'As Bestas' consigue un retrato rural violento que me ha dejado sin respiración

Denis Ménochet y Marina Foïs en 'As Bestas' (Foto: A Contracorriente Films)
Denis Ménochet y Marina Foïs en 'As Bestas' (Foto: A Contracorriente Films)

El cine de Rodrigo Sorogoyen se ha caracterizado por su intensidad y nervio en historias que tenían mucho que narrar sobre los entresijos más turbios del mundo real, como bien demostró en aclamados thrillers como que Dios nos perdone, El reino o la serie Antidisturbios, entre otros trabajos. Por ello, las expectativas ante As Bestas, su nueva película situada en las profundidades de la Galicia rural, nos ponían ya en alerta de otra producción impetuosa con mensaje potente que no iba a dejarnos indiferentes. Y no ha decepcionado en absoluto.

Para que os hagáis una idea, As Bestas podría definirse como un Perros de paja español, una cinta sobre un enfrentamiento en un entorno rural violento y lúgubre donde las ideas de los residentes chocan con las de una pareja de franceses instalados en la zona. Su trama gira en torno a un proyecto de construcción de un parque eólico en plenos montes gallegos, un proyecto que los vecinos, que han vivido su vida en un ambiente empobrecido, ven como una oportunidad de oro para salir adelante. Sin embargo, los franceses, en su visión del campo como un lugar natural de reposo que debe ser respetado, se oponen a que este proyecto cambie para siempre la zona.

En esta colisión de ideas, se irá gestando una atmosfera violenta que poco a poco irá estallando hasta sus últimas consecuencias. No obstante, al contrario que otras películas del estilo como bien puede ser el clásico de Sam Peckinpah con el que la comparaba, Sorogoyen logra sorprender contando su historia con recursos poco habituales en este tipo de cintas. Y es que As Bestas se sostiene en su 90% con escenas de diálogos que huyen de lo explícito y gratuito, logrando mantenerte al borde de la butaca con conversaciones tensas y afiladas rodadas y escritas con tal nivel de nervio que se hace imposible no removerse.

Luis Zahera en 'As Bestas' de Rodrigo Sorogoyen (Foto: A Contracorriente Films)
Luis Zahera en 'As Bestas' de Rodrigo Sorogoyen (Foto: A Contracorriente Films)

La violencia atmosférica es tal que a ratos me lo hizo pasar fatal, especialmente en los encuentros directos entre el personaje del francés Denis Ménochet y de la pareja de hermanos gallegos que interpretan Luis Zahera y Diego Anido. Sientes que toda tensión va a estallar, que en determinado momento As Bestas va a derivar en un festín explícito y crudo donde nadie va a librarse de salir malparado. Sin embargo, esta tensión no explota, o no lo hace como podríamos presentir, traduciéndose en un ambiente tan cargado y violento que te transmite una incomodidad inmensa.

Pero lo mejor es el mensaje que hay tras esta exhibición de nervio cinematográfico. Y es que As Bestas no se posiciona hacia ninguna de las partes, sino que usa el conflicto para cargar brutalmente contra las consecuencias del capitalismo, relacionarlo los problemas que rodean al mundo rural y, de la misma forma que vimos en Antidisburbioscon los entresijos de los cuerpos policiales, tratar de entender cómo surge la violencia en estos lugares tan dejados de la mano de Dios. En este punto creo que comete el error de apoyarse en estereotipos extremos sobre el mundo rural, lo que puede que a gente cercana a estos entornos pueda generar rechazo ante la impresión de que trata de demonizarnos. Pero la intención de As Bestas no pasa por ahí.

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A lo largo de su metraje también se guarda sorpresas bajo la manga, como un giro de los acontecimientos hacia la mitad que, sin entrar en spoilers, lleva su historia hacia otros terrenos y temáticas desde la visión del personaje de Marina Foïs, la coprotagonista francesa de la historia. Hasta dicho momento se mantenía al margen, dejándonos ver la violencia aflorar desde un entorno puramente masculino. Esto pasa a examen en el último acto del metraje, dejando una conclusión que rompe con lo visto hasta el momento para hablar de la capacidad conciliadora de las mujeres o cómo estas también pueden arraigarse y normalizar la violencia masculina que impera en su entorno.

Y es que la inmensidad de As Bestas, tanto en su fuerte atmosfera violenta como en su amplitud temática, es tan enorme que es difícil no salir de su proyección abrumado y sin casi respiración. Pero en el mejor de los sentidos, porque hasta ahora creo que es la película española que más me ha impactado este año. Y mira que estamos en un año excepcional para nuestro cine en el que se hace muy difícil hacer estas afirmaciones.

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