El agente de C.I.P.O.L.: la sombra de James Bond, la aclaración de las Naciones Unidas y el retorcido guiño de Brigada A

El agente de C.I.P.O.L.: la sombra de James Bond, la aclaración de las Naciones Unidas y el retorcido guiño de Brigada A
El agente de C.I.P.O.L.: la sombra de James Bond, la aclaración de las Naciones Unidas y el retorcido guiño de Brigada A

Durante la Guerra Fría, el mundo estuvo preso de un peligro mucho más grande que el enfrentamiento político, económico, militar, ideológico y social entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. Oculto a la vista del ciudadano de a pie, un totalitario sindicato criminal intentaba sojuzgar a la humanidad y apoderarse de los destinos del planeta. Por suerte, también existía una organización secreta internacional que le hacía frente y velaba por la paz global. Entre 1964 y 1968, el norteamericano Napoleón Solo y el ruso Illya Kuryakin trabajaron codo a codo para garantizar el orden institucional en todos los países, derrotando a los villanos más temibles y seduciendo a las mujeres más bellas. En esos cuatro años, El agente de C.I.P.O.L. impuso la moda televisiva del contraespionaje, sobreponiéndose a la perenne sombra de James Bond para caer derrotado por su propia altanería y expansión descontrolada.

Más Solo que Napoleón

El agente de C.I.P.O.L.
El agente de C.I.P.O.L.

Siempre dijo que su lugar en el mundo era un cine. Se sentía más cómodo en la última butaca de la izquierda que en el mejor sillón reclinable. Sabía que en la penumbra de la sala, con su solitaria silueta recortada por el tenue haz de luz, entraba en contacto con las musas que tanto necesitaba para mantenerse en lo alto de la industria. Y por los resultados obtenidos, a Norman Francis Felton el yeite le funcionaba. Absorto en lo que contaba la gran pantalla, ensambló uno de los grandes éxitos de la NBC en 1961: Dr. Kildare. Y un año después, en octubre de 1962, volvió a inventar la rueda mientras seguía las peripecias fílmicas del primer James Bond en Dr. No. “ Fue como una revelación -recordó mucho después-. Había que llevar ese mundo del espionaje, seductor y violento, a la televisión ”.

Con el aval de la NBC, contactó a Ian Fleming, creador del agente secreto con licencia para matar. En una mesa de café, los dos acordaron desarrollar una serie con aire a Bond pero ligeramente influida por Intriga internacional, el clásico de Hitchcock con Cary Grant. La premisa del show seguría los pasos de Napoleón Solo, hombre inteligente y seductor, letal y resolutivo, dueño de un pasado álgido y oculto en algún registro confidencial. Como su par británico, Solo era el espía estrella de una organización tan secreta que nadie conocía su verdadero nombre. El otro personaje fijo sería la bella secretaria April Dancer, obvio equivalente a la Miss Moneypenny del ciclo de 007.

El origen de la serie tuvo su origen a manos de Ian Fleming, pero la marca de James Bond lo alejó del proyecto
El origen de la serie tuvo su origen a manos de Ian Fleming, pero la marca de James Bond lo alejó del proyecto

“ La serie iba a llamarse Ian Fleming’s Solo -recordó Felton en 1983-. Teníamos el piloto filmado y un par de episodios escritos, algunos por firmas tan prestigiosas como Harlan Ellison (uno de los grandes autores de la ciencia-ficción literaria) y Robert Towne (futuro guionista de Barrio Chino). Y, por supuesto, teníamos la carta ganadora de Robert Vaughn, el único capaz de plantársele de igual a igual al Bond de Connery. Pero cuando mejor estábamos, estalló el escándalo ”.

Al enterarse de los aportes creativos de Fleming, Albert Broccoli y Harry Saltzman, productores de la saga fílmica de 007, pusieron el grito en el cielo. Por contrato, Fleming no tenía permitido colaborar con terceros. Y, para peor, Solo era el nombre de un personaje muy menor de la séptima novela de Bond, Dedos de Oro, cuyos derechos audiovisuales les pertenecían. Ante semejante avanzada, la NBC le dio un ultimátum a Felton: o solucionaba el problema o se archivaba la serie.

Enfriando la Guerra Fría

Felton supo negociar con Broccoli y Saltzman. Les devolvió a Fleming y prometió borrar cualquier semejanza obscena con la saga de Bond. A cambio, se quedó con el nombre de Napoleón Solo para su principal protagonista. Con este acuerdo bajo el brazo, llamó al guionista Sam Rolfe y lo comprometió a salvar el proyecto. “ Todo lo que la gente recuerda de El agente de C.I.P.O.L. lo creó Sam –confió Felton-. Si la serie tiene algún mérito (y creo que tiene varios), son fruto de su talento ”.

Inspirado por la naturaleza global de las Naciones Unidas, Rolfe imaginó una organización secreta internacional y extraterritorial, dedicada a mantener el orden político y legal en cualquier parte del mundo. “ Se me ocurrió enfriar la guerra fría -contó en 1983-. La crisis de los misiles de Cuba era entonces un recuerdo demasiado cercano; y la posibilidad de tener a norteamericanos y rusos del mismo lado, obligados a colaborar para hacer frente a un enemigo más peligroso que las diferencias que los enfrentaban, alejaría al programa de la persistente sombra de Bond ”.

Fruto de esa arriesgada decisión, Illya Kuryakin entró por la puerta de atrás y terminó revolucionando el programa. Creado para siete únicas apariciones, Rolfe decidió subirlo al pedestal protagónico al ver la química que brotaba, natural e incontenible, cada vez que Vaughn y el rubio David McCallum coincidían en el set. De un plumazo, Solo y Kuryakin pasaron a ser los mejores agentes de C.I.P.O.L. (acrónimo de Comisión Internacional Para la Observancia de la Ley) y la pesadilla recurrente de los patéticos esbirros de Thrush, megalomaníaco sindicato del mal obsesionado con el dominio del planeta Tierra.

 David McCallum, como Illya Kuryakin
David McCallum, como Illya Kuryakin

Según el propio Rolfe, en un fin de semana estipuló las bases del programa. La entrada a los oficinas de C.I.P.O.L., camuflada en los probadores de una típica sastrería neoyorquina; la flema británica del paternalista jefe Alexander Waverly (a cargo de Leo G. Carroll, que había interpretado un personaje similar en Intriga internacional); y la inagotable batería de artilugios tecnológicos impensados para la época. “ Lo más difícil fue encontrar el equilibrio entre el estilo y la actualidad -aseguró Rolfe-. Nosotros supimos establecer un elegante estándar narrativo para abordar algunos temas urgentes, sin por ello quedar encerrados en la coyuntura ideológica del momento. De ahí al éxito sólo quedaba un paso ”. Un largo paso, en verdad.

Cuestión de tiempo

Cuando debutó en la TV estadounidense el martes 22 de septiembre de 1964, El agente de C.I.P.O.L. (The Man from U.N.C.L.E.) no movió el amperímetro. NBC había hecho coincidir el estreno de la serie con la salida a cines de Dedos de oro, tercer film de Bond donde Martin Benson interpretaba a un gangster solitario llamado Sr. Solo, pero no hubo transferencia de público. Al mes, la serie amenazó con un pronunciado declive que la enviaba derecho a la cancelación. Pero de pronto, de manera casi imperceptible, empezó a afianzarse entre el público universitario y, principalmente, femenino. El estudio de mercado indicó que las mujeres jóvenes se sentían atraídas por la misteriosa personalidad de Illya Kuryakin, a mitad de camino entre el romanticismo de Gógol y el existencialismo de Dostoyevski.

La serie se convirtió en un fenómeno, pero la sobreexplotación del éxito terminó por aniquilarla
La serie se convirtió en un fenómeno, pero la sobreexplotación del éxito terminó por aniquilarla

A fin de año, con la serie instalada como programa de culto, la cadena televisiva la movió a la noche de los lunes y el enroque terminó consolidándola entre los 20 programas más vistos del país. La fiebre no paraba de crecer y el éxito parecía no tener techo. La sigla C.I.P.O.L. puso de moda el contraespionaje televisivo y empezó a reproducirse vertiginosamente en miles de juguetes, muñecos articulados, maquetas, cómics, novelas de bolsillo, figuritas, remeras y pijamas. Reconociendo su liderazgo, diversos referentes de la cultura popular empezaron a citarla de manera consciente: Tom y Jerry, El show de Dick Van Dyke, Mi marciano favorito, El súperagente 86 y la británica Los Vengadores, entre otras, jugaron libremente con su iconografía básica. Si hasta la propia Naciones Unidas tuvo que salir a comunicar que no estaban reclutando espías y que la la U.N. de U.N.C.L.E. nada tenía que ver con la U.N. de United Nations .

Subida a la ola, NBC buscó expandir la franquicia todo lo posible. Apuntando a los mercados internacionales, armó el film To Trap a Spy (1964) montando el episodio piloto de Ian Fleming’s Solo con nuevas escenas, filmadas especialmente para subirle el tono de violencia y erotismo a la trama. Le fue tan bien que el experimento se continuó con otras siete películas que combinaban capítulos ya emitidos con secuencias originales: The Spy with My Face (1965), One Spy Too Many (1966), One of Our Spies Is Missing (1966), The Spy in the Green Hat (1966), The Karate Killers (1967), The Helicopter Spies (1968) y How to Steal the World (1968).

El 13 de septiembre de 1966, La chica de C.I.P.O.L. (The Girl from U.N.C.L.E.) desembarcó en la pantalla chica, con Stefanie Powers como la ex secretaria April Dancer, ahora reconvertida en eficiente agente secreto. Más allá de la sinergia entablada entre las dos series, La chica… fracasó estrepitosamente y su levantamiento terminó visibilizando la fatiga que evidenciaba la sobreexplotación del material. “ Hacía rato que me había ido del proyecto y, por eso, puede seguirlo desde afuera -se sinceró Rolfe-. Todo fue muy rápido y muy grande; y no supieron manejar semejante repercusión. Mucho presupuesto y mucha más gente metiendo mano. El espíritu se tergiversó, las tramas se volcaron a la comedia y perdieron sustento dramático. Era cuestión de tiempo para que el castillo se derrumbara ”.

El 15 de enero de 1968 todo se vino abajo. Con cuatro temporadas y 105 episodios, El agente de C.I.P.O.L. se despidió en medio de un injusto silencio. El paso del tiempo terminó cimentando la trascendencia cultural del programa y la permanencia en la memoria del porte cancherísimo de Napoleón Solo y la mirada melancólica de Illya Kuryakin. Dentro y fuera de los Estados Unidos, la serie alcanzó el estatus de clásico. Tanto que, en la Argentina de 1990, Emmanuel Horvilleur y Dante Spinetta bautizaron a su banda rock, pop, funky y soul como Illya Kuryaki and the Valderramas.

Regreso sin gloria

La nostalgia mueve montañas y fomenta reuniones que no deberían producirse. En 1983, Vaughn y McCallum aceptaron protagonizar el telefilm Return of the Man from U.N.C.L.E. - The Fifteen Years Later Affair, que CBS emitió el 5 de abril en un intento más que obvio por relanzar la licencia y generar una nueva serie. Quince años después, Solo y Kuriakyn ya no trabajan para C.I.P.O.L., descollando ahora como empresario tecnológico y diseñador de modas, respectivamente. La reaparición de Thrush y la amenaza de un estallido nuclear, sin embargo, los obligará a volver. “ El gran error de la película –dijo Vaughn poco antes de morir en 2016- fue mantener a Napoleón y a Illya separados durante la mayor parte del metraje. La gente quería volver a vernos, es cierto, pero juntos ”.

Tres años después, formando parte del elenco protagónico de la última temporada de Brigada A, Vaughn convenció a sus compañeros de homenajear a El agente de C.I.P.O.L. en un capítulo especial, emitido en los Estados Unidos el 31 de octubre de 1986. “The ‘Say U.N.C.L.E.’ Affair” contó con la participación de David McCallum como un agente secreto que elegía traicionar a sus viejos amigos para abrazar el destino glorioso de la Unión Soviética en peligro de disolución. Una vuelta de tuerca realista e inesperada que a Vaughn le gustó mucho. Y que a los fanáticos históricos, en cambio, no les hizo ninguna gracia.