Lo que dejó 2024: las historias de canciones que más disfrutamos este año
Amores en todas sus formas, esos clásicos de las grandes canciones. Amores adolescentes y apasionados; de melodías pegadizas que se convierten en éxitos tecnopop de discoteca; desencuentros tangueros que terminaron entreverados con historias de asesinatos y aquellos no correspondidos que sonaron al ritmo del chamamé. Estas son algunas de las “Grandes historias de canciones” más elegidas por los lectores de LA NACION durante 2024.
En el funeral de su hermana mató a su cuñado y dejó para la historia el tango “Nada”
La manera de lograr que una canción se convierta en un gesto artístico perfecto es buscar que música y letra creen su propia danza. “Nada” es un tema que este año cumplió ocho décadas. Fue escrito por Horacio Sanguinetti con música de José Dames. Es un tango porque se manifiesta en ese lenguaje musical, pero crear su propia danza significa que letra y música generan la pareja perfecta, con sus propios movimientos. No es tan fácil de explicar esto solo con palabras porque, justamente, se trata de música; quizás antes haya que escuchar las versiones que han hecho grandes cantores, como Alberto Podestá, Julio Sosa, Mercedes Sosa, María Graña y el Polaco Goyeneche, para comprobar la gracia con la que letra y música se mueven.
“He llegado hasta tu casa. Yo no sé cómo he podido. Si me han dicho que no estás. Que ya nunca volverás. Si me han dicho que te has ido. Cuánta nieve hay en mi alma. Qué silencio hay en tu puerta. Al llegar hasta el umbral, un candado de dolor, me detuvo el corazón”
En la historia de su autor, Horacio Basterra (Sanguinetti era el seudónimo que usaba para escribir sus tangos), también hay una leyenda que tiene que ver con su partida. Desde entonces, nada se supo de él, hasta su muerte. En este caso el motivo es un hecho trágico, un asesinato. Durante muchas décadas fue un secreto a voces que, en el funeral de su hermana, Basterra había matado a un hombre y luego escapado al país donde había nacido, el Uruguay.
Todo iba bien en la vida de Basterra hasta que, en 1950, su hermana murió por tisis. Durante su velatorio, la historia que el mismo contó a muchos amigos, para ayudarlo a salir de ese confuso episodio, giró en torno a una discusión que el propio poeta tuvo con su cuñado. Durante las exequias le reprochó al viudo que había torturado en vida a su hermana. El hombre, que era militar, habría hecho el ademán de sacar su arma para apuntarle y Basterra le ganó de mano, sacó una que llevaba y lo mató. La historia de Basterra fue rescatada por Oscar del Priore e Irene Amuchástegui en su libro A mí se me hace cuento. Historias ocultas del tango (Publicado por Alfaguara en 2010). Del Priore confirmó a LA NACION que el relato de esa noche era un secreto a voces.
Otro dato para confirmar la historia lo aportó Beba, la hija de Don Osvaldo Pugliese: “Lo que yo sé de Horacio Sanguinetti es lo que vi en mi casa -contó-. En una oportunidad llegó a la casa de la calle Lugones 3541, que fue la primera propiedad que compraron mis viejos. Estaba en el barrio de Saavedra y vino con una señora que se llamaba Rosita. Alta, rubia, peinada hacia atrás, moderna ‘para ese entonces’ -digo lo que recuerdo porque yo era una nena- (...). Él estaba enamorado de esa mujer, creo que era una señora de la noche por lo que yo distraídamente escuchaba. Ella lo dejó después de un tiempo y se fue a Brasil, creo que con otro hombre. Sanguinetti sufrió mucho, mi viejo lo quería, eran amigos. La segunda secuencia fue en Álvarez Thomas 1477, Villa Ortúzar, donde vivíamos. Recuerdo que Horacio llegó en forma desesperada, con las manos vendadas, tenía un traje azul, dramáticamente desesperado. Estábamos en el vestíbulo y le decía a mi papá que había matado a su cuñado, por la mala vida que le daba a su hermana. Hablaban de que él se tenía que ir del país.”
“Merceditas”: un amor por correspondencia, dos pedidos de matrimonio y un “castigo” de Dios
A veces, las cosas no salen según lo planeado. Y si bien el universo tanguero podría ser el ideal para darle cobijo a la historia, este final, que no es feliz, fue contado con ritmo de chamamé. Es la historia de un amor (“como no hay otro igual”) que en la nostalgia y el recuerdo tiene el desarrollo de un cuento de hadas, pero cuando llegó el momento de formalizar, la libertad pudo más que el amor. Los protagonistas fueron un músico y compositor entrerriano y una bella joven de un pueblo de Santa Fe: Ramón Sixto Ríos y Mercedes Strickler Khalov. Quizás sus nombres no digan demasiado hasta saber que son protagonistas no solo de esta historia si no de uno de los chamamés más bellos: “Merceditas”.
“Qué dulce encanto tiene /tu recuerdo Merceditas. / Aromada florecita, amor mío de una vez. / La conocí en el campo, allá muy lejos una tarde, donde crecen los trigales, Provincia de Santa Fe/”.
Se podría decir que, luego del himno chamamecero “Kilómetro 11″, “Merceditas” se convirtió en el gran clásico del repertorio romántico, lento y dulce. Porque muestra una gran candidez, quizás esa misma con la que durante dos años se sostuvo aquel amor de poste restante, en la correspondencia de esos dos enamorados. Ríos pudo escribir un gran hit. Pero no logró quedarse con el amor de Merceditas. Una tarde de 1941 apareció en su casa con un par de anillos para proponerle matrimonio. Y ahí mismo todo terminó. Mujer adelantada a su tiempo, Merceditas no quiso perder su libertad. Lo rechazó y se limitó a decir que cuando le propuso matrimonio dejó de quererlo.
Ríos se casó con otra mujer y enviudó un par de años después. Tuvo una segunda oportunidad con Merceditas. En vano. A principios de la década del noventa volvió a la carga con su viejo amor. La invitó a Buenos Aires. La “aromada florecita” accedió a visitarlo. El volvió a proponerle matrimonio. Ella volvió a rechazarlo. Muchos años después, Mercedes Strickler Khalov dijo que Dios la había castigado por esos rechazos.
“I Don’t Want to Miss a Thing”: el inoxidable hit de Aerosmith que fue inspirado por un sorprendente romance de Hollywood
En 1996, Barbra Streisand recibió el llamado de una amiga con una propuesta que inicialmente decidió rechazar: la invitación a una cena a la que también había sido convocado un hombre con el que la actriz y cantante seguramente iba a tener mucho en común. La protagonista de Nace una estrella venía de relaciones breves con figuras reconocidas como el tenista Andre Agassi y los actores Liam Neeson, Jon Voight y Peter Weller, y no se sentía lista para iniciar un nuevo vínculo romántico. Tras un período de insistencia de su grupo de amigos, Barbra accedió y acudió a la cena en cuestión sin demasiadas expectativas. Sin embargo, cuando vio al actor James Brolin, su vida se transformó. “Me acerqué hacia él, le toqué el cabello y le pregunté: ‘¿Quién te arruinó el peinado?’ Porque era verdad y nadie más iba a decírselo, y además no tenía otra cosa para decirle, no me podía ni presentar porque ya me conocía y eso hubiese sido ridículo, entonces elegí decirle algo sincero”, le confió Streisand a la presentadora Gayle King, quien también habló con Brolin para tener su versión de ese primer encuentro.
“Lo que me atrajo de Barbra fue su honestidad brutal, pensé: ‘Oh, ¿así que esto va a ser así? Bueno, yo voy a dar pelea también’; me pareció muy sexy su actitud y conectamos en un segundo, por lo que supe que estaba entregado a ella ya desde esa misma noche, fue instantáneo”, recordó el protagonista de The Reagans. Luego de dos años de noviazgo, los actores contrajeron matrimonio el 1° de julio de 1998 y siguen juntos hasta la fecha, sin pruritos para expresar lo que sienten el uno por el otro.
En una oportunidad, Streisand tuvo que viajar por un rodaje y Brolin quedó solo en la casa. Cuando fue llamado para una entrevista televisiva y le preguntaron por su esposa, fue extremadamente cándido. “La extraño mucho en este momento, la extraño incluso cuando estoy durmiendo”. Del otro lado de la pantalla se encontraba Diane Warren escuchándolo, quien pensó que ese concepto (el de evocar al otro y sus pequeños detalles tanto en el sueño como en la vigilia) era un buen punto de partida para la canción que estaba componiendo para el film de Michael Bay, Armageddon.
El tema “I Don’t Want to Miss a Thing”, de Warren, en la versión de Aerosmith, se editó el 29 de julio de 1998, escaló a la cima del Billboard Hot 100 y se convirtió en la canción más exitosa del grupo, su primer “number one hit” en los Estados Unidos. La interpretaron un año después de su lanzamiento, en la ceremonia de los premios de la Academia de Hollywood a los que estuvo nominada. La canción inspirada por Barbra Streisand y su romance con James Brolin perdió la estatuilla a manos del tema de El príncipe de Egipto, “When You Believe”, pero su vigencia es irrebatible. “I Don’t Want to Miss a Thing” fue elegida para bodas, cumpleaños, videos, y se convirtió en una balada inoxidable que logró ser disociada del film para el que fue compuesta.
“Una gran balada debe tener una gran melodía, una buena letra, lo que sucede con cualquier canción en general, pero en el caso de ‘I Don’t Want to Miss a Thing’ encontramos el secreto: es esa canción que todo el mundo puede cantar a viva voz en un karaoke, estando borracho, es ese tema que es divertido de interpretar”, expresó Warren.
“My Sharona”: una tragedia y la misteriosa mujer detrás del éxito de The Knack
A sus 25 años, Doug Fieger conoció a Sharona Alperin y su vida dio un brusco giro. El músico oriundo de Oak Park, Michigan, siempre tuvo muy en claro cuál era su meta: instalarse en Los Ángeles y triunfar en la industria musical. Sin saberlo, Sharona iba a darle un fuerte respaldo en ese proceso que comenzó cuando, en 1978, Fieger se subió por primera vez a un escenario junto al guitarrista Berton Averre, el baterista Bruce Gary y el bajista Prescott Niles. Así, se formó The Knack. El primer disco se publicó en 1979 y su primer corte de difusión fue aquel tema que le había dedicado a su novia: My Sharona”. “Me enamoré de manera instantánea”, declaró el artista. “La miré y fue como si me hubiesen dado un fuerte golpe con un bate, mi cabeza quedó extraña, y luego no pude dejar de escribir temas que me remitieran exclusivamente a ella”, reveló.
Tras mantener una relación por varios años, decidieron separarse y eventualmente rehicieron sus vidas con otras personas. Alperin se corrió de la industria de la música en la que estuvo inmersa por tanto tiempo. “Recuerdo que me la pasaba viendo los ensayos de la banda y un día me dijeron que tenían una canción que querían que escuchase, pero no me contaron nada más que eso y me olvidé. Salí del trabajo, me subí al auto, puse la radio y no lo podía creer. ‘¿Están nombrándome en ese tema?’ Fue lo primero que pensé y después me volví famosa sin proponérmelo”.
En “My Sharona”, Fieger describe a su novia como “el motor” que lo hacía ponerse en marcha, la persona que ponía su vida en movimiento, siempre de la mano con la música, a tal punto que Alperin accedió a la propuesta de ser la cara visible de la tapa del single, en la que ella sostiene el primer disco de la banda.
Ese breve roce con la fama llegó tanto por la canción en sí misma como por la repercusión que tuvo la portada del single. “Me empezaron a ver como a una celebridad y esa foto la hicimos un día sin producción, yo estaba usando los jeans y la remera que usaba siempre, y después ese look lo empecé a ver en las mujeres que seguían al grupo. Les preguntaba de qué estaban vestidas y me respondían: ‘De Sharonas’. Fue un momento de mi vida increíble”, remarcó Alperin, quien aseguró haberse sentido muy dolida tras la separación, aunque siempre tuvo la certeza de que el vínculo no iba a funcionar a largo plazo, por lo que los vaivenes eran muy frecuentes.
“Tenía 17 años cuando lo vi y nos enamoramos. Al poco tiempo de empezar a hablar, ya sabíamos que éramos el uno para el otro, él siempre me decía ‘sos mi alma gemela, sos mi otra mitad’, pero yo estaba de novia y necesitaba tiempo para pensar. Pasó un año, junté coraje y dejé a mi pareja para estar con él”. De esta manera, recordó Sharona Alperin los inicios de su vínculo con Fieger en una cándida entrevista con The Wall Street Journal. La mujer, quien actualmente es una exitosa corredora de bienes raíces, mantuvo un vínculo con el líder de The Knack hasta el día de su muerte, el 14 de febrero de 2010. El músico falleció luego de una larga batalla contra un cáncer de pulmón. Tenía 57 años. “Estuve cerca de él en esos últimos momentos, fuimos amigos hasta el final de su vida”, reveló Alperin.
La canción más bailada en los boliches porteños a finales de los 80
Transcurría la época del synth-pop, a finales de los años ochenta, cuando Cetu Javu irrumpió inesperadamente desde Hannover, Alemania, en la escena porteña, como uno de los pioneros del sonido techno-pop en español. Entre canciones de Depeche Mode, New Order y Pet Shop Boys, de repente surgía en nuestro idioma “A dónde”, un hit cuyo estribillo aún hoy es muy recordado por todos aquellos que transitaban la noche porteña.
Ahora bien, ¿qué hacía una banda alemana cantando canciones en castellano? La historia es que su cantante, Javier Revilla-Díez, era hijo de inmigrantes españoles oriundos de Palencia que se habían radicado en Alemania en 1963. Por eso, si bien la mayoría de las canciones estaban escritas en inglés, otras tantas las cantaban en castellano.
“Me di cuenta de que podía expresarme con más sentimiento en castellano que en inglés. Entonces, cuando oía los primeros sonidos de una melodía, decidía si era mejor hacerla en un idioma o en el otro. Creo que fuimos pioneros del sonido tecnopop en español y me siento orgulloso de eso, porque hubo una gran afición”, recordó Revilla.
“El éxito de ‘A dónde’ llegó bastante tarde para nosotros, porque ya teníamos cinco años de canciones y ya no esperábamos un éxito así. Llegó a España por casualidad. En esa época, los DJ de Valencia eran los número uno. Todo lo que allí sonaba luego empezaba a sonar en otras partes. Incluso Fráncfort (Alemania) tuvo esa referencia. Entonces, un DJ de Valencia vio nuestro disco, no lo escuchó, solamente vio que tenía una canción en castellano, se la llevó, la pinchó y desde entonces fue un éxito inesperado. Después siguieron años muy intensos de actuaciones, entrevistas, conciertos con miles de personas cantando nuestras canciones. Fue muy emocionante y divertido, una locura para nosotros”, rememoró el cantante.