Wallace y Gromit: la venganza se sirve con plumas, regreso con gloria de una dupla icónica del cine de animación

Wallace y Gromit, dos personajes entrañables del cine de animación
Wallace y Gromit, dos personajes entrañables del cine de animación

Wallace y Gromit: la venganza se sirve con plumas (Inglaterra/2024) Dirección: Nick Park, Merlin Crossingham. Guion: Mark Burton. Fotografía: Dave Alex Riddett. Elenco: Ben Whitehead, Peter Kay y Lauren Patel. Disponible en: Netflix. Duración: 79 minutos. Nuestra opinión: excelente.

Wallace y Gromit son una apuesta segura, y jamás protagonizaron un relato que no bordeara (o alcanzara) la perfección. Nick Park inventó estos dos personajes en 1989, para el cortometraje titulado A Grand Day Out, y ese primer paso demostró el inmejorable pulso de este animador, no solo para desarrollar una historia, sino también en lo referido al uso de la animación stop motion . Luego de ese debut, y con el correr de los años, hubo nuevos cortos e incluso un largometraje protagonizado por ambos personajes. En todos ellos Park nunca dejó de destacarse por un trabajo de elevadísima calidad. Y la llegada de un segundo film, La venganza se sirve con plumas, es una prueba más de su talento superlativo.

Wallace, el despistado inventor, y el perro Gromit, su mejor amigo
Wallace, el despistado inventor, y el perro Gromit, su mejor amigo

En la nueva película, Wallace inventa un gnomo inteligente, que es capaz de realizar cualquier tipo de tarea vinculada al mantenimiento del jardín. Frente a la comodidad y solvencia del pequeño robot, otros vecinos del protagonista eligen alquilárselo, para que también les cuide sus jardines. Todo marcha en orden para el extravagante personaje, hasta que desde la prisión, un conocido villano llamado Feathers McGraw, manipula al gnomo y concreta un golpe que deja muy mal parado a Wallace. Y sin más aspiraciones que llevar adelante una historia atravesada por las risas y las secuencias de aventura, este nuevo film de Wallace y Gromit se revela como una pieza imperdible.

Ante todo, Park y su equipo mantienen su fidelidad por la estética stop motion. Los primeros cortometrajes de esta franquicia, eran realizados por esa técnica artesanal que consistía en modificar la posición de las figuras plano a plano, simulando el movimiento una vez que todas las imágenes fijas eran proyectadas en secuencia (o sea, el cine siendo cine). Con el paso de los años y las sofisticación en las técnicas de animación, el uso de herramientas digitales le permitió al equipo detrás de Wallace y Gromit emplear nuevas tecnologías que abreviaran ese proceso, y que también le dieran mayores posibilidades visuales a esos mundos en miniatura.

Pero a pesar de los avances, Park nunca quiso traicionar esa estética stop motion, de personajes que llevan impresos en sus rostros las huellas digitales de los artesanos que los manipulan entre toma y toma. Y en este nuevo film, Park continúa firme en su camino por preservar ese ADN que hace de Wallace y Gromit un producto artesanal. Desde luego que las computadoras atraviesan la producción y ejecución de esta película, pero a la vista del resultado final, y lejos de las criaturas digitales que pueblan los títulos de Disney o Illumination, Nick Park prefiere mantener intacta la mística de una aventura ejecutada por manos humanas.

Wallace y Gromit, personajes que no pasan de moda
Wallace y Gromit, personajes que no pasan de moda

Por otra parte, el director conserva la relación entre sus personajes, y busca incansablemente de qué modo presentar nuevas aventuras que no alteren una premisa que ya cuenta con 35 años de historia. Wallace sigue empecinado en producir inventos disparatados, mientras que Gromit no deja de ser una persona (un perro, mejor dicho) con los pies en la tierra, y siempre dispuesto a resolver los conflictos de su humano dueño. Uno es inocente y soñador, a la vez que el otro es indispensable para destrabar los problemas, y pasar del nudo al desenlace. Se trata de un andamiaje sencillo, que Park sabe siempre renovar de forma ingeniosa mediante premisas que evidencian la solidez de las estructuras clásicas.

Y por todo esto es que Wallace y Gromit: la venganza se sirve con plumas funciona tan bien. Porque no hay una obsesión por emplear técnicas modernas de animación, ni una desesperación por reformular una aventura apuntada para los más chicos (que los grandes disfrutan de igual manera), sino que los personajes y su periplo están supeditados al maravilloso arte de contar una historia sólida, con protagonistas que ya conocemos pero que siempre están dispuestos a un último baile. Y reencontrarnos con Wallace y Gromit de tanto en tanto es una costumbre que ojalá nunca pase de moda.