Asperger: ¿discapacitados o genios?

Frecuente pero poco conocido (en los últimos 40 años ha aumentado mucho su prevalencia) este trastorno del neurodesarrollo se ha idealizado y aunque no conlleva un retraso cognitivo como el autismo “no es una enfermedad de genios”

A diferencia del autismo, el síndrome Asperger no acostumbra a presentar retraso cognitivo, ni en la adquisición ni en el desarrollo del lenguaje. (Foto: Getty)
El síndrome Asperger no acostumbra a presentar retraso cognitivo, a diferencia del autismo, ni en la adquisición ni en el desarrollo del lenguaje. (Foto: Getty)

Hoy se celebra el día Internacional del Asperger un trastorno incluido en el denominado Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) desde el año 2013, aunque fue reconocido por la comunidad científica en el año 1994.

El autismo es un espectro que abarca desde casos muy severos, incluyendo afecciones del habla y motoras, hasta el autismo de alto funcionamiento o Asperger.

Quienes padecen este trastorno de neurodesarrollo suelen tener problemas para una comunicación social normal y falta de flexibilidad de pensamiento y en el comportamiento, algo común a otros trastornos que se engloban como TEA y que afecta al 1 por ciento de la población mundial, unas 450.000 personas en España según la asociación Autismo Europa.

Estos trastornos afectan aproximadamente a 1 de cada 160 personas en Europa, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y son cuatro veces más frecuentes en niños que en niñas. (Foto: Getty)
Estos trastornos afectan aproximadamente a 1 de cada 160 personas en Europa, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y son cuatro veces más frecuentes en niños que en niñas. (Foto: Getty)

No es una enfermedad y, por lo tanto no tiene cura. En su tratamiento se combinan terapias e intervenciones que cubren las necesidades específicas de cada niño; no existe un tratamiento único y los profesionales coinciden en que la intervención temprana es la mejor fórmula para atender a las personas con este síndrome”, explica Mikel Pulgarín, presidente de APNABI, una asociación que integra a las familias de personas con TEA.

Actualmente, el diagnóstico de trastornos del espectro autista incluye muchas afecciones que solían diagnosticarse por separado e incluyen el trastorno autista, el trastorno generalizado del desarrollo y el síndrome de Asperger.

“En los últimos años, las películas y series de tv nos han ayudado (en cierta manera) a conocer y comprender estos trastornos, cuenta Ramón Cererols, ingeniero industrial y programador informático, además de persona con TEA, para quien “los perfiles que se han creado se alejan de la realidad” según refleje en este artículo.

 Tener áreas de interés limitadas. (Foto: Getty)
Los niños con Asperger reciben y procesan la información es diferente. (Foto: Getty)

¿Discapacitados o genios?

Las personas con este trastorno que cada vez se diagnóstica más (entre 3 y 5 personas de cada mil tiene Asperger) suelen tener un coeficiente intelectual normal, es decir que no existe discapacidad intelectual asociada y por supuesto, las personas con TEA tienen sentimientos, aunque los expresan de forma diferente”, explica la psicóloga sanitaria Cristina de Pablo, de la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil del Centro Sociosanitario Hermanas Hospitalarias de Palencia.

Además de tener dificultades para la comunicación afectiva, para interactuar socialmente y funcionar con patrones de conducta restringidos y repetitivos, las personas con TEA sufren híper o hipoactividad a determinados estímulos sensoriales, cuentan las psicólogas Laia Segura Marginet y Mireia Gràcia Blanes de la Asociación Asperger de Cataluña.

Esto quiere decir que tienen una excesiva sensibilidad a determinados sonidos, olores y texturas, y a veces, aunque es menos de la habitual, al dolor y a la temperatura. Lo cual les hace más vulnerables porque a los ojos de los demás pueden parecer unos locos o unos frikis.

Es importante señalar que no todos presentan el mismo número de características y su afectación tampoco es la misma.

Por otro lado, en el ámbito laboral, las cualidades de una persona con TEA pueden ser igual de positivas que las de una persona que no lo padezca, sólo que siempre necesitarán la supervisión y el apoyo de un profesional.

Sin embargo, puede ocurrir que debido a que son personas con un interés especial en determinadas áreas se les considere superdotados. De hecho, no es raro que sean sobresalientes en diversas áreas o que tengan habilidades extraordinarias debido a sus capacidades, pero esto está propiciado por sus intereses especiales, que en ocasiones pueden convertirse en obsesión como le pasó al estadounidense, Jason Padgett, que tras un desagradable suceso descubrió su pasión por las matemáticas.

Por tanto, no son locos, ni frikis ni tampoco son genios introvertidos, aunque aunque pueden existir casos en los que haya una comorbilidad con un diagnóstico de altas capacidades”, señalan las expertas.

Cuándo acudir a un especialista

El TEA es un trastorno que se desarrolla en edades muy tempranas. Los primeros síntomas se detectan entre los 24 y 30 meses.

Las principales señales de alerta en un bebé son: aparente sordera, falta de contacto ocular, falta de respuesta social, apego a rutinas, falta de interés en las relaciones sociales o dificultad de comunicación.

En los niños más mayores se identifica si muestra estos signos: no se comunica, no responde a su nombre, no tiene contacto visual, tiene rabietas desproporcionadas y/o presenta un juego repetitivo.

Para las familias supone un diagnóstico complicado y necesitan pasar por un periodo de adaptación, ya que una persona con trastorno del espectro autista necesita apoyo especializado para el resto de su vida. Estas personas con vulnerabilidad despiertan una mayor sensibilidad en las personas que conviven a diario con ellas.

¿Cómo puedes ayudarles?

Por supuesto es importante trabajar (profesionalmente) con el niño lo antes posible, pero hay unas pautas generales que todos deberíamos conocer:

  • Actuar con naturalidad.

  • Utilizar un lenguaje directo y sencillo.

  • Respeta tanto sus rutinas como su comportamiento (por extraño que parezca) sin culpabilizarle.

  • Y sobre todo, no des por hecho las cosas, ¡pregúntale! Las personas con Asperger son perfectamente capaces de explicar como prefieren que les ayuden.

¿Conocías este trastorno? ¿Crees que hacen falta más estrategias para la inclusión y participación en la sociedad de las personas con TEA?

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