7 cosas inesperadas que he aprendido de la no monogamia

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Necesita interesarte. Mucho. Hay una razón por la cual las personas no monógamas hablamos de ello todo el tiempo: la no monogamia, como cualquier práctica, es fascinante, retadora e impredecible. 

Estar en una relación no monógama requiere dedicación y apertura mental. 

Para llevar una relación no monógama exitosa muchas veces se necesitan desarrollar habilidades de comunicación, introspección que no necesariamente tendremos al momento de establecerla. Es un viaje maravilloso, pero es un viaje complejo. 

No es que esto sea completamente necesario para todes y no es que sea la única manera, pero la mayoría de las personas que le entremos a la no monogamia vamos a necesitar de varios recursos para ayudarnos a navegar la experiencia: videos, podcasts, talleres, conversaciones con otras personas, formar parte de colectivos, libros, vaya, cualquier cosa que nos ayude a seguir pensando y repensando nuestra relación.

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Esto, en parte es por todas las cosas que emergen a partir de hacer las cosas distintas con algo como la monogamia, incluso si entras únicamente por querer tener sexo con otras personas aparte de tu pareja, sin ningún otro trasfondo político o filosófico, al final es probable que acabes cuestionando todo lo que se desencaja cuando alteras una dimensión tan constitutiva de la sociedad a la que pertenecemos. 

Estando en una relación no monógama he cuestionado desde los celos hasta por qué la sociedad está diseñada para tener al centro a una familia nuclear que se sostiene por distintas formas de explotación laboral. 

He cuestionado el tiempo que le dedico a todas mis relaciones, las inseguridades que me despierta la sexualidad de otras personas, las heridas relacionales que marcaron a mi familia, las formas sutiles en que se manifiesta el machismo que intento dejar atrás, entre muchas otras cosas. Como en todo viaje, lo que uno descubre siempre es inesperado. 

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Los momentos incómodos te van a enseñar más que los cómodos

Sí, hacer acuerdos. Sí, fantasear. Sí, imaginar cientos de escenarios en la cabeza. Sí a todo eso, pero en mi experiencia, lo que en verdad te enseña a habitar una relación (monógama o no) es cuando los acuerdos se rompen, las fantasías no salen como esperábamos y los escenarios que suceden son distintos a los que imaginamos. 

En esos momentos, cual protagonista de un anime que descubre el poder de la amistad al filo de la muerte, es cuando de hecho nos vemos obligados a enfrentar los límites y las posibilidades de los acuerdos que establecimos y que por lo demás nos ayudaron a caminar una cotidianidad tranquila, pero que fallaron por razones que hay que cuestionar. 

En una relación no monógama, tarde o temprano enfrentarás situaciones incómodas que te harán reflexionar sobre tus límites. Esto es normal. 

A veces entramos creyendo que, por ejemplo, no seremos personas celosas y descubrimos que los celos nos aturden de maneras inesperadas. A veces nuestra pareja no estará de acuerdo con un, eh, acuerdo y  tendremos que negociar aquello que pensamos que nunca tendríamos que hacerlo. A veces nos emocionaremos mucho por una trieja, un trío, ser el metamor de alguien, una experiencia de intercambio o cualquier otra cosa y al final nos abrumarán emociones que nunca pensamos sentir. 

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Estos momentos pueden ser valiosos para crecer como persona y entender mejor tus necesidades y deseos. 

Aprender a lidiar con la incertidumbre y la incomodidad es algo esencial para la vida, pero sobre todo para este tipo de relaciones, y afrontar las situaciones difíciles permitirá desarrollar una mayor comprensión de ti y de tu forma de conectar con el mundo. 

Muchas más personas lo hacemos de las que parece

Dependiendo de varios factores, como tu ciudad de origen o tu edad, es posible que la experiencia de la no monogamia sea un poco solitaria. 

No siempre las personas hablan de ello y no siempre es fácil conocer a otras personas interesadas en vincularse de esa manera. Al día de hoy sigue existiendo un estigma muy grande e incluso en espacios como apps de ligue puede ser difícil encontrar a gente que también esté interesada en practicarla.

Sin embargo, esto no significa que seamos pocas personas. 

En Estados Unidos se piensa que alrededor de 20% de las personas han sido no monógamas en algún momento de sus vidas. En México no existen cifras que midan esto, pero lo que he aprendido estos años es que la no monogamia consensuada es más común de lo que se suele pensar

No siempre las personas son vocales respecto a ello debido a miedo al juicio, entre otras cuestiones, pero de que sucede y lleva décadas sucediendo, es un hecho. No tengo números para probarlo así que sólo cuento con mi anécdota, pero al ser una persona muy vocal respecto a mi propia relación no monógama y tener un podcast al respecto, pero a lo largo de los años he conocido a personas que a pesar de no hablar de esto, practican alguna forma de no monogamia, por ejemplo:

  • Abuelxs que son swingers.

  • Parejas con hijes que intercambiaron con vecines en algún momento de sus vidas.

  • Personas que en la adolescencia tuvieron más de una pareja (a veces sin saber muy bien por qué) y todas las partes sabían.

  • Parejas jóvenes que tienen cuentas secretas en redes como Twitter o Reddit donde comparten videos o fotos sexuales propios con otras personas de maneras consensuadas.

  • Hombres conservadores que disfrutan de ver cómo otro hombre tiene sexo con sus esposas.

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Mi sugerencia: si te es posible, intenta ser vocal, aunque sea un poco, respecto a tu forma de relacionarte. Si no, busca comunidades de apoyo donde puedas compartir tus experiencias y aprender de los demás. Y si de plano no puedes nada de esto, ten la certeza de que no eres la única persona con estos intereses. Nunca lo eres.

Vas a aprender también de tus relaciones con la amistad

Se dice mucho: la mejor parte de la no monogamia es lo que te enseña respecto a otras formas de relacionarte. En mi caso, existen dos aspectos importantes de la no monogamia que me han enseñado mucho sobre todas mis relaciones no románticas ni sexuales.

El primero es el cuestionamiento a la jerarquía. Como dice Brigitte Vasallo en su libro Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, la monogamia es una forma de pensamiento que, ante todo, defiende una jerarquía social que coloca a la pareja cisheterosexual en la cima, debajo la familia “natural” y el resto de las relaciones (por ejemplo, las amistades) debajo. 

El cuestionamiento de esta jerarquía me ha ayudado a entender no sólo cómo quiero relacionarme románticamente, sino también, por qué es que me muevo como me muevo en las otras relaciones no románticas.

El segundo es el énfasis en la energía física y emocional como el recurso que posibilita que las relaciones se sostengan. 

Tradicionalmente, en el amor romántico, el amor mismo se piensa como ese recurso y se le concede una cualidad de ser ilimitado. Si amas lo suficiente algo, puedes lograrlo, punto. Así, una relación a la distancia que no perdura es porque “no se amaron lo suficiente”, una relación que soporta violencia es porque “se aman demasiado”. 

Claro, el amor sí es una fuente de energía, pero no es la única, ni determina todo lo que puede o debe hacer en su nombre, ni el hecho de que exista debería ser la única condición de posibilidad de una relación. Cuestionar esto me ha llevado a gestionar mejor mi energía y aprender a tener relaciones laborales, amistosas y familiares mucho más significativas y amorosas.   

La no monogamia nada tiene que ver con la “deconstrucción”

Existe una dimensión política de la no monogamia y muchas personas llegamos a alguna de sus manifestaciones debido a esto, pero no es la única manera de llegar y, definitivamente, también existen formas despolitizadas e incluso violentas de la no monogamia. 

Todas las prácticas violentas que se observan en la monogamia pueden reproducirse en las no monogamias, en medida de que aunque es un pilar fundamental de la sociedad, no es ni de cerca el único. 

Coger con otras personas no te libra de nada, tener más de una pareja no te libra de nada. Es la forma en que lo haces lo que te puede liberar. Por esto es que la no monogamia consensuada no es intrínsecamente mejor ni peor que la monogamia, al menos como una decisión consciente y auténtica. 

Sin embargo, yo soy de la idea de que la no monogamia, al menos como pensamiento, ofrece una ventanita de esperanza que la monogamia no: la de cuestionar las jerarquías y fundamentos relacionales que, más veces de las que no, niegan aspectos fundamentales de nuestra sexualidad y de la experiencia de estar vivo, imponiendo expectativas inalcanzables que nos alejan de relaciones felices y realmente amorosas. Creo en esa posibilidad, pero de ahí a que siempre se cumpla, es otra cosa.

Las personas van a proyectar alrededor de ti cosas que ni imaginas

Se habla mucho de que una de las respuestas más usuales al comentarle a una persona monógama de tu manera de relacionarte es “ay, es que yo no podría”. De lo que no se habla tanto es el énfasis en el yo que tiene esa respuesta.

Muchas veces, las personas que no comprenden o no están familiarizadas con la no monogamia proyectarán sus propios prejuicios y malentendidos sobre ti. Si son personas a quienes les han sido infieles quizás piensen que tú estás ahí porque quieres ser infiel (pero pues, para eso ya está la monogamia); si han lidiado con problemas de compromiso quizás piensen que tú tienes miedo al compromiso, si tienen miedo al abandono quizás proyecten en ti el temor a que un día la persona a quien aman les deje.  

Por mucho que pretenda que los juicios externos no me han afectado, la realidad es que en alguna medida lo han hecho. Sobre todo en un inicio, tener que justificarme cada vez que le explicaba a cualquier persona la manera en que me relacionaba se convertía en un acto desgastante que me hacía cuestionar el por qué lo hacía en primer lugar. 

Sin embargo, conforme fue pasando el tiempo y fui teniendo más experiencias, aprendiendo de mis errores y comprobando una que otra sospecha, comprendí que, en realidad, toda relación humana es un gigantesco experimento en el que no existe certeza de nada, y que si lo asumía de esa manera, entonces el juicio de las otras personas podría pesarme menos, porque podría verlo, no como una sentencia o un mal augurio, sino como lo que es: el miedo natural que surge cuando se recorren caminos antes inexplorados, que a veces se manifiesta en preguntas atinadas y a veces en juicios crueles.

Por último: la no monogamia se vive mejor en compañía

Lo más importante para mí en este proceso, quizás aquella cosa que consideraría fundamental para prácticamente cualquier relación no monógama, es la importancia de buscar algún espacio, comunidad o amistad, virtual o presencial, con la cual hablar sobre el tema.

No sólo para rebotar ideas y repasar errores, sino también por su aspecto gozoso: la no monogamia, al menos para mí, ha sido una experiencia que he disfrutado muchísimo y poder compartir lo que vivo con otra persona en medio de risas y preguntas curiosas ha sido una de sus partes que más felicidad me ha traído.

Ya lo dice la frase cliché: las cosas (algunas, al menos) se disfrutan mucho más cuando se comparten.