Ana Obregón, el posado del verano más especial con Anita, en su casa de Mallorca

Montaje portada Ana Obregón
(JESÚS CORDERO)

El 20 de marzo de 2023, Ana Obregón volvió a vivir. La luz que trajo su nieta al nacer se coló por las rendijas del lugar más oscuro y doloroso por el que puede transitar una madre, y la devolvió, como una bombona de oxígeno, a la superficie de ese océano de sensaciones, risas y alegrías que un día no muy lejano, tres años antes, se habían ahogado en lo más profundo de su corazón. Anita vino al mundo cumpliendo el último deseo de Aless Lequio y fue el salvavidas de su abuela, y más adelante conocerá su historia y la de su excepcional papá, que dio una valiente lección de vida cuando tuvo que enfrentarse a la enfermedad. Al lado de su niña, Ana está reviviendo todas las primeras veces que compartió con su hijo, teniéndole a él presente en cada paso y en cada palabra, y ha vuelto a sentir ilusión por seguir adelante con energía después de años de solo sufrimiento. A la pequeña Anita la conocimos pocos días después de su llegada al mundo, por gestación subrogada, en Miami, y la noticia, que anunciaba ¡HOLA!, dio la vuelta al globo. Ana Obregón se había convertido en madre adoptiva y abuela biológica, al mismo tiempo, de una preciosa bebé que hoy, a sus 17 meses recién cumplidos, vuelve a conquistarnos desde Mallorca, donde disfruta de su segundo verano lleno de risas y color. "Siempre se decía que no llegaba el verano hasta que yo no hacía el posado, ¿no? Bueno, pues ya tenemos sustituta. Anita es mi sustituta", nos dice Ana, divertida, en 'El Manantial', la casa familiar que su padre construyó en la Costa de los Pinos. Aprovechando que la pequeña duerme, hablamos con Ana de su regalo del cielo, ese cielo desde el que Aless las cuida a las dos y las protege.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO CON ANITA
HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO CON ANITA

"Su primera palabra ha sido 'papá'. Yo tengo fotos de Aless por toda la casa, pero una cosa es decirle a un bebé “es tu papá", y otra que, a los diez meses, de repente, un día se quedó mirando su foto y dijo 'papá"

—Ana, por fin en Mallorca, en esta casa, con tantos recuerdos y construyendo otros nuevos junto a Anita.

—Tenía muchísimas ganas de que Anita viera la playa, el mar, que disfrute, porque el año pasado era muy chiquitita y este es el primer verano en el que ya se da cuenta de las cosas. La mala suerte ha sido que se contagió con COVID, no sabemos cómo, y luego lo cogí yo y hemos tenido que ir retrasando la llegada hasta trece días. Pero finalmente ya estamos aquí, gracias a Dios. Va a ser un verano muy especial para mí, porque va a ser como vivirlo otra vez, ¿sabes? Y eso es muy bonito y especial, muy triste al mismo tiempo, pero muy bonito.

—Tu vida está llena de nuevo de otras primeras veces.

—Sí, con Anita vivo la primera vez en todo, porque todo es a través de sus ojos. Para los bebés todo es nuevo y se ilusionan con todo y yo es verle la carita y directamente derretirme —ríe—. Me acuerdo en primavera, con las primeras flores, o ahora en verano, con el buen tiempo, viendo el mar… Sí, es mi primera vez en todo. Otra primera vez.

"Con Anita estoy descubriendo todo otra vez a través de sus ojos, que se iluminan con cada cosa que ve. Es un verano muy especial para mí, muy triste al mismo tiempo, pero muy bonito"

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'Anita es un pedacito de Aless aquí conmigo. Lo que no sé es cómo no se cansa de la cantidad de besitos y abrazos que le doy. Ya se enfada cuando estoy todo el día con achuchones', nos dice Ana Obregón junto a su preciosa nieta, Anita, que acaba de cumplir 17 meses y le ha devuelto las ganas de vivir

—Por eso dices que es un momento muy especial y, al mismo tiempo, muy triste.

—Sí, es un momento agridulce, pero la vida es así, agridulce, y lo importante es ser consciente de valorar los momentos dulces que tenemos y no quejarse, porque muchas veces nos olvidamos.

—¿Con Anita ha cambiado el color del cristal de las gafas por el que ves el mundo? ¿Has vuelto a ver la vida de color de rosa?

—Yo vivo la vida de color de rosa de día y las noches siguen siendo muy negras, muy oscuras, sí. Eso nadie me lo puede quitar, será así para el resto de mi vida, como para cualquier madre que pierde un hijo. Esto lo entenderá cualquier madre. Pero los días son rosas preciosos.

Recuperando el tiempo

—Ahora que ha comenzado a andar, te tendrá en forma corriendo detrás.

—Mira, llevo cinco años sin pisar un gimnasio, sin hacer un abdominal ni nada. Pero el cuerpo se me ha puesto como cuando tenía 20 —ríe—. Porque es un no parar. Antes, cuando la tenía en brazos, porque Anita es enorme, igual de alta que su padre, y con 17 meses lleva talla de casi tres años, se ha salido de todos los percentiles. Aless medía 1,95 y, además, es que Anita es clavadita a su papá. Y ahora, que va andando, sale disparada y yo voy detrás como una loca. Se me han tonificado los brazos de cogerla y estoy en forma corriendo para alcanzarla —ríe—. Lo que estoy haciendo con Anita es lo que no pude hacer en aquel momento con mi hijo porque trabajaba 14 horas al día, era una madre trabajadora. Podía estar solamente los sábados y domingos con él, le tenía que dar potitos porque no tenía tiempo de hacer los purés… Pero con Anita es todo lo contrario, no me separo de ella, estoy dedicada en cuerpo y alma a la fundación de mi hijo y a Anita. Le hago todos los purés, el de la mañana, la comida, la cena, el de fruta… Todo lo hago yo, y eso no lo he hecho con mi hijo porque no podía, no tenía tiempo.

—¿En cierta medida crees que estás recuperando este tiempo con ella?

—Totalmente. Y además mis hermanas me dicen que estoy un poco obsesionada, pero tienen que entender, y lo entienden, que Anita es la que me está ayudando a pasar el duelo de mi hijo.

"Me llama mamá, pero es lógico. No le voy a decir con 17 meses "no soy tu mamá". Soy abuela-mamá y cuando ella tenga uso de razón, se lo contaré"

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO EN MALLORCA
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—Ahora es muy pequeñita, pero ¿algún día le contarás todo esto?

—Claro. Lo primero que dijo Anita es "papá", porque yo tengo fotos de Aless por toda la casa y estoy todo el rato "tu papá, tu papá". Pero una cosa es decirle a un bebé "es tu papá" y otra que, a los diez meses, de repente, se quedó mirando una foto de Aless y dijo "papá". Fue su primera palabra. A mí me llama mamá, pero es lógico. No le voy a decir con 17 meses "no soy tu mamá". Es la historia que se repite, verás. Cuando nació mi madre, su mamá murió en el parto y la crio también su abuela. Cuando mi madre nos contaba la historia, yo me emocionaba mucho. El día de su primera comunión, a los siete u ocho años, su abuela le dijo: "Mira, Anita, yo no soy tu mamá. Ella murió cuando naciste y yo soy tu abuela", y mi madre respondió: "Pues gracias, abuela-mamá, porque me has cuidado y me cuidas muy bien".  Entonces yo soy abuela-mamá y cuando ella tenga uso de razón se lo contaré, pero es la misma historia, exactamente igual.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DE VERANO EN MALLORCA
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"Llevo cinco años sin pisar un gimnasio, sin hacer un abdominal ni nada. Pero el cuerpo se me ha puesto como cuando tenía 20 —ríe—. Porque es un no parar. Ahora, que va andando, sale disparada y yo voy detrás como una loca"

—Tienes tu casa llena de fotos de Aless, ¿qué le cuentas a tu nieta de su padre?

—Le hablo todo el rato, además, ella siempre busca los álbumes, va a la librería, los saca y todos los días quiere verlos. Todos. Es increíble.

—Habrá muchos momentos en los que no podrás contener las lágrimas.

—Hay muchísimos momentos en los que me tengo que dar la vuelta y tragarme las lágrimas. Y hay veces que se me va y me doy cuenta de que la he llamado Aless.

Se ilumina

—¿En qué se parece a Aless?

—Es físicamente clavada a Aless. El pelo, la nariz, la boca… Y en el carácter también. Tiene un sentido del humor, una energía, está todo el día riéndose. Ama la vida como la amaba Aless. Es un bebé que por cualquier cosa se ilusiona y le sonríe a todo el mundo. Voy con ella a hacer la compra y saluda al frutero, al pescadero, al otro… Les da la mano, y Aless era igual. Es un angelito, de verdad, es tan buena. Y listísima. Pero claro, también noto la diferencia al estar todo el día con ella. Aunque es muy pequeñita, ya le enseño los colores en español y en inglés y le digo: "Anita, ¿cuál es el color blue?", y me lo señala. Eso me decía el pediatra que no es muy normal, pero es que las mamás trabajamos y yo con mi hijo no tenía tiempo de enseñarle. Y es muy importante.

—Quizá en ese momento no te dabas tanta cuenta, pero, ahora, ¿eres más consciente de todo lo que te perdiste con Aless?

—Totalmente. Ahora me hago consciente de todo lo que me he perdido. En su momento yo sufría, porque recuerdo que me iba a trabajar llorando. Bueno, y volvía con unas ganas de verlo, pero ya estaba dormidito. E incluso los primeros años de cole no podía llevarlo, siempre venía Alessandro porque me iba a las siete de la mañana. Tampoco podía ir a buscarlo y recuerdo miles de rodajes o estar en televisión a las cuatro retocándome el maquillaje para grabar y pensar: "Ahora todas las mamás están en el cole recogiendo a su niño y yo mira dónde estoy". Pero claro, lo hacía por él, porque quería darle todo. Económicamente, un buen cole, una buena universidad, ya era consciente de lo que me estaba perdiendo, pero ahora muchísimo más.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO EN MALLORCA

—Este es el segundo verano de Anita. Nada que ver con el año pasado, que era muy bebé.

—Claro, ha crecido mucho, está muy cambiada. Como te digo, es increíble; a través de esos ojos, que se ilusionan con todo lo que ve, estoy descubriendo todo otra vez.

—No parece nada tímida, por lo que cuentas.

—Es muy sociable y cuando salgo con ella todos la miran como hipnotizados porque va siempre sonriendo y llama la atención. Tiene como un ángel en la cara cuando sonríe, porque se ilumina. Entonces la gente se fija en ella y luego cuando levantan la vista dicen: "¡Anda, si es Ana Obregón!".

"Llevo cinco años sin pisar un gimnasio, sin hacer un abdominal ni nada. Pero el cuerpo se me ha puesto como cuando tenía 20 —ríe—. Porque es un no parar. Ahora, que va andando, sale disparada y yo voy detrás como una loca"

—Dices que es muy buena, pero ¿es un "terremoto" o tranquila?

—Es dinamita. A mí en el colegio y en la universidad me llamaban "Anita dinamita", y Anita es igual. Es muy activa, no para, no está quieta ni un minuto, ¡ni uno! —Ríe—.

—¿Duerme bien o has pasado muchas noches de insomnio?

—Cae en picado —ríe—.  Mi madre me decía que soy como una bombilla, que cuando me enciendo doy mucha luz, pero cuando me apago… me apago. Y es así, tengo muchísima energía, pero cuando duermo, duermo, pero donde sea. Y Anita es igual. Cae y duerme once horas seguidas del tirón, y eso es una maravilla. Ha costado, porque hasta hace tres meses era cada cuatro o cinco horas el biberón, pero ahora ya dormimos.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO CON ANITA

—¿Cómo es vuestro día a día aquí, en Mallorca?

—Desgraciadamente, con mi fama es difícil llevarla a la playa y no quiero someterla a esa presión, ¿sabes lo que te quiero decir? Pero se lo está pasando bomba todo el día al aire libre corriendo de aquí para allá. Tenemos praderas, huertos, la piscina y un estanque con peces a los que no para de tirarles pan y ya parecen tiburones —ríe—.

—De aquí a pocos años esta casa se volverá a llenar de niños, tienes muchos sobrinos y se están empezando a casar, este año Javier y Juancho…

—Ahora ya tiene dos primos, que son hijos de mi sobrina Amalia. Una de dos años y medio, que está todo el día con ella, y otro de seis. Pero claro, yo tengo doce sobrinos, o sea, que va a tener mogollón de primos… Gente no le va a faltar.  Recuerdo la pandilla cuando Aless era pequeño, eso era la debacle. Eran diez niños de todas las edades, era una locura.

"Ahora tengo muchos miedos, pero es humano y lógico, porque yo tenía un hijo sanísimo y de repente me dicen que tiene un cáncer. Entonces, tengo un miedo horrible y no lo puedo superar por mucho que quiera"

—¿Cuál es tu juego favorito con la niña?

—Todos. Estamos todo el día jugando. Leo mucho con ella, pasa las páginas desde que tiene nueve meses y yo le voy explicando los animalitos, por ejemplo. Jugamos al "Cucú-tras", jugamos a escondernos detrás de la cortina, a pintarme… Ayer me pintó toda la cara, me maquilló de maravilla con estas pinturas que son para bebés, y le encanta hacer garabatos. Me ha pintado toda la casa, toda la casa está pintada —ríe—.

—No me digas que ha "adornado" las paredes de casa.

—Todas —ríe—. Pero me da igual. Las casas son para vivirlas, y ya está. Ya cuando sea un poco más mayor la pintaré.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO EN MALLORCA
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—Estás 24 horas con ella al pie del cañón.

—Sí, 24 horas, desde las seis y media de la mañana hasta las nueve de la noche, sin parar, salvo los ratitos de sus siestas. Con lo cual he adelgazado. Es estupendo porque he hecho la operación bikini sin quererlo y sin ir al gimnasio —ríe—.

—¿Eres capaz de separarte de ella por unas horas o te cuesta?

—Me cuesta separarme. Estoy aceptando poquísimas cosas de trabajo. De hecho, mi representante y amiga, Susana, me llama y me dice: "Oye, te quieren para esto de tele", y digo "no". "Pero déjame que te lo explique", y digo "no". Aunque no te lo creas, no he vuelto a salir de mi casa a no ser que sea para trabajar o para un evento de trabajo. Llevo cinco años sin salir. Ni a tomar un café con un amigo, nada, salvo una vez a comer por el cumpleaños de mi amigo Ra. No tengo ganas de celebrar nada.

—Te animaste al menos a ir a dar un beso a tus sobrinos en sus bodas, hace unos meses.

—Sí, porque los adoro, pero fui a la iglesia y no me quedé en las celebraciones, ni en la de Javi, ni en la de Juancho. No puedo todavía, bastante que esté de pie. Bastante que esté, creo yo, como estoy, volcada en la fundación, y cada vez estamos invirtiendo más dinero en investigación. Estoy muy orgullosa porque he podido donar más de 100.000 euros a la fundación con el libro que escribió Aless y que terminé yo, El chico de las musarañas, del que cedí los derechos de autor. Creo que eso le haría mucha ilusión saberlo, porque era su deseo.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO EN MALLORCA
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"Hay muchísimos momentos en los que me tengo que dar la vuelta y tragarme las lágrimas. Y hay veces que se me va y me doy cuenta de que la he llamado Aless"

—Quizá tampoco te quieres alejar ni un minuto de Anita porque así te sientes más cerca de Aless.

—Claro. Es un pedacito de Aless aquí conmigo. Lo que no sé es cómo no se cansa de la cantidad de besitos y achuchones que le doy. Ya se enfada, ¿sabes? Se enfada cuando estoy todo el día con besitos y achuchones.

—Con la niña a tu lado, ¿has experimentado algún miedo que antes no sintieras?

—Todos. Ahí has dado en el clavo. Antes, cuando Aless era niño y tenía fiebre, pues yo decía no pasa nada, tiene fiebre, Apiretal y ya está. Ahora tengo muchos miedos, pero es humano y lógico, porque yo tenía un hijo sanísimo y de repente me dicen que tiene un cáncer de diez centímetros. Entonces, tengo muchísimo miedo, es horrible, y no lo puedo superar por mucho que quiera. Hasta mis hermanas y el pediatra, al que tengo loco, lo han entendido, él me dice: "Es humano, Ana, llámame y pregúntame todo lo que quieras".

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Con tres años

—Debido a todos estos miedos, ¿la mimas todo el rato o le pones algunos límites, aunque te cueste?

—Es muy chiquitita todavía, pero le pongo sus límites. Le digo: "Esto no, pupa", entonces primero me mira, me hace un puchero, que me la como cuando me hace el puchero —ríe— y luego ya lo entiende. Es muy lista. Pero es que ahora todo es un miedo horrible, porque se lo lleva todo a la boca; ayer cogió un tapón de no sé qué y yo no me di ni cuenta, pero ella viene y me lo da. Con un bebé, es la peor edad ahora mismo. Empieza a masticar y se atraganta, he aprendido a hacer la maniobra de Heimlich en bebés y hace poco así salió un trocito de jamón de York.

—Pues menudo susto te darías.

—Pues mira, Aless me decía: "Mamá, tú te rompes una uña y montas un cristo, pero una situación grave la resuelves con una frialdad espectacular". Y es así. No me asusté. Le hice la maniobra y salió el trocito que se había atragantado. Luego sí, me dio el tembleque y me tuve que ir a mi cuarto y llorar media hora.

"Vivo la vida de color de rosa de día y las noches siguen siendo muy negras, muy oscuras, sí. Eso nadie me lo puede quitar, será así para el resto de mi vida. Pero los días son rosas preciosos"

—¿Qué anécdota reciente con ella te ha hecho reír a carcajadas?

—Me río a carcajadas todo el rato. Como me imita en todo… Cuando la llevo a dormir, que no le gusta nada, le canto, le cuento cuentos en bajito, y entonces ella empieza a aplaudir y después de media hora sigue aplaudiendo y a mí me entra la risa, y a ella igual. Me hace reír mucho porque es un monito, en vez de dormirse se pone a aplaudir y a cantar como yo, no hay manera —ríe—.

—¿Tenéis vuestra pandilla de amigos en el parque, mamás, abuelas, niños?

—Por ahora no, porque, cuando son tan bebés, ¿a dónde los llevas? Ya que ha empezado a andar, pues sí, la podré llevar al zoo, que se vuelve loca con los animales, al Aquarium… Lo que tengo claro es que no la voy a llevar a la guardería, va a estar conmigo y con tres años va a ir al colegio de su papá, el International College Spain, porque allí Aless es una leyenda como buen alumno.

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—Y cuando empiece a ir a cole, ¿vas a ir retomando tu trabajo?

—Sí, tengo esa intención; ahora, en septiembre, pocas cositas, y luego hay varios proyectos importantes, pero yo todo lo firmo para cuando Anita vaya al cole —ríe—, aunque de momento no puedo adelantar nada.

—En cierta medida, ¿tener proyectos a futuro también te hace estar mejor?

—No, no. Ten en cuenta que he trabajado durante 40 años de mi vida tanto que, sinceramente, no tengo nada que demostrar. Ni tengo ambición como actriz ni como nada. Lo único que quiero es darle a Anita todo el amor que necesita y no voy a hacer la misma idiotez que hice con Aless, que no tenía más remedio, porque era otra época y otra edad. Después de 40 años de no parar de trabajar, me puedo permitir el lujo de elegir lo que quiera y elijo estar con Anita.

Puedo ver mi alma

—Aless quería ser papá de familia numerosa…

—Como somos cinco hermanos… pues cinco hijos quería tener Aless.

"Leo mucho con ella y estamos todo el día jugando. Ayer me pintó toda la cara, me maquilló de maravilla con estas pinturas que son para bebés. Me ha garabateado todas las paredes de casa, pero me da igual, las casas son para vivirlas"

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—¿Y no te has planteado seguir cumpliendo su sueño y darle un hermanito a Anita?

—Si te soy sincera, lo quería hacer. Pero viendo que estoy con ella 24 horas y que ya no doy más abasto, creo que no puedo, es demasiado —ríe—. Pero va a tener tantos primos de su edad, tantos tíos y tanta gente a su lado, más los amigos, tan importantes en la vida, que estoy muy tranquila. Criar a un bebé al cien por cien es un cansancio, como digo yo, bendito cansancio, pero lo es. No será posible. Además, en casa, en Madrid, no he tocado ni voy a tocar nunca el cuarto de Aless. Está todo como lo dejó. Anita y yo dormimos ahí, ella en su cunita, y ahora estoy haciendo obra, he quitado mi despacho para hacer su cuarto para cuando sea más mayor. En el de Aless está todo, su ropa, sus libros, todo, y eso no se va a tocar nunca jamás, ahí se queda.

—Cuando te miras al espejo en un día bueno, porque los habrá malos, ¿qué ves frente a ti?

—Pues te vas a reír, pero es que desde hace cinco años me miro al espejo y me importa un pito. En vez de verme físicamente puedo ver quizá más mi alma y cómo se me ha despertado la consciencia de qué es la vida en realidad y ya está. Es así, te lo juro. Hasta que pasó lo de Aless, pues eso, todas las mujeres nos miramos, también los hombres, y dices "qué ojeras", o "qué mala cara", o "me ha salido una arruga", o "se me está cayendo esto"... Pero es que ahora me miro y no me doy ni cuenta. Ni me interesa ni me importa el aspecto que tenga, cero.

—La vida te ha traído lo más duro y doloroso que le puede pasar a un ser humano, ¿de dónde crees que te viene la fuerza?

—Es que yo creo que ser valiente es seguir adelante cuando no tienes ganas de vivir. Para mí eso es la valentía. Y no sé de dónde me vienen las fuerzas, yo creo que me las envían del cielo. Esa es la sensación que tengo cada día cuando me despierto. Que Aless me dice siempre: "Venga, mamá, vamos".

"Tengo claro que no la voy a llevar a la guardería; va a estar conmigo y con tres años va a ir al colegio de su papá, porque allí Aless es una leyenda como buen alumno"

—¿Quiénes son tus grandes apoyos a día de hoy?

—Pues mis hermanas, mi amigo Ra, Susana… Ellos son mi apoyo.

—Siempre has sido una persona valiente y nunca has temido a los retos, ¿hay algún reto que te hayas puesto próximamente?

—No, porque superar el duelo de un hijo no es un reto, ya que no se supera nunca. Dicen que el final del duelo es aceptar. Pues el final del duelo por un hijo es aceptar que no lo vas a aceptar, lo cual es una afirmación, y ya está. Entonces no tengo ningún reto, no me propongo superar nada, no pienso superarlo nunca, ni quiero. No se merece un hijo que superes su pérdida.

—¿El tiempo ha logrado mitigar tu dolor o dormirlo?

—Me he dado cuenta de que el dolor se apacigua. Por un lado, Anita me lo quita cada vez que la veo sonreír. Y, por otro lado, no hay nada más bonito que ayudar a los demás. Cuando escribía el libro, que fue un año entero, no era para mí, sino para ayudar a la investigación y salvar vidas. Eso me ayudaba mucho a superar el dolor.

"Fui a las bodas de mis sobrinos porque los adoro, pero estuve en la iglesia y no me quedé en las celebraciones, ni en la de Javi, ni en la de Juancho. No puedo todavía, bastante es que esté de pie"

—¿Ayudas a otras personas en ese túnel tan oscuro donde no se ve la salida?

—Sí, dentro de la fundación tenemos un portal, que empezó mi hijo, el Portal de la Esperanza. donde hay muchos testimonios, hablo con chicos… porque nosotros nos hemos enfocado más en subvencionar y financiar la investigación para cáncer de niños y jóvenes y hay muchos que están pasando un cáncer como el de Aless. Y luego, a través de las redes, me escriben muchas mamás que también han perdido a sus hijos y es un consuelo que unas a otras nos apoyemos como podemos.

Como Gladiator

—¿Cómo te gustaría que Anita, cuando sea mayor, hable de su padre?

—Como el héroe valiente que sonreía incluso ante la enfermedad, ante el cáncer. Eso es lo que quiero. Como Gladiator, que era la película favorita de Aless. Así quiero que lo recuerde.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO CON ANITA
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—Si en unos años te dijera que quiere dedicarse al mundo del espectáculo, ¿te espantarías o te haría feliz?

—Seguro que le encantará, porque ya te digo que se va a dedicar. En casa tengo un piano, antes, cuando tenía tiempo lo tocaba, ahora hace mucho que no. Y ella se pone a tocar, se aplaude y me mira para que la aplauda. Y como no lo hagamos, yo o cualquier persona que pase por su lado… espera el aplauso del público, así que Anita va a ser actriz, ya te lo digo. Seguro —ríe—. Pero va a ser lo que quiera, yo no le voy a decir si esto o lo otro, ella será lo que quiera ser.

—¿Sientes pena o resquemor porque Alessandro no haya querido conocerla?

—No siento pena ni tengo ningún resquemor. Alessandro y yo siempre estaremos unidos por lo más grande que puede unir a una pareja, que es un hijo, el amor por nuestro hijo y el amor de nuestro hijo por nosotros, y él que haga lo que quiera, yo lo acepto y lo respeto totalmente. Al cien por cien.

HOLA 4178 ANA OBREGÓN POSADO DEL VERANO EN MALLORCA
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"No siento pena ni tengo ningún resquemor. Alessandro y yo siempre estaremos unidos por lo más grande que puede unir a una pareja, un hijo. Él que haga lo que quiera, yo lo acepto y lo respeto totalmente"

—Hoy por hoy, ¿le darías una nueva oportunidad al amor o eso lo tienes descartado y desterrado de tu vida?

—Eso no existe, tú lo has dicho, eso está desterrado. Nada, ninguna gana, ni me lo planteo, ni lo busco, ni lo quiero. Ya tengo demasiado amor en casa con este angelito que tengo.

—¿Qué le pides a la vida para los próximos años?

—Lo único que pido es salud para Anita y salud para mí, para estar el máximo tiempo con ella, ya está. Pero con la tranquilidad de que el día que yo no esté va a estar rodeada de tíos y primos y económicamente todo organizado. Por mucho que Anita fuera el deseo de su padre, yo lo he meditado muchísimo, no es una decisión que haya tomado a la ligera, entonces, tiene este derecho tan bonito a vivir y va a tener una vida maravillosa. Es de lo único que estoy segura al cien por cien.

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