―No me gusta cómo suena la palabra desarraigo y es culposo; yo siempre he sido muy argentina, pero parte de sobrevivir en otros lugares es ser de algún modo de donde estás. Tomo mate, soy argentina y tengo amigas argentinas en Miami o donde vaya, pero hay una vida fuera de eso y parte de ser feliz está en poder adaptarte .

―A los 14 cuando te fuiste primero de Córdoba y a los 17 cuando te fuiste del país, ¿tenías dimensión de lo que estabas haciendo?

―Me fui desde chiquita y siempre fui muy independiente así que no lamento no estar al lado de los míos. Si no me hubiese ido, seguramente hubiera tenido una vida espectacular cerca de mi familia, trabajando en la Argentina. Mi hermano estudiaba medicina y yo tenía que decidir, pensaba en arquitectura pero a la vez notaba que el tipo que manejaba el taxi era ingeniero, el que te atendía en un local era médico y pensaba que algo estaba mal en este país y eso me sacó las ganas de querer hacer una vida en Córdoba. Pensaba: “En el peor de los casos vuelvo”, pero dar un paso adelante era positivo. No tenía idea de lo que se venía, si uno a esa edad dimensiona lo que está por hacer o lo que significa, necesitaría mucho coraje y parte de la razón por la que lo hice fue porque había en mí cierto nivel de inconsciencia .

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―¿Tus padres se resistieron en algún momento?

―No. Siempre me apoyaron. Sin el permiso no lo podía hacer, yo me fui a Buenos Aires en tercer año de la secundaria. Mi mamá me decía que lo peor que podía pasar era que no funcionar y volviera. “Si eso pasa, acá estamos”, agregaba, y me decía que lo peor que podía ocurrir era que me quedara pensando en que lo podría haber intentado y no lo hice. Mucha gente en la familia pensaba que mi mamá estaba loca por dejarme ir, pero todo eso me abrió un camino. Incluso mis padres me emanciparon para que pudiera viajar y firmar papeles.

―¿Y en el ambiente como la pasabas siendo tan chica?

―He visto y vivido cosas y mucha gente me dice que es una sorpresa que sea normal después de esta carrera, pero no todos son lo que la gente se imagina. En este mundo hay gente sana, con principios, con integridad y son importantes los pilares que te dieron tus viejos, de dónde salís y la fuerza que traés, eso me ayudó bastante. Pasa de que hay quienes tratan de sobrepasarse y te encontrás en la situación de pensar: aprovecho y hago algo que no quiero pero me puede dar algo, o decir “¡pará, estás loco!”. He visto todo. Me ha pasado y he tenido la suerte de decir que eso estaba mal; me quedaba sin laburo, pero no importaba.

―Durante toda la charla mencionaste a tu hija, están lejos físicamente pero se nota que son muy unidas. ¿Hay fecha de reencuentro?

―Yo vivo en varios lados y no quiero perder mi conexión con los Estados Unidos. Ahora que ella es más grande tenemos una relación medio de hermanas y a veces me llama la atención, me da consejos. Fue una de las primeras que me dijo: “Andate, ya cumpliste acá. Estoy orgullosa” y es lo que quería, que me viera luchar. ¿Cuándo nos veremos? No sé, ella viaja mucho por trabajo y me dijo que va a caer un día de sorpresa.