Vivió en una oficina de 18 metros cuadrados y trabajó en Gath & Chaves: Patricia Palmer y su camino para ser una figura

Una vida de recuerdos, empuje y talento: Patricia Palmer sigue arriba del escenario
Una vida de recuerdos, empuje y talento: Patricia Palmer sigue arriba del escenario - Créditos: @Gerardo Viercovich

“Vine de mi querida Mendoza a Buenos Aires con 23 años, una valijita y mi muñequita de la mano, mi hija Paula Alba, que todavía era una beba y hoy es cantante lírica”, rememora entre sonrisas Patricia Palmada, luego Palmer por recomendación de Alejandro Doria: “Un grande con el que trabajé en Canal 7, llegué a él por un casting que apareció en la escuela de Lito Cruz, adonde yo asistía. Y conseguí trabajo en un programa que se llamó Chantecler en Los especiales de ATC”, agrega con cierta nostalgia mientras charla con LA NACIÓN en la antesala de su coqueta sala propia, El teatro del Ángel, en Mario Bravo y Gorriti, su refugio en el mundo, con capacidad para 120 espectadores.

Patricia Palmer es un terremoto de actividades: ahora da clases de yoga por Instagram, respaldada por Hugo Castro, su histórico agente de prensa
Patricia Palmer es un terremoto de actividades: ahora da clases de yoga por Instagram, respaldada por Hugo Castro, su histórico agente de prensa - Créditos: @Gerardo Viercovich

Hija de padre catalán, doctor en economía, de nombre Reclus por Jacques Élisée Reclus, considerado padre del anarquismo. Betty, su mamá, era maestra, pianista y quizá punto de partida de su veta artística: “Eran amorosos, tuve una muy linda infancia. Desde que tengo uso de razón mi vida está relacionada con el teatro. Siento que nací arriba de un escenario: me acuerdo que actué a los cuatro años. Fue en el Centro Catalán, en Mendoza; ensayábamos todo el año para hacer dos o tres presentaciones. Después seguí haciendo teatro independiente. Soy de familia catalana, no sé si les pedí a ellos actuar o me llevaron. Cantaba, bailaba, era muy histriónica, empecé y nunca dejé, estudié en el conservatorio Profesorado de teatro cinco años. Comencé a los diecisiete, también hice danza clásica, canto…”, describe.

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Con el correr del tiempo devino en actriz, directora, dramaturga, psicóloga clínica y social, maestra de teatro, guionista. ¿Algo más? También pinta baila, canta, y como es instructora de yoga brinda consejos y recomienda posturas a través de su Instagram @palmerpatriciaactriz.

Vida flexible: Patricia Palmer es actriz, guionista, directora y dueña de su propio teatro
Vida flexible: Patricia Palmer es actriz, guionista, directora y dueña de su propio teatro - Créditos: @Gerardo Viercovich

-¿Cuénteme cómo se decidió a venir a Buenos Aires sola con su pequeña niña?

-Es que estaba casada y como me separé, me vine para acá. Era muy difícil ser separada en aquellos años en una sociedad muy conservadora, te hacían sentir una oveja negra. Me animé a venir a Buenos Aires porque tenía amigos, la gente de la Camerata Bariloche, un flautista, Jorge de la Vega, y un contrabajista, me animaron a venir. Me recibieron en la casa de una amiga, la novia del contrabajista. Estuve un mes, hice base, y después me alquilé una oficina de 18 metros cuadrados, lo más barato que encontré. Tenía un bañito y la cocinita con una garrafita. Y me arreglé, estaba en la calle Florida, frente a la Plaza San Martín. Lindo, pero los fines de semana era más que desolado.

Patricia Palmer y Paula, su hija, que la acompañó hace ya muchos años desde su Mendoza natal
Patricia Palmer y Paula, su hija, que la acompañó hace ya muchos años desde su Mendoza natal

-¿Qué sensaciones experimentó al llegar a la gran ciudad?

-Cuando bajé del tren no tenía idea de colectivos ni subtes. Tenía que ir a Viamonte y Maipú y fui caminando. En Gath & Chaves conseguí trabajo cuidando una calesita. Cuando iba llevaba a mi hija, y la señora que hacía el otro turno, Amelia, me la cuidaba cuando tenía que ir a un casting o buscar trabajo de actriz. Visto ahora fue una patriada. No tenía cómo comunicarme con Mendoza. Estaba obligada a ir a una telefónica, pedir la llamada. Ahí me decían que iba a estar al otro día a determinada hora, un trastorno. Después mi nena empezó a ir a un jardín, yo a estudiar con Augusto Fernández. También lo hice con Agustín Alezzo, Luis Agustoni, Lito Cruz, Carlitos Moreno. Danza clásica con Gloria Kazda que fue maestra de Julio Bocca. Y canto folklore también, me encanta, tengo canciones grabadas, escribo, dirijo, me gusta todo lo relacionado con lo artístico.

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-Escribió para México y Turquía, ¿cómo fue eso?

-La Loba, la misma novela con muchísimo éxito que escribí para México, se vendió en Turquía. Guion estudié en la Universidad de Palermo. Y dramaturgia en la Universidad Nacional de Arte Dramático. Escribí para Argentina Dulce Ana, Los ángeles no lloran, que tuvo mucho éxito, y un productor la ofreció a México y también se la compraron. Después hice el guion de una sitcom que se llamó Doña sin Don, y luego Los días de Laura, todas anduvieron muy bien en la TV Azteca. Allá me ofrecieron la dirección de ficción, pero no acepté, porque yo había hecho la dirección de programación de Canal 9 y sabía que ese lugar me iba a alejar de lo artístico. Era un puesto muy administrativo y aunque pagaban en dólares dije que no. La verdad es que quería actuar.

La gigante Chica Zorrilla junto a una joven Patricia Palmer, en sus inicios en el medio
La gigante Chica Zorrilla junto a una joven Patricia Palmer, en sus inicios en el medio

-¿Es cierto que le hacía guardia a Alberto Migré para conseguir trabajo?

-Es verdad, le hacía guardia en la puerta de Canal 13. Le preguntaba al personal de seguridad por Migré. Logré que me dijeran a qué hora llegaba y se retiraba. Y un día lo crucé pero no me prestó la más mínima atención. Claro que tuve la suerte de que se parara en una esquina por el cruce del semáforo. Le insistí con que era de Mendoza y tenía una hija chiquita. Creo que logré sensibilizarlo. Me pidió el nombre, abrió su agenda y anotó. Por suerte yo tenía una señora que me recibía mensajes en su teléfono particular. Migré llamó, no lo podía creer, me convocó y me dio un bolito en el que por lo menos decía: ‘Buenos días’. Jajaja. Fue en una novela en la que eran protagonistas Arturo Puig y María Valenzuela. También llegué a trabajar con Andrea del Boca.

-Pudo dar el gran salto.

-El gran salto para mí fue en una audición que di en Canal 9 para un personaje importante en Un hombre como vos, junto a Carlín Calvo. Había una cuadra de chicas esperándolo, impresionante. Después de eso protagonicé Libertad condicionada, historias de presas. Era un caso real por semana, como por ejemplo hoy el caso de María Marta García Belsunce. Estaban Alicia Bruzzo, Susana Campos, Cristina Alberó, un elencazo. Mi primer personaje en teatro lo hice con Alicia, dirigida por Agustín Alezzo cuando yo era su alumna y me dio esa posibilidad en La rosa tatuada. Yo siempre digo que quien se forma en el teatro puede hacer cualquier cosa, porque el cine y la tevé no tienen estrés, podés volver atrás.

-Luego tuvo otro hijo…

-Sí, Joaquín, que hoy tiene 33 años. Tiene una discapacidad motriz, se maneja en silla de ruedas y Buenos Aires es una ciudad difícil para eso. Todo tiene escalones, los restaurantes, los baños, el subte, los teatros, los colectivos con plataformas no le paran. Es un país muy difícil que no tiene esa conciencia, nos falta un montón. La gente que usa silla de ruedas prefiere no salir a la calle. También tengo dos nietos hermosos de 11 y 15 años.

-¿Este Teatro del Ángel es su lugar en el mundo?

-Lo creé con mucho cariño, pero cuesta, los impuestos, servicio de emergencias, seguros, matafuegos, limpieza, personal, se hace difícil, pero es lo que me gusta y por ahora lo mantengo. Te diría que trabajo afuera para poder mantener esto. Hoy estoy haciendo, con Cecilia Dopazo, Radojka, que por suerte es un éxito en el Teatro Picadilly.

El Teatro del Ángel, ubicado en Palermo, es el refugio en el mundo de Patricia Palmer; lo mantiene a pulmón porque el escenario es su hogar
El Teatro del Ángel, ubicado en Palermo, es el refugio en el mundo de Patricia Palmer; lo mantiene a pulmón porque el escenario es su hogar - Créditos: @Gerardo Viercovich

-¿En qué papel se siente más cómoda? ¿como la buena, la ingenua, la mala, la picante…?

-En todos, hice de todo. En Radojka soy fea y vieja y me gusta, todos los personajes son guantes para mí, me van cómodos.

-También está filmando un par de películas, ¿no es cierto?

-Ahora estoy filmando dos: Serán legión, de Lucas Zoppi, una de terror basada en Casa tomada de Julio Cortázar. Están Gabo Correa, Rafael Ferro, Esmeralda Mitre. Y la otra es una producción iraní-mexicana, se llama Vertical y también es de terror. Además con Marcos Carnevale y Martín Bossi vamos a hacer Amores inesperados para Star+.

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-Leí que le te tocó padecer violencia de género.

-Todas las mujeres de mi edad vivieron situaciones de violencia. Es violento que te digan algo grosero, ofensivo, te empieza a latir fuerte el corazón, tenés miedo, y eso es violencia. Yo sufrí violencia física en una época que ni se te cruzaba por la cabeza denunciar. Nada más tomé la decisión de separarme y mi papá me ayudó. Tenía miedo de que lo matara, porque yo nunca se lo conté, él solo se dio cuenta. También pienso que él podría haberme matado a mí, cuidado.

-¿Tuvo grandes amores?

-Sí, por lo menos dos tuve, lindos y grandes amores. Hoy no tengo pareja pero me gustaría enamorarme. Te soy sincera, no me siento sola, no necesito compañía.

Patricia Palmer, antes de dar sus primeros pasos en las tablas
Patricia Palmer, antes de dar sus primeros pasos en las tablas

-¿Qué cree que le falta por hacer después de hacer tanto?

-El 3 de setiembre estrené acá en mi Teatro del Ángel una obra que es bastante polémica por el título, se llama Teta, concha, culo, hecha con mucho humor y es muy graciosa. La dirijo y escribo con tres dramaturgos. A la gente le gusta venir acá porque es una sala de barrio y se los atiende personalmente, pueden comprar entradas por Alternativa teatral, pero hay quienes las reservan a través de mi Instagram, yo contesto todo, no solo respecto a eso, eh. Te juro que siento que recién empiezo y me faltan un montón de cosas por hacer (ríe).