Un aliviado Diego San Román abre la puerta grande en carnaval en el oeste de México

Jalostotitlán (México), 12 feb (EFE).- El mexicano Diego San Román cortó tres orejas; el rejoneador español Guillermo Hermoso de Mendoza logró una y Joselito Adame no obtuvo apéndice, este lunes en la segunda corrida de la Feria de Carnaval en el municipio de Jalostotitlán, estado de Jalisco, oeste de México.

Los toros de San Marcos fueron bien presentados en general, al igual que descastados, salvo el tercero del encierro. Se registró un lleno en la Plaza de Toros Fermín Espinosa 'Armillita'.

Pero esa apertura de la puerta grande, es decir, triunfar y brindar una actuación completa, para San Román fue carente de la pureza demostrada en otros triunfos del torero mexicano.

El primer premio pertenecía al único toro de sospechosa edad pero también al más encastado. El eléctrico genio del San Marcos sirvió a San Román para una labor con el capote donde estuvo variado pero no ciñó la embestida.

Con la muleta ligó de salida una tanda a la que no le faltó quietud pero sí un paso adelante. La ventaja la pagó el espada cuando el animal por no ser obligado le comió los terrenos.

Al natural estuvo el mexicano más atrevido. Realizó algún pase ajustado llevando al toro sometido. Con la diestra nunca logró mandar a la res ya conocedora y dueña de la distancia entregada por el de luces. Mató de estocada certera tras fallo para una oreja.

Con el reto de abrir la puerta grande, San Román alternó frente a un San Marcos con trapío. A pesar del desafío por salir triunfador su labor con el capote adoleció de prevenida, ofreciendo al toro los bordes lejanos de la tela.

Tras un par sensacional, con giro, pausa y reuniendo las banderillas en el balcón de Gerardo Angelino, San Román entendió la mansedumbre del astado por lo cual bajó la mano desde buen sitio, con la muleta adelantada, exprimiendo la poca casta del animal.

Careció de la misma decisión al natural y la faena derivó en la versión más populista del torero. Nada que objetar a su valor para quedarse quieto en desplantes y circulares pero sí en no haber persistido en lidiar al manso. Mató al primer intento para dos orejas, excesivos premios.

El español Guillermo Hermoso de Mendoza también tocó pelo del primero para el rejoneo, de seria estampa que no colaboró con los requerimientos del caballero.

El jinete aplicó los adornos con eficacia pero sin grandes riesgos. El toro a punto estuvo de tumbar al caballo por un despiste de Hermoso de Mendoza, quien tras el feo encontronazo subió la apuesta pretendiendo ceñir la llegada del toro pero éste dio para poco más.

Se vieron muchas vueltas de la montura alrededor del San Marcos ya exhausto. Mató al primer intento y recibió una oreja acompañada de alguna protesta.

El heredero de la dinastía galopó con su segundo de indiscutible trapío. La monta de Guillermo, de nuevo, consistió en muchos giros y amagos pero poca lidia. Pidió uno de regalo, tercero para él, ofreciendo más de lo mismo.

Lo mejor de la presencia del rejoneador fue la convocatoria suscitada en Los Altos.

El mexicano Joselito Adame empezó con un toro formado y en aparente edad reglamentaria. Sin embargo tenia dificultades para desplazarse y visitó el suelo por su propia inercia.

El de Aguascalientes mantuvo al animal en pie toreando a media altura y dándole pausas. Luego ofició una tanda más baja de buena ligazón. Todo lo hizo desde la comodidad del pitón afín.

El puntito de nobleza del toro permitió que la faena concluyese sin sobresaltos y con tandas por los dos pitones. Adame descabelló tras varios intentos.

El quinto era un descastado muy serio que no daba pistas de por dónde iría su quehacer. Joselito tampoco puso las herramientas para averiguarlo. No lo probó ni una vez, se justificó con un tanteo y se fue a por la espada.

Finalizó la segunda de Carnaval con sensación de muchas horas de encierro y ningún momento memorable.

(c) Agencia EFE