Vitamina D: ni es una vitamina ni es tan solo una

Es muy común hablar de la vitamina D, pero se trata de un término compuesto por dos palabras y ninguna de las dos termina de ser correcta. Vitamina D, ni es una vitamina ni es tan solo una.

No es una vitamina, sino una hormona, porque actúa en prácticamente todos los órganos y sistemas del organismo. Por otra parte, no es solo una, ya que se trata de varias sustancias complejas interconectadas.

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A partir de los 50 años, tanto hombres como mujeres empiezan a perder la capacidad de fabricar esta 'hormona'. Por eso es aconsejable tomarla en suplementos, para supervisión. (Foto: iStock/Getty Images)

¿Qué es realmente una vitamina?

Una vitamina es un producto que el organismo no consigue sintetizar y, por ello, debe ser ingerida. Sin embargo, una hormona, cualquiera y por muy compleja que sea, es sintetizada de manera natural por nuestro organismo.

En concreto, la mal llamada vitamina D se fabrica en nuestro organismo gracias a la tarea combinada de la piel, el hígado y el riñón. Es por ello que los especialistas consideran que la vitamina D en realidad debería denominarse hormona D o complejo hormonal D.

¿De dónde viene el error?

“Estudios recientes le otorgan cada vez más peso a las funciones de la desconocida hormona D. Con el término vitamina D se cometió un error histórico a principios del siglo XX en Gales. En este escenario, los médicos se dieron cuenta de que los niños que trabajaban en la mina padecían raquitismo, enfermedad que asociaron a la carencia de alguna vitamina. Por ello, la nombraron vitamina D. En 1920, el científico alemán Adolf Windaus descubrió que en realidad se trataba de una hormona. Tiempo después recibió el premio Nobel por descubrir la estructura molecular de esta hormona”, explica el Dr. José Luis Neyro, especialista en Ginecología y Obstetricia.

Para qué sirve

La hormona D cuenta con receptores en distintos lugares de nuestro organismo, como los huesos, el páncreas, el sistema cardiovascular o el sistema inmune. Esta hormona juega un papel clave relacionado con la absorción intestinal del calcio o el mantenimiento de la homeostasis ósea y muscular a través de la modulación del metabolismo del calcio y el fósforo (funciones endocrinas).

Además, la hormona D presenta funciones paracrinas y autocrinas, regulando la proliferación y la diferenciación celular.

En los últimos 20 años han surgido distintos estudios que establecen que el 3 por ciento del genoma humano está regulado directa o indirectamente por la hormona D.

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La luz del sol es la fuente natural de vitamina D más potente que existe, pero la polución y los protectores solares altos la bloquean. Otras serían el pescado azul, los cereales y la yema de huevo. (Foto: Getty)

El déficit de esta hormona, cuya incidencia se estima entre el 37-50 por ciento de la población sana, tiene un número considerable de repercusiones, de diverso alcance, sobre la salud.

Para ser funcional, la vitamina D precisa de una hidroxilación en el hígado, donde se convierte en 25-OH-D. Posteriormente, se produce una segunda hidroxilación en el riñón, convirtiéndose en 1,25-dihidroxi-vitamina D3 (1,25(OH)2D) o calcitriol, que es la biológicamente activa, con acciones fisiológicas en individuos de todas las edades.

Se pierde con la edad

“Al igual que con otras hormonas, a partir de los 50 años decae lenta pero inexorablemente la capacidad de fabricar hormona D. Se ha afirmado incluso que las personas a partir de esta edad necesitarían unos 7,5 litros de leche o 22 huevos para tener la dosis necesaria cada día”, asegura el Dr. Neyro.

El 50 por ciento de las personas mayores de 50 años, tanto hombres como mujeres, tienen déficit de la citada hormona. Este porcentaje va a en aumento a medida que la población envejece, llegando a un 87 por ciento.

Además de la edad, el factor ambiental juega un papel clave asociado al déficit de hormona D. Aunque España sea uno de los países que cuenta con más horas de sol de Europa, los niveles de vitamina D de los españoles están por debajo de los de otros europeos, como, por ejemplo, los escandinavos.

De ahí que el especialista considere necesario medir la vitamina D de cada uno y suplementar cuando sea preciso.

En otros países como los escandinavos, las autoridades sanitarias han optado por fortificar los alimentos lácteos con vitamina D y, de esta manera, su población cuenta con niveles adecuados de esta hormona.

“En las personas con déficit (sea severo o no) la suplementación mejora en gran medida los niveles físicos y metabólicos. El médico es el profesional sanitario que debe revisar los niveles de vitamina D de su paciente y adecuar el tratamiento en el caso que sea necesario. Calcifediol (de Faes Farma) es una opción terapéutica muy segura que le permite al paciente una fácil adherencia”, concluye.

¿Tomas suficiente vitamina D o nunca te has preocupado de saberlo?

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