¿Qué tiene que ver William Wallace, una piedra viajera de 150 kilos y la coronación de Carlos III?

La monarquía británica es la única de las europeas que sigue celebrando sus coronaciones como si no hubiera pasado el tiempo, es decir, repitiendo la misma ceremonia religiosa desde la conquista normanda en 1066 y a la que fueron añadiendo detalles a medida que se fue transformando su reino. Cada detalle, objeto o símbolo que intervienen en la ceremonia tiene una explicación, a veces documentada históricamente y otras sacada de alguna leyenda. La Piedra del Destino es una de ellas y es mucho más que una piedra, es el antiguo símbolo de la monarquía escocesa, habla de los tiempos de William Wallace y es una pieza clave en la coronación de Carlos III que ya salió, con todos los honores, de Escocia para ocupar su lugar en la Abadía de Westminster, donde este fin de semana ha sido recibida con un servicio religioso. 

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La Piedra del Destino (también conocida como Piedra de Scone o Piedra de la Coronación ) es un gran bloque de arenisca de 150 kilos, convertido en un objeto sagrado y de orígenes desconocidos, aunque no faltan las teorías que la convierten en un mito. La pista está clara, al menos así es como ha pasado a la historia, desde 1296 cuando el rey Eduardo I de Inglaterra se la arrebató a los escoceses como parte de un botín de guerra y con el fin de despejar a Escocia de uno de sus símbolos más preciados de identidad. Así la piedra se trasladó desde la Abadía de Scone (hoy desaparecida pero que en la Edad Media era donde se coronaba a los reyes escoceses) hasta la Abadía de Westminster, el lugar de coronación de los reyes ingleses.

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Ese traslado –lleno de significado- se produjo en el marco de la primera guerra de la independencia de Escocia, cuando tuvieron lugar las campañas dirigidas por William Wallace, el soldado que lideró a su país contra la ocupación inglesa y que Hollywood lo convirtió en un ídolo actual tras la película Braveheart (1995) que hizo popular el grito de: "Pueden quitarnos la vida, pero nunca podrán quitarnos nuestra libertad”. El final de William Wallace lo conocemos: su cabeza fue colocada en una pica en el Puente de Londres en 1305, tras una tortura y muerte al estilo Juego de Tronos, una serie que no recrea nada que no haya sucedido antes, a excepción de los dragones y los caminantes blancos que todavía están por llegar.

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Y esta historia, la de la Piedra del Destino y William Wallace, están relacionadas porque el escocés al parecer estuvo exigiendo la devolución, algo que llegaría sí, pero en 1996, cuando fue devuelta a Escocia de forma oficial con la condición de que regresara a la Abadía de Westminster siempre que hubiera una coronación. Entre esos dos momentos, es decir, desde que salió de Escocia en 1296 hasta que regresó en 1996, el bloque de arenisca vivió varias aventuras.

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Cuando Eduardo I la llevó a Inglaterra mandó a construir un nuevo trono –la Silla de la Coronación o Silla de San Eduardo- para colocarla allí, de modo que todos los reyes británicos que fueron coronados a partir de ese momento se sentaron sobre ella; un gesto con un significado evidente. La piedra permaneció en la Abadía de Westminster hasta 1950, cuando cuatro estudiantes escoceses la robaron y emprendieron un viaje con ella hacia Escocia en lo que fue una declaración sobre el nacionalismo escocés. Cuentan –uno de ellos vivió hasta el año pasado- que cruzar la frontera no fue fácil y en ese traslado la piedra se partió accidentalmente en dos, finalmente la piedra fue encontrada en el altar mayor de la Abadía de Arbroath, en tierra escocesa.

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En cuanto se localizó y reparó, la piedra regresó a la Abadía de Westminster a tiempo para la coronación de Isabel II en 1953. Desde 1997, cuando fue devuelta de forma oficial y escoltada a Escocia con todas las garantías, la piedra se puede visitar en el Castillo de Edimburgo como uno de los tesoros que se exhiben en la Sala de la Corona, visitada por millones de personas cada año. Entre las leyendas que circulan en torno a ella está la de que el rey Eduardo I nunca sacó de Escocia la Piedra del Destino original, que esa fue escondida por los monjes y que el rey inglés se llevó una copia. En 1997 la historia se repitió a la inversa, entonces se extendió el rumor de que el gobierno de John Major, quien impulsó la iniciativa, no devolvió la piedra original y que el bloque que fue escoltado por el ejército británico hasta Escocia solo fue una copia.

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Sobre el cuarto traslado (de los que se conocen) de esta "piedra viajera" para estar en la Abadía de Westminster este histórico 6 de mayo hay varias opiniones. La prensa escocesa recoge que algunos piensan que Carlos III el tendría que viajar a Escocia para recibir los honores allí con la Piedra de Destino como protagonista pero en terreno escocés; otros sienten que trasladar la piedra a Londres para participar en una ceremonia de gran visibilidad hace que Escocia tenga un papel importante. Tampoco se puede obviar que en el último año Escocia ha reabierto el debate sobre su independencia y un posible referéndum, en parte impulsado por la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Según encuestas del pasado enero un 54 por ciento de los escoceses apoyarían la salida de Reino Unido en un posible referéndum, mientras que el 46 por ciento apoyaría seguir dentro, pero este es otro tema.

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