Afán de protagonismo: cómo convivir con personas que quieren ser el centro de atención
Hay un dicho con mucha tradición que afirma que hay personas que quieren ser ‘el perejil de todas las salsas’. Siempre quieren estar en el centro. Tienen lo que podríamos calificar como afán de protagonismo, un rasgo de personalidad que puede observarse en muchas personas, desde compañeros de trabajo hasta familiares cercanos. “En esencia, se refiere a una necesidad intensa de estar en el centro de atención, ser reconocidos y, muchas veces, recibir la validación constante de los demás. Esa necesidad imperiosa de llamar y ser el centro de atención en cualquier situación, a menudo se realiza a expensas de las necesidades de los demás. Este comportamiento, aunque común en cierta medida, puede resultar problemático cuando se torna excesivo y afecta las relaciones interpersonales”, nos comenta Pilar Guerra Escudero, psicóloga clínica y coach ejecutivo.
Tal y como nos explica, el afán de protagonismo es un deseo constante y a menudo compulsivo de destacar en cualquier contexto, ya sea social, laboral o familiar. “Es importante distinguir entre quienes buscan reconocimiento de forma saludable (algo normal y parte del ser humano) y quienes necesitan estar en el centro de atención de forma persistente, sin importar el contexto o las consecuencias”, apunta. Y añade que este rasgo puede tener raíces profundas en la psicología de la persona. “En algunos casos, puede ser un síntoma asociado a trastornos de la personalidad, como el narcisismo o el histrionismo, aunque no siempre tiene que ser patológico”, nos dice.
En algunos casos, puede ser un síntoma asociado a trastornos de la personalidad, como el narcisismo o el histrionismo
¿Por qué algunas personas lo tienen más que otras?
Pilar Guerra Escudero nos detalla que existen diversas razones por las cuales algunas personas desarrollan un mayor afán de protagonismo:
Factores de crianza y educación. Crecer en un entorno donde el reconocimiento se percibía como un signo de amor o aprobación puede generar una dependencia emocional hacia la validación externa. La falta de atención en la infancia también puede llevar a que el individuo desarrolle estrategias para atraerla a toda costa.
Inseguridad y autoestima baja. Paradójicamente, muchas personas con un alto afán de protagonismo no se sienten seguras de sí mismas y buscan la aprobación externa para compensar esa falta de confianza interna.
Competitividad social. Vivimos en un mundo donde el reconocimiento parece otorgar valor personal. Las redes sociales han amplificado esta tendencia, fomentando el deseo de ser vistos y admirados.
Rasgos de personalidad innatos. Algunas personas tienen una predisposición a ser más extrovertidas, competitivas o carismáticas, lo que puede potenciar su necesidad de protagonismo.
¿Cómo se manifiesta el afán de protagonismo?
El afán de protagonismo puede presentarse de diversas maneras, dependiendo de la personalidad y el contexto. Algunas señales comunes incluyen:
Interrumpir constantemente las conversaciones para redirigir la atención hacia sí mismas.
Exagerar logros o historias para causar una impresión.
Sentirse incómodos o incluso molestos cuando otros reciben atención.
Buscar el papel de "héroe" o "salvador" en cualquier situación.
Tener dificultad para aceptar críticas o feedback negativo.
Mostrar conductas dramáticas o llamar la atención mediante conflictos innecesarios.
En las conversaciones, las personas con afán de protagonismo pueden interrumpir frecuentemente para redirigir la atención hacia sí mismas
¿Cómo convivir con alguien con este rasgo?
Teniendo en cuenta estos aspectos relacionados con la personalidad, no es extraño entender que convivir con alguien que tiene un afán constante de protagonismo puede ser agotador. “Es común sentir frustración, irritación o incluso que tus propias necesidades quedan relegadas a un segundo plano”, nos dice. Puede generar tensiones en las relaciones personales y profesionales, especialmente si esta necesidad interfiere en la dinámica grupal o en la equidad.
Y nos pone un ejemplo concreto, en las conversaciones, las personas con afán de protagonismo pueden interrumpir frecuentemente para redirigir la atención hacia sí mismas, dejando poco espacio para que otros participen. Y esta dinámica, con el tiempo puede hacer que evites participar activamente o que te sientas desmotivado al compartir ideas o experiencias, ya que anticipas que no recibirán la atención que merecen.
La necesidad constante de protagonismo puede derivar en conflictos, ya que estas personas suelen reaccionar de manera defensiva o competitiva cuando sienten que no están recibiendo la atención que desean. “Por ejemplo, si perciben que alguien más recibe más atención que ellos, pueden reaccionar con celos, críticas o incluso actitudes pasivo-agresivas. Esto puede generar tensiones innecesarias en el grupo o en la relación personal. Y, en algunos casos, pueden crear o exagerar problemas con tal de recuperar el protagonismo. Esto puede llevar a situaciones de estrés, ya que te sientes obligado a lidiar con conflictos que podrían haberse evitado”, nos detalla.
Consejos para sobrellevar mejor el afán de protagonismo de alguien de nuestro entorno
Establecer límites claros. Es importante dejar claro cuándo necesitas tu espacio o cuando su comportamiento afecta la dinámica grupal. Hazlo con calma, pero con firmeza.
No alimentar el comportamiento. Resistir la tentación de reforzar su búsqueda de protagonismo. En lugar de reaccionar, cambia el foco de atención hacia el grupo o la actividad en cuestión.
Validar de manera equilibrada. Muchas veces, estas personas buscan validación porque la necesitan. Ofrecerles reconocimiento sincero en momentos apropiados puede reducir su necesidad de monopolizar la atención.
Evitar los enfrentamientos directos. Señalar directamente su afán de protagonismo puede ponerlos a la defensiva. En lugar de confrontar, redirige la conversación o la dinámica de manera constructiva.
Fomentar conversaciones profundas. Si tienes una relación cercana con esta persona, intenta abordar su comportamiento desde la empatía. Pregunta cómo se sienten y si hay algo detrás de su necesidad de atención.
Mantener el propio bienestar. Recuerda que no está en tus manos cambiar su comportamiento. Aprende a no tomártelo de forma personal y enfócate en cuidar tus propios límites y necesidades.
Considera la ayuda profesional. Si el comportamiento de esta persona afecta seriamente la relación o el entorno, sugerir de forma delicada la posibilidad de hablar con un terapeuta puede ser una opción.
“En resumen, el afán de protagonismo puede ser una herramienta poderosa en ciertos contextos, pero cuando se vuelve excesivo, puede desgastar relaciones y generar conflictos. Convivir con alguien así requiere paciencia, empatía y, sobre todo, establecer límites claros para proteger tu bienestar. Aunque no puedes cambiar a las personas, sí puedes cambiar cómo manejas la relación con ellas. Y, con suerte, tus actitudes pueden servirles como espejo para reflexionar sobre su comportamiento”, concluye.