Fue villano en Floricienta y querido en Casi Ángeles, trabajó de pintor y hoy actúa en geriátricos junto a otras figuras
Desde ser el villano en Floricienta a uno de los personajes más divertidos de Casi Ángeles, Gerardo Chendo marcó a toda una generación que creció mirando los éxitos de Cris Morena. Además de dejar huella con sus papeles, el actor no solo apostó a la interpretación, sino también a la dirección y a la docencia, lo que lo llevó a mantenerse activo hasta el día de hoy; además de que cada una de sus tareas están destinadas a una misma pasión: la actuación.
“Siempre se fue amalgamando lo que hacía, una cosa trajo a la otra. Está la dirección, la actuación, el canto y la docencia. Hace 16 años que doy clases y eso me interesa muchísimo. Algo que me pasa es que me gusta hacer todo”, admitió el actor de 54 años en diálogo con LA NACION.
Como contó, desde chico Gerardo “hacía payasadas”, pero no fue hasta sus 21 años que comenzó a estudiar teatro, tras la insistencia de un amigo, y cuando en la clase subió al escenario se dio cuenta de que no quería hacer otra cosa. “No venía de una casa en la que el arte fuera algo profesional y se esperaba de mí otra cosa; por amor, los padres quieren que tengas una profesión rentable, terciaria, universitaria. Entonces, empecé a estudiar psicología. Mi viejo era un espectador muy calificado del cine y me costó sacudirme el mandato implícito como ser un espectador intelectual y ser un artista”, señaló.
Mientras que los trabajos iban surgiendo, dedicaba su tiempo a un oficio. “Trabajaba de otras cosas hasta que empecé a vivir de la publicidad. Pinté casas con un amigo actor y eso nos permitía manejar los horarios. Si un día teníamos algo, no íbamos a pintar porque era a nuestro ritmo”, recordó.
Pero aquello no duró mucho. Es que rápidamente pudo vivir de eso que tanto le gustaba. “Le encontré rápidamente la mano a la publicidad. Era un tipo con una cara publicitaria, guapo y comediante. Ahí empecé a vivir seriamente de eso porque se pagaba mejor que ahora. También me permitió viajar mucho, conocer países, directores de cine y ganar confianza; eso me llevó a tener tiempo libre para tomar clases. Después vino el cine y la tele”, confió.
Gerardo estudió con reconocidos maestros como Carlos Gandolfo, Joy Morris, Jean-Jacques Lemetre (Director Musical del Théatre du Soleil), Alejandro Catalán, Federico Herrero y Moira Santana, entre otros. Y fue en 1999 cuando le llegó la oportunidad de protagonizar la película 76-89-03, la misma que le permitió construir un camino en el cine, teatro y televisión.
Multifacético, como pocos, a lo largo de su carrera interpretó personajes disímiles. En Floricienta (2004-2005) se puso en la piel de Claudio Paul Bonilla, el médico corrupto que estaba interesado por Malala (Graciela Stéfani) después de saber que iba a cobrar una herencia millonaria. Un año después, en Alma Pirata, se convirtió en Francisco ‘Pancho’ Monterrey, el médico ginecólogo, homosexual y obstetra que era amigo de los chicos; mientras que en Casi Ángeles (2007-2010), fue Mogli, un nativo de la tribu Zahorí, amigo de Nicolás Bauer (Nicolás Vázquez) y caracterizado por sus costumbres incomprensibles, su español mezclado con zahorí y su comportamiento hiperactivo.
Los cuatro años en los que trabajó con Cris Morena los recuerda con mucho cariño. “Fue una experiencia muy intensa, muy linda. La verdad que ese público es muy agradecido y las cosas que hice me encantaron. Me divertí mucho y siempre traté de componer y hacer lío”, rememoró.
Pese a que no recibió una propuesta para Margarita, la secuela de la novela que protagonizó Florencia Bertotti, no descarta la posibilidad de volver a trabajar con la productora de grandes éxitos infantojuveniles, ya que para él fue “conocer una manera y un mundo que no conocía”. “Tenía mucho prejuicio, como la mayoría de la gente que no participó de eso, y descubri un nivel de profesionalismo muy grande (...) Me dejaban divertirme mucho y proponer”, añadió.
Don Juan y su bella dama (2008); Entre caníbales (2015) y El Tigre Verón (2019), fueron solo algunos de los títulos que siguieron. Entre tantos géneros elige a su primer amor: la comedia: “Lo que más me gusta, me sale, lo hago todo el tiempo y lo entreno en mis clases que son divertidas”. Sin embargo, si hay un desafío, se embarca de lleno. Ahora, está a la espera del estreno de Putas, una película en la que personifica a un hombre que padece un problema cognitivo e inmadurez y tiene su debut sexual con una prostituta.
Pero su pasión no la plasma solamente en una pantalla, en un aula o sobre las tablas, porque acompañado de los actores Mike Amigorena y Andrés D´adamo, Gerardo saca sonrisas en hogares de ancianos con “Jubilandia”, un espectáculo de humor y música que busca que los adultos mayores se sientan jóvenes y que ya llegó no solo a residencias de la provincia de Buenos Aires, sino también de larga distancia.
“Nos contactan a nuestro Instagram, @somos.jubilandia, y ahí tenemos una lista de espera muy grande, pero tenemos un asistente que nos ayuda porque como lo hacemos ad honorem, tratamos de ir a los geriátricos que no tienen muchos recursos. Vamos y hacemos un show pensado y diseñado de canciones y pasos de comedia de una hora para los adultos mayores que están ahí y es la cosa más hermosa que hacemos. Un remanso que no se puede explicar”, explicó.
Según contó, la idea surgió de las afinidades que tienen los tres artistas con la gente grande. “Yo tuve a mi mamá enferma de Alzheimer y a partir de eso conocí todo un mundo que no conocía, que conmueve mucho y que está muy postergado e ignorado. No le damos el valor, la importancia y el cariño que tienen que tener los adultos mayores, que con suerte lo vamos a hacer todos”, cerró.