De Zumaia a Mutriku, la ruta del Flysch por la costa vasca que te dejará sin palabras
Para vivir una aventura de millones de años, nos adentramos en este Geoparque Mundial de la Unesco en la Costa Vasca para seguir una ruta de 13 kilómetros con vistas al Cantábrico y las formaciones rocosas más espectaculares que hayas visto en tu vida. Una arquitectura natural, creada a lo largo de millones de años en los que las rocas y el mar han dejado su legado. Su visión por primera vez te dejará sin palabras.
ZUMAIA, UN PAISAJE MÁGICO
Situada en una posición privilegiada a orillas del mar Cantábrico y de la bahía donde confluyen los ríos Urola y Narrondo, Zumaia es conocida por su imponente flysch, el centro histórico de trazado medieval, sus fantásticas playas y la ermita de San Telmo, sobre unos acantilados de vértigo, que se hizo archiconocida tras ser el escenario de la boda de la película Ocho Apellidos Vascos. Aquí vas a disfrutar, también, de su rica gastronomía, con los pintxos que llenan las barras cada día, pescados frescos y el famoso pulpo de Zumaia que celebra una gran fiesta a finales de septiembre con degustación, preparación popular de la 'sopa de pulpo', un recorrido por el flysch y visita a la cofradía de pescadores, entre otras actividades.
Aunque todos los puntos de interés del pueblo se pueden visitar en una mañana, merece la pena dedicarle más tiempo para disfrutar de sus playas y rincones con encanto. Pero, sobre todo, a recorrer la espectacular Ruta del flysch hasta Deba, que también ha sido escenario de Juego de Tronos: sus impresionantes acantilados han dado forma a Rocadragón (dragonstone), la Casa de los Targaryen.
Pero, antes de nada, ¿sabes qué es un flysch? Se trata de una formación rocosa que intercala capas duras y blandas. En alemán, flysch significa deslizar, y hace referencia a la diferente dureza de cada tramo de roca que hace que la erosión sea distinta y termine ‘deslizándose’. Este paisaje mágico de diferentes estratos es lo que nos encontramos en el Geoparque Mundial de la UNESCO de la Costa Vasca (geoparkea.eus), que discurre por Zumaia, Deba y Mutriku, en Guipúzcoa, y lo mejor es recorrerlo con las explicaciones de un guía experto en geología para descubrir datos tan alucinantes como que una de las finas capas negras pudo ser testigo del asteroide que terminó con los dinosaurios, en la playa de Algorri, hace más de 60 millones de años.
Existe una ruta de los Miradores del Geoparque que transcurre por paisajes y pueblos y es una delicia para los senderistas. Puedes dejar el coche en la estación de Zumaia y regresar en tren desde Deba ya que hay varios horarios a lo largo del día y tarda unos 15 minutos (2,75 €). Otra forma de admirar las formaciones de flysch es en barco, bordeando la salvaje costa vasca en alguna de las travesías que se contratan tanto en Deba como en Zumaia, con experiencias a medida como las que ofrece Inquieto Navegante Charter (inquietonavegante8.webnode.es).
A orillas del río Urola, en un entorno natural y tranquilo, está el Asador Bedua (bedua.eus), una casona del siglo VII cargada de historia. Isabel Antia lleva toda la vida al frente de la cocina de Bedua y la ha colocado entre los destinos gastronómicos más solicitados del País Vasco. Pero, además, el asador se ha hecho más famoso y reconocible aún porque aquí se rodó la ya mítica escena de Ocho Apellidos Vascos en la que el sevillano recita sus ocho apellidos (Gabilondo, Arguiñano, Igartiburu, Urdangarín, Clemente…) y come algunas de las especialidades de este restaurante familiar (abierto desde 1948) con la parrilla como protagonista y con huerta propia en una isla a la que se llega tras atravesar un puente romano. Imprescindibles el besugo y la chuleta.
El hotel Flysch (hotelflysch.com) hace honor a este patrimonio geológico único en el mundo y es un lugar idóneo para alojarte e iniciar la ruta costera. Se encuentra en el centro de Zumaia, sobre el famoso flysch, a escasos metros de la ermita de San Telmo y sus espectaculares acantilados y la playa de Itzurun una de las más bellas de Europa. Abrió sus puertas en 2017, con una cuidada arquitectura y decoración, con obras del artista local Antón Eguiguren que aporta una personalidad única a cada estancia. El hotel cuenta con 18 espaciosas habitaciones, además de una cafetería con amplia terraza de uso exclusivo para los clientes y parking privado.
LA BELLA VILLA MARINERA DE DEBA
La villa de Deba se encuentra resguardada por la desembocadura del río Deba y una pequeña bahía. Su casco histórico esconde joyas como la iglesia de Santa María, de estilo gótico y declarada Monumento Nacional. La encontrarás en fiestas a mediados de agosto, cuando celebran a su patrón, San Roque, con tamborrada, encierros y verbena. Deba cuenta con hermosas playas, como las de Santiago y Lapari, los miradores y tranquilas calas de Mendata, Aitzuri y Sakoneta y los paseos por la ría hasta el puerto deportivo. El paisaje de flysch negro más espectacular se encuentra en la punta de Aitzandi.
La historia más remota también se cuenta desde Deba. En el interior encontramos valles y bosques de color verde intenso además de medio centenar de cuevas y yacimientos prehistóricos, algunos de gran valor. En la cueva de Ekain (declarada Patrimonio de la Humanidad) se han hallado pinturas rupestres, los famosos caballo, y restos que puedes conocer en la visita guiada (con reserva) a través de una magnífica réplica. La visita se completa con actividades para que sientas cómo vivían, cómo cazaban o cómo hacían fuego los habitantes de este lugar hace 15.000 años (ekainberri.eus).
El antiguo casino de Deba, en primera línea de playa, es hoy Labar (labardeba.com), un restaurante con alma de taberna vasca donde vas a probar el mejor producto del mar y de la tierra en formato pintxo y en platos del restaurante que son un homenaje al paisaje que les rodea. Labar significa acantilado y sus dueños, Ander Ausin, en cocina, y su socia Ainara Etxebarria, llevan al plato la esencia de la cocina vasca de la costa con toques de autor: la anchoa en salazón sobada a mano, el milhojas de foie, queso de cabra y pera caramelizada (homenaje a Berasategui), el bacalao con alioli o las jugosas carrilleras. No es vano, Labar luce el premio al 'Proyecto más avanzado de la Incubadora de Restaurantes Gastronómicos de Euskadi' organizado por el Barque Culinary Center y como 'Talento Gastro' también está destacando en la nueva gastronomía guipuzcoana.
ENTRE FÓSILES Y COCOCHAS DE MERLUZA
Antes de lanzarnos a la costa, es obligado pasear por el casco histórico de Mutriku, declarado conjunto monumental en 1995, con palacios con escudos y balcones de forja y edificios medievales que aparecen escondidos entre sus calles estrechas y empedradas. Algunos pueden visitarse para repasar la historia de la villa y sus heroicos marineros. El puerto marinero es una preciosidad, uno de los más antiguos de todo el País Vasco, creado en el siglo XIII, y con una gran tradición de la pesca de la ballena que queda reflejada en el gran mural pintado en el mirador de Atxukale, lugar de reunión de vecinos y visitantes. Otro de los atractivos de Mutriku son las piscinas naturales que se encuentran entre el espigón y el puerto, que se llenan de forma natural con el cambio de las mareas.
El museo Nautilus de Mutriku es el centro de interpretación geológica y alberga una bonita colección de piezas que se han encontrado a los largo y ancho del flysch negro de Mutriku. Fósiles y otras formaciones rocosas que nos ayudarán a entender el origen de estas maravillas geológicas que encontramos en el Geoparque Mundial de la UNESCO de la Costa Vasca en esta zona.
Santi Ríos es Piper, y en el restaurante (restaurantepiper.com) que lleva su nombre vas a poder comer un producto excepcional, pescados y mariscos en estado puro. Y es que Piper conoce bien lo que sirve. Empezó descargando pescado, también fue pescador antes de lanzarse a su gran pasión, la cocina. Todo lo que llega a la mesa triunfa, pero la merluza (el cogote al pil-pil es acierto seguro) y las cocochas las borda.
La guinda a esta ruta del Flysch la pone el agroturismo Haitzalde, un alojamiento de ensueño a un par de kilómetros de Mutriku, frente al Cantábrico, y donde el descanso está asegurado (solo adultos y para niños mayores de 12 años). La casa se integra en el paisaje, justo encima del flysch negro de la costa vasca, con el uso de la madera y la piedra y una cubierta vegetal que la camufla en la ladera sobre los acantilados. Las grandes cristaleras permiten que el mar se cuele en las habitaciones y hasta en la ducha. Cuenta con un circuito spa, con sauna, hamman y baño nórdico con vistas al mar.