Vivian El Jaber: “Trabajar con Jonathan Price y Steve Coogan fue un sueño hecho realidad”
Con cuatro décadas de trabajo, Vivian El Jaber fue parte de decenas de ficciones, desde Patito feo a Farsantes, y estuvo en ciclos de humor que se volvieron de culto como Cha cha cha, y también hizo teatro de texto y musicales. En abril se estrena en Londres The Penguin lessons [aún no tiene fecha de estreno en nuestro país], una película en la que trabajó junto a Jonathan Price y Steve Coogan. Fue elegida entre varias actrices españolas, inglesas y argentinas, y estuvo filmando durante tres meses en España. En diálogo con LA NACIÓN, la actriz habló de esta experiencia internacional, de cómo fue seleccionada y cómo trabajó con figuras de cine que son leyenda.
The Penguin Lessons está basada en las memorias de Tom Mitchell y cuenta la historia de un profesor inglés que viene a la Argentina, a mediados de los 70, y encuentra un pingüino empetrolado en una playa, lo rescata, se convierte en su amigo y este termina dándole varias lecciones de vida.
-¿Cómo quedaste seleccionada?
-Fue a través de un casting que se hizo entre actrices argentinas, españolas e inglesas y duró un par de meses, on line y en inglés. Y quedé. Fue intenso porque mi personaje es una Abuela de Plaza de Mayo y cuenta la segunda línea de la historia de la película. Las escenas fueron muy fuertes y encima en inglés; fue la primera vez que hice una película en una lengua que no es la mía. No fue fácil componer en otro idioma; fue rarísimo. Hablo inglés, pero no como una segunda lengua. Fueron castings por Zoom y tenía en la pantallita al director, Peter Cattaneo; al productor de Inglaterra, al de España, a un intérprete... ¡Era de ciencia ficción! Y cuando quedé empezó la segunda aventura y fue una experiencia maravillosa porque el director es un sol de persona.
-¿Qué pasó cuando te dieron el personaje?
-A la semana viajé a Barcelona para filmar . Es más, leí el guion en el avión. Filmamos durante tres meses en Barcelona y en las Islas Canarias . Sé que en un principio se iba a hacer acá, y de hecho el director había venido a la Argentina y visitó Plaza de Mayo y muchos lugares, pero no sé por qué decidieron que no. Filmamos casi todo en una casona antigua en la montaña, en Barcelona; ahí estaba el set y copiaron la escuela Saint George de Quilmes, donde transcurre parte de la historia. Otra parte sucede en Uruguay y lo ambientaron en una de las playas de Barcelona. Y en Canarias filmamos la casa de María, mi personaje, Plaza de Mayo y toda mi historia. No sé si se estrena en nuestro país; el 25 de marzo llega a los cines de los Estados Unidos y el 18 de abril en Londres y todavía no hay fecha en España. Fueron tres meses de rodaje, de octubre a diciembre de 2023. Me tocaron algunas escenas con Jonathan Price y muchas más con Steve Coogan. El personaje de Price es pequeño dentro de la historia: es el director de la escuela, mi mayor vínculo fue con Steve, que es el profesor.
-¿Cómo fue compartir con una leyenda como Jonathan Price?
-Fue un sueño hecho realidad , al menos así lo viví. Hubo algo de mucha paridad cuando filmamos y en ningún momento me sentí extranjera. Ellos conocen poco y nada de nuestro cine, de nuestros artistas. De verdad, no me esperaba algo de tanta paridad. Jonathan es un sol de persona, con mucho humor, al igual que Peter y Steve, muy caballeros, muy amables. Tienen otra forma de trabajar de la que aprendí un montón. Se hacían como máximo dos escenas por día y para mí era rarísimo; se hacían mil tomas de una escena. Era increíble para mí.
-¿Y cómo fue meterte en la piel de una Abuela de Plaza de Mayo, mucho mayor que vos además?
-Hablé con nietas y conozco el trabajo de Abuelas de Plaza de Mayo como todos nosotros. Fue muy duro. Me avejentaban y tenía dos horas de maquillaje, entonces me levantaba 4.30 de la mañana y una hora después ya estaba en el set. Lo emocional fue muy fuerte , y creo que interpretando a María me cayó realmente la ficha de lo que sucedió en nuestro país. Me atravesó de otra manera esa tremenda tragedia. Cuando filmaba había algunos técnicos argentinos radicados allá que tenían familiares desaparecidos, incluso también el intérprete, todo era muy fuerte. Incluso mi nieta, Alfonsina Carrocio que es uruguaya, también pasó una dictadura; fue muy fuerte el vínculo entre nosotras. Y cuando se hizo la premier en el Festival de Cine de Toronto, en 2024, mucha gente argentina se acercó a mí llorando. Y los extranjeros hablan de una guerra que sucedió aquí; me asombraba.
-¿Y se interesaban por nuestro país?
-La verdad que no. No me preguntaban nada. Jonathan conoce Buenos Aires, hizo la película del Papa y alguna más, pero el resto no. Hablábamos de otras cosas. Y algo que me asombró es que nadie hablaba de dinero en ninguna reunión. No es un tema y acá no existe una conversación en la que, en algún momento, se hable de plata... [risas].
-Filmaste poco en nuestro país, ¿qué significa para tu carrera un trabajo como este?
-Amo el cine y acá hice muy poquito. Ojalá se abran puertas y tenga propuestas. La gente de la producción inglesa me dijo que querían seguir trabajando conmigo y remarcaron que se sorprendía mucho conmigo porque se reían de mi personaje y al mismo tiempo se emocionaban; por lo que entendí, allá hay actores de comedia y de drama, como que están más divididos los géneros. Hasta ahora tuve comentarios muy lindos sobre mi trabajo. Y de acá me llamaron algunas personas, como por ejemplo Sebastián Borensztein con quien hice Un cuento chino.
-¿Tenés proyectos para este año?
-En abril voy a Londres para el estreno de la película y hay propuesta para la segunda parte del año, pero nada concreto.
-¿Es preocupante no tener proyectos para una actriz con una trayectoria como la tuya o te acostumbrás?
-Por suerte, te acostumbrás. Hace tres años que no paraba y le estaba pidiendo al universo un poco de descanso [risas]. No tuve vacaciones y quería un poquito de paz porque de verdad la película fue mi fuerte . En mi vida fue un antes y un después y quiero seguir filmando cine. Hasta se me cruzó la idea de irme a vivir allá porque vi una industria funcionando muy bien.
-¿Te irías a vivir afuera?
-No sé si a vivir, pero sí a trabajar. Me fascinó; hacer cine es hermoso y creo que es lo que más me gusta de todo e hice muy poco.
-¿Y qué hacés en esos momentos de descanso?
-Me voy mucho a mi casita de Miramar, que disfruto desde que era chiquita. Me gusta muchísimo y tengo tiempo para pintar y dibujar. Tengo mi taller en Miramar; es un refugio al que voy cuando no tengo mucho trabajo como actriz.
-¿Mostrás lo que hacés?
-Todavía no. Estoy en período de estudio, investigándome como artista plástica. Y me resulta interesante porque soy yo sin un personaje y es interesante transitar ese camino.
-Hiciste decenas de novelas y obras de teatro, ¿qué otros personajes fueron un punto de inflexión en tu carrera?
-Creo que Isabel, de Farsantes. Sentí que a partir de ese momento fui popular y los productores empezaron a fijarse en mí. Ya era popular con Patito feo, una novela infantojuvenil, y con Cha cha cha , que tenía un elenco coral, pero en Farsantes me vieron de otra manera como Vivian El Jaber. Trabajo desde los 20 años y empecé en la época del Parakultural, muy intenso. Y enseguida me sumé a Cha cha cha escribiendo y produciendo porque llevábamos nuestro vestuario, nuestro maquillaje; hacíamos todo nosotros.
-¿De dónde viene esa pasión por el arte?
-No lo sé. Quizá de mi papá que es científico matemático, pero es muy histriónico y sus clases son muy especiales; tiene tres o cuatro generaciones que lo recuerdan. Creo que tomé algo de ahí y continúa porque tengo un sobrino que quiere ser actor, Marco y el hijo mayor de una de mis hermanas, y Simón, hijo de mi hermana más chica, está con la música. Tal vez yo abrí algo en la familia.