Más allá de las grandes ciudades: proyectos de cine itinerante en México

Ir al cine puede sonar a una actividad común, ¿cierto? Buscas la plaza más cercana a tu casa, los horarios, a veces compras los boletos por internet y te lanzas a disfrutar tu peli con palomitas. Pero ¿has pensado en las comunidades en México donde eso es algo excepcional? Al estar lejos de ciudades o con medios de transporte limitados, no pueden acceder a esta forma de entretenimiento. Pero hay quienes están respondiendo a esto y, desde hace años, han surgido distintos proyectos de cine itinerante.

Te contamos sobre algunos de estos colectivos que luchan por descentralizar la distribución y exhibición cinematográfica y que, además, ven el cine como una herramienta de cambio social que puede impulsar a las mismas comunidades.

¿De dónde surge la necesidad del cine itinerante?

Hay un montón de factores, pero la más importante es que hay personas que no pueden darse el lujo (sí, tal cual) de ir a un cine comercial.

Hay que aclarar que no existe una homologación en el precio de los boletos en todo el México, pues el costo varía dependiendo de los complejos y estados del país. Y sí, pueden ser tan diversos como que en Cinépolis Perisur la sala tradicional cueste $89, mientras que en el mismo tipo de sala, pero en la sucursal Encuentro Tlalnepantla cueste $58.

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Para cuestiones más prácticas, Canacine lanza anualmente un análisis de la industria donde se incluye el costo promedio por boleto durante ese año. Para ello, dividen el número de boletos vendidos entre la cifra de ingresos en el año a fin de tener una aproximación.

En la edición del 2021 se concluye que el costo promedio del boleto fue de $64.50.

costo de boleto de cine en México
costo de boleto de cine en México

Comparado con el 2020, durante el 2021 el costo promedio del boleto de cine incrementó un 13%. (Grafico: Canacine)

A algunas personas les parecerá un costo razonable y hasta barato, pero también hay que considerar cuánto es el ingreso promedio de las familias en zonas de periferia y/o rurales.

En la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares del INEGI con datos del 2020, se se estimó que en las zonas rurales el ingreso por hogar es de unos 11 mil 135 pesos al mes ($33 mil 405 al trimestre).

Ese es el promedio en todo México, pues hay localidades rurales de Chiapas, por ejemplo, donde el ingreso se estimó en 7 mil pesos al mes ( $21,162 trimestrales).

Esos ingresos se divididen en gastos como alimentos, vivienda, transporte y comunicaciones, cuidados personales, educación, salud, vestido y calzado, cuidado del hogar y entretenimiento/esparcimiento.

En la misma encuesta, se concluye que los hogares de la zona rural del estado de Chiapas gastan en promedio 4 mil 881 pesos al mes (14 mil 644 trimestrales) y que el 6.5% de esos gastos son en educación y esparcimiento.

Es decir, le destinan poco más de 300 pesos al mes a estas dos actividades. Como dato extra, el costo de boleto en sala tradicional en el Cinépolis de San Cristóbal de las Casas está en $68 adultos y $55 para infancias.

Puedes ver que el cine no es accesible para todas las personas y eso que aquí solo hablamos de lo económico, pues hay comunidades donde la distancia e incluso el lenguaje implican un obstáculo para ir al cine.

Tres proyectos de cine itinerante en México

Como respuesta a esta falta de accesibilidad han surgido proyectos que se han enfocado en llevar esta industria a zonas de la periferia o rurales a través de cines itinerantes.

Aquí nos olvidamos de las salas de cine convencionales, pues para estas personas se puede improvisar un cine al aire libre en cualquier lugar: desde una explanada municipal, hasta un terreno baldío.

Solo se necesita de mucha coordinación, un par de bocinas, una pantalla móvil o incluso a veces solo de un proyector y una enorme manta o pared para que comience la “magia del cine”.

Para estos colectivos, no importa tanto la calidad de la imagen o del sonido, sino la experiencia de que todas las personas puedan acercarse en comunidad con el cine. Además, tienen en común que ven el cine como una poderosa herramienta de cambio social que puede tener un impacto positivo en las comunidades.

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Cine Móvil Tlacuache

Aunque podríamos pensar que en la CDMX no existe esta inaccesibilidad al cine, basta con ir a la periferia para darse cuenta de que sucede todo lo contrario. Esto lo sabe bien Pamela Palma, quien es una de las fundadoras de Cine Móvil Tlacuache y vive en la zona sur de la ciudad, entre Tláhuac y Xochimilco.

Junto con otras amigas, fundó este proyecto que en un inicio buscaba acercar a las personas de los pueblos originarios de Tláhuac al cine de manera gratuita.

En la teoría todo sonaba muy sencillo, pero en la práctica se dieron cuenta que el tema de logística era mucho más complicado.

De 2019 para acá, Cine Móvil Tlacuache se ha transformado, pero su misión de compartir la experiencia del cine sigue siendo la misma.

Pamela Palma cuenta a Animal MX que aunque se vieron afectadas por la pandemia, mudaron su contenido a recursos en línea y encontraron la manera de seguir conectando con las personas para que pudieran ver las películas desde sus casas y después hablar sobre ellas en un taller.

Así, en 2020 y 2021, continuaron con producciones y pláticas relacionados a temas como la nutrición y salud, pero también abordándolos desde géneros como la ciencia ficción o hasta el terror.

Actualmente, ya tienen una alianza con el Pilares Tulyehualco y la Casa de la Tercera Edad en la misma zona de Tláhuac, para realizar un cineclub presencial de todo tipo de producciones, pues presentan ficciones como 499 (donde un conquistador español del siglo XVI llega a México en 2020) o documentales de distintos temas.

Foto: Cine Móvil Tlacuache
Foto: Cine Móvil Tlacuache

Foto: Facebook Cine Móvil Tlacuache

Cine Móvil Toto

Otro proyecto de cine itinerante es Cine Móvil Toto, que se procreó a finales de 2012 cuando Diego Torres conoció a Roberto Serrano. Ambos tenían la idea de llevar cine a comunidades de escasos recursos, pero la vida les puso el documental Ginger Ninjas. Rodando México (2012) y todo cambió.

En el documental, la banda musical genera energía eléctrica con bicicletas para sus presentaciones y así llegaron a la idea base de su concepto: un cine itinerante que usa energía renovable.

Esta es proporcionada por bicicletas estacionarias –que pedalean los espectadores durante una función– y también gracias a celdas solares que tiene la camioneta con la que se mueven por el país.

Diego Torres aclara en entrevista a Animal MX que eso de las bicicletas no es como si estuvieras en una clase de spinning, sino que es algo muy amable. “Puede pedalear desde un niño de cinco años hasta una señora de 90”, dice.

Además, no necesitan ser las mismas personas durante toda la función, pues esta pequeña actividad despierta la curiosidad de muchas y se van intercalando.

Igualmente, Cine Móvil Toto se rige por la idea de generar algo positivo en sus funciones, por lo que “abordan temas sociales, comunitarios y planetarios”, como nos platica Diego.

En ese caso, el proyecto ya ha pasado por casi todo el país, pues el cofundador nos confiesa que por una u otra razón no han podido lograr hacer una función en Tamaulipas, pero intentarán al fin ponerle palomita en alguna gira futura.

Actualmente tienen corriendo el proyecto SinEncierro, que busca que en los penales o centros de reinserción exista un espacio de entretenimiento y reflexión a través del cine. Mientras, continúan planeando la ruta para su siguiente gira.

Ecocinema

Este es de los proyectos de cine itinerante que ya cumplió su primera década y tiene presencia en varios países de Latinoamérica: desde México, Uruguay y Chile, hasta Brasil, Colombia, Argentina y Ecuador.

Su director Miguel Ángel Mendoza nos cuenta en entrevista que básicamente se trata de una empresa que se dedica a “producir, exhibir y distribuir cine para generar impacto social”.

Al inicio, su principal diferenciador era que todas las funciones se hacían con energía solar, pero este es un recurso que cada vez más proyectos están sumando a sus iniciativas y Miguel Ánguel lo ve como algo positivo.

Por eso que se han enfocado en generar más acciones de cambio con talleres y pláticas especializadas, incluso con las mismas realizadoras de las películas o documentales.

Una de las actividades que más han hecho últimamente es llevar producciones a los lugares donde se filmaron para que la misma comunidad que participó (frente y detrás de cámaras) pueda ver el producto ya terminado y en grupo.

Por ejemplo, hace poco hicieron una gira con Noche de Fuego (de Tatiana Huezo) por distintas comunidades, incluyendo Neblinas, en Querétaro, donde se filmó. En algunos poblados, también tuvieron traducción simultáneamente en náhuatl.

Igualmente realizaron una función especial de Volverte a ver —documental de Carolina Corral Paredes— con personas de varios colectivos buscadores de personas desaparecidas.

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Miguel Ángel Mendoza nos adelanta que ya están pensando en llevarla a otras partes del país y de también tener una gira con Nudo Mixteco (de Ángeles Cruz) en la zona mixteca donde se filmó, entre Puebla y Oaxaca.

Ecocinema lleva tantos años que se ha recorrido buena parte del país, aunque Miguel Ángel Mendoza también nos confiesa que los únicos dos destinos donde les falta tener una función es en Nuevo León y Baja California.

La meta es tener más constancia

Pamela Palma,de Cine Móvil Tlacuache; Diego Torres, de Cine Móvil Toto; y Miguel Ángel Mendoza, de Ecocinema, coinciden en que hacen falta más proyectos de cine itinerante en todo el país para que esta práctica sea constante.

Aunque se centra solo en Tláhuac, en la CDMX, Pamela Palma está consciente de que uno de los mayores problemas del proyecto es la falta de continuidad. Entre la pandemia y que poco a poco han regresado a funciones presenciales, está segura que muchas personas que les conocieron en 2019 podrían pensar que el proyecto ya no existe.

Es por ello que el colectivo está pensando también en abrir una sede fija “para que no nos pierdan la pista tan fácilmente”, comenta. La idea sería seguir con los ciclos itinerantes, pero también tener un lugar fijo para que la gente sepa que ahí siempre encontrarán el cineclub.

En una escala más grande, Diego Torres también ve ese inconveniente al ser itinerantes, pues a pesar de que han llevado un montón de producciones a todo el país, no pueden desarrollar un público ni tampoco darle continuidad a los contenidos, lo que permitiría armar ciclos más profundos o hasta personalizados para cada comunidad.

Miguel Ángel Mendoza también refuerza esta idea de que se necesitan más proyectos así en todo el país, aunque está consciente de que también se necesitan más recursos y apoyos para que estos puedan desarrollarse.

También hace énfasis en quea la hora de crear contenidos “casi nadie piensa en este público tan apartado” que apenas si tiene luz en sus comunidades o que no hablan español.

Pero la esperanza muere al último pues nos adelantó que Ecocinema ya trabaja “con varias asociaciones para generar la red de cineclubes solares de México y Latinoamérica”.

Así podrían facilitarles desde los recursos técnicos (consola, proyector, sonido y hasta las celdas solares) para que sean autónomos y también las licencias de algunas películas con las distribuidoras y festivales con los que formen alianzas.

Ojalá algún día podamos ver esa industria de cineclubes solares o de cine itinerante en todo el país en su máximo esplendor.

Por mientras, para que eso suceda, recuerda seguir a estos y otros proyectos en redes sociales y ayúdales a compartir sus ciclos y giras de cine, incluso si no son en tu comunidad.