La vida es sueño: una puesta sorprendente, en la que Calderón de la Barca abandona la filosofía por la ambición del poder

La vida es sueño, de Calderón de la Barca, en el teatro Regio
La vida es sueño, de Calderón de la Barca, en el teatro Regio

La vida es sueño. Autor: Pedro Calderón de la Barca. Versión y dirección: Declan Donnellan. Intérpretes: Ernesto Arias, Prince Ezeanyim, Rebeca Matellán, Manuel Moya, Alfredo Noval, Goizalde Núñez, Antonio Prieto, Ángel Ruiz e Irene Serrano. Diseño de escenografía y vestuario: Nick Ormerod. Iluminación: Ganecha Gil. Sonido y composición: Fernando Epelde. Asesor de dramaturgia: Pedro Villora. Movimiento: Amaya Galeote. Director técnico: Oscar Sainz. Regidor: Alex Stanciu. Maquinista: Sira González. Sala: Teatro Regio, Córdoba 6056. Funciones: miércoles a domingo, a las 20. Duración: 110 minutos. Nuestra opinión: muy buena

El destacado director británico Declan Donnellan, reconocido mundialmente por sus renovadas puestas de textos clásicos, llegó nuevamente a Buenos Aires, esta vez conduciendo a la Compañía de Teatro Clásico de España. Sus visitas anteriores a esta ciudad de produjeron en 1994 cuando, junto a su compañía inglesa Cheek by Jowl, ofreció una particular versión de Medida por medida de William Shakespeare y, regresó en 2007 para presentar Noche de reyes, también de Shakespeare, con un elenco conformado por actores rusos. Ambas puestas se realizaron en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín.

Donnellan apuesta ahora a recuperar uno de los clásicos tal vez más emblemáticos del Siglo de Oro español y juega con él despojándolo de toda solemnidad. Muchos espectadores recordarán la magnífica versión que Juan Mayorga realizó para esta misma compañía que, bajo la dirección de Helena Pimenta, tuvo como protagonista a Blanca Portillo y que conocimos en 2013, también en el San Martín.

Alfredo Noval como Segismundo
Alfredo Noval como Segismundo

Durante una conferencia de prensa realizada en Barcelona el año pasado (el actual montaje se estrenó en España en octubre de 2022) Declan Donnellan señaló que “la vida no es un sueño. Es muy peligroso decir que la vida es un sueño, y creerlo hace que gente muera”.

Propone aquí entonces jugar con la idea que la vida es una representación y de esa manera deja de lado ciertos valores filosóficos que caracterizan al texto de Calderón para dar forma a una comedia algo surrealista donde, por momentos, se pierde el límite entre el sueño y la pesadilla. Y si los personajes en el original realizan un recorrido conflictivo y desgarrador, aquí se convierten en unos peleles manipulados por el rey Basilio, quien estará continuamente en escena controlando como se relacionan, como piensan, que patrañas organizan para desestabilizarlo y quitarle el poder.

Segismundo, el gran protagonista de la pieza, queda en un aparente segundo plano, aunque es su historia, su vida, su sórdida existencia, la que provoca los múltiples conflictos que alimentan el drama. Ese ser al que hacen entrar y salir del sueño o de la pesadilla construye mucha teatralidad en escena. Se convierte en una especie de animalito desaforado que a todos pondrá en vilo y a quien Donnellan le quita la posibilidad de poner en valor su pensamiento a través de los dos bellos monólogos donde demuestra su inteligencia. No es que estén eliminados, están “suavizados”. También el director minimiza la trascendencia del personaje de Rosaura, una mujer que busca recuperar su honra.

Rebeca Matellán, en La vida es sueño
Rebeca Matellán, en La vida es sueño

La vida en este espectáculo es una ficción dislocada, es un frenesí desbordado. Aquí el poder omnipresente todo lo transforma en desdicha. Y cuantas más intrigas salgan a la luz, más violencia se generará en la población. Cuanto más tiempo tengamos encerrado a un hijo no habrá manera de que una nueva generación aproxime algo de claridad ni en la política, ni en la vida. Como bien dice Calderón –y en esto hace hincapié Donnellan– “porque en batallas tales/ los que vencen son leales/ los vencidos los traidores”. Y en ese esquema no importa tanto quien sube o baja del poder. El pueblo vitorea a quien sea.

El elenco en su totalidad demuestra una adhesión a la propuesta que es verdaderamente notable. El rigor que demuestran a la hora de jugar cada una de las situaciones hace que el espectador no pueda escapar de esa trama que se desarrolla arriba y abajo del escenario. Resultan muy destacables las actuaciones de Ernesto Arias (Basilio), Alfredo Noval (Segismundo), Goizalde Núñez (Clarín) y Ángel Ruiz (Clotaldo).

El diseño escenográfico de Nick Ormerod resulta una síntesis exquisita a la hora de dar vida al espacio. Siete puertas a través de las que, al ritmo del vodevil, irán entrando y saliendo los personajes y detrás de las cuales se pondrán el vestuario que corresponde para alimentar la acción. También es de excelencia la iluminación de Ganecha Gil.