Acaba con ellos: una historia de masculinidad tóxica, violencia y expiación

Barry Keoghan y Christopher Abbot en Acaba con ellos
Barry Keoghan y Christopher Abbot en Acaba con ellos

Acaba con ellos (Bring Them Down, Bélgica, Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos/2024). Dirección: Chris Andrews. Guion: Chris Andrews. Fotografía: Nick Cooke. Edición: George Cragg. Elenco: Christopher Abbott, Barry Keoghan, Colm Meaney, Nora-Jane Noone, Paul Ready. Calificación: apta para mayores de 16 años. Duración: 105 minutos. Nuestra opinión: buena.

Acaba con ellos es, antes que ninguna otra cosa, una película sobre la masculinidad tóxica. La historia de esta ópera prima del británico Chris Andrews nació cuando, diez años atrás, leyó una noticia sobre oleadas de cuatreros que cortaban las patas traseras de las ovejas y las dejaban desangrarse en la zona de Cumbria, un condado del noroeste de Inglaterra donde él pasó su infancia. Pero ese extraño hecho fue apenas el punto de partida para su debut en la dirección, un relato cargado de tensiones por viejas cuentas pendientes que no paran de aflorar.

En el inicio del film, estrenado en el Festival de Cine de Toronto, durante un viaje por una ruta solitaria la madre del protagonista confiesa que piensa dejar a su marido, presumiblemente cansada por el maltrato. La revelación produce una destemplada reacción de su hijo, Michael, que pierde muy pronto la cabeza, acelera el auto que conduce sin ninguna lógica ni control y termina provocando un accidente fatal. Con ellos también estaba la pareja de Michael, Caroline, mujer y personaje más sensato de este intenso drama.

De ahí hay un salto en el tiempo hasta un presente cuya configuración está obviamente determinada por aquella tragedia: Michael vive con su padre, que no puede moverse sin ayuda. Depende casi enteramente de él, pero sin embargo sigue dando órdenes. Se nota muy pronto que es un hombre difícil y que convivir con alguien así no puede ser sencillo para nadie. Están en un ambiente rural y comparten la cotidianidad con animales, un paisaje abierto por momentos hostil y muy pocos vecinos, mayormente gente de pocas palabras y temperamento seco.

Pero las cicatrices del pasado nunca se han cerrado. Y un conflicto latente durante demasiado tiempo por fin explota y desata una ola de violencia que, más cerca del epílogo, se traduce en sucesos sangrientos que involucran sobre todo a hombres dominados por sus pasiones más vergonzantes: la ambición, la codicia, la venganza y las sospechas, fundadas o no.

Michael (el estadounidense Christopher Abbot, conocido sobre todo por sus papeles en la serie Girls y la película Pobres criaturas) entra en disputa con Gary, un vecino con el que hay muchos problemas silenciados, entre ellos el de algunos ociosos rencores relacionados con la identidad (uno es un irlandés que habla en su casa un cerrado dialecto de Galway, el otro un inglés que se ha instalado allí hace años pero no deja de ser un extranjero para los lugareños) y uno claramente más importante, vinculado con el hijo que Gary tiene con su expareja. Más de una vez la película plantea con sutileza y ambigüedad enigmas sobre el verdadero origen de ese chico que interpreta Barry Keoghan , una de las pocas estrellas actuales del cine irlandés.

La atmósfera siempre es densa, como si nadie estuviera cómodo con su vida cotidiana. Aún cuando la narración alterna tres puntos de vista distintos (los de los hombres directamente involucrados en el conflicto más pesado), la sensación que persiste es la misma: la que inducen los brutales cortocircuitos generados por atrofias emocionales que impiden la convivencia. Michael parece irremediablemente atrapado por los ecos de su gran error en el pasado, y la película coquetea con algún tipo de expiación, aunque la culpa, se sabe de sobra, nunca es buena consejera.