‘Bebé reno’ está basada en una historia real: ¿esto nos da derecho a especular sobre los involucrados?
¿Pecó Richard Gadd, el creador de Baby Reindeer, de ingenuidad? Tal vez no era consciente de que su miniserie, estrenada en Netflix, causaría tanto revuelo. Tal vez pensó que podría enmascarar los hechos conectados con sus traumas para proteger a las personas involucradas. O tal vez esperaba más de nosotros.
El éxito de la serie de Gadd es impresionante: las buenas críticas y los elogios de boca en boca le han permitido permanecer en el primer lugar de las listas del servicio de streaming tanto en EE. UU. como en Reino Unido por más de dos semanas después de su estreno. En días recientes, sin embargo, la recepción de la serie se ha precipitado a su inevitable segundo acto: los detectives amateur han hecho su aparición.
La serie de siete episodios concluye cuando la acosadora de Gadd recibe una sentencia de nueve meses en prisión y una orden de alejamiento. El Gadd ficticio, un aspirante a comediante llamado Donny, es testigo de cómo se llevan esposada a Martha (Jessica Gunning), la mujer que lo aterrorizó a él y a sus seres queridos por cuatro años, y cuyo rostro está demacrado por la culpa. Se ha mantenido deliberadamente la imprecisión sobre si esto ocurrió en realidad.
Gadd siempre se ha negado a comentar sobre dónde está la Martha real hoy en día, y cómo llegó a su fin su acoso desenfrenado. Tanto en las ruedas de prensa sobre Baby Reindeer como en su anterior monólogo presentado en el festival Edinburgh Fringe y en el que relata su experiencia, solo ha dicho que el acoso terminó. El cómo no está claro. “Nunca quise enviar a prisión a una persona con un trastorno mental tan grave”, dijo Gadd a The Times este mes.
Para algunos, sin embargo, este no ha sido un punto culminante aceptable para la serie. A pesar de que Gadd insiste en que la Martha de Baby Reindeer es “diferente por razones legales” de su acosadora real, se han encontrado varias cuentas en redes sociales que supuestamente pertenecen a la mujer que inspiró el personaje. Twits antiguos han sido desenterrados por diversión. Las comparaciones entre el rostro de la mujer y el de Gunning se han vuelto virales.
Por otro lado, también se ha intentado identificar al hombre que violó a Gadd, en un episodio de agresión sexual recreado con una especificidad horrorosa en el cuarto episodio de Baby Reindeer y que Gadd exploró en su premiado monólogo Monkey See, Monkey Do en 2016. Luego de especulaciones sobre su posible conexión con los hechos relatados en la serie, Sean Foley, un actor y director, comunicó que debió recurrir a la policía ante publicaciones “difamatorias, abusivas y amenazadoras” dirigidas a él.
Gadd pidió detener esto en su cuenta de Instagram: “Personas que quiero, con las que he trabajado, y que admiro (incluido Sean Foley) están siendo el blanco de especulaciones injustas. Por favor no teoricen sobre quiénes podrían ser los personajes en la vida real. Ese no es el objetivo de nuestra serie. Con cariño, Richard x X”.
¿Por qué los espectadores sentimos la necesidad de hacer esto? Parece ser una respuesta automática a mucho de lo que ocurre en la cultura popular últimamente: el trauma es materia prima para crear contenido, las historias son un misterio por resolver, y el pasado de una persona provee pistas. Vimos esto en las reacciones a Quiet on Set, el reciente documental estadounidense sobre el abuso sexual y otros delitos cometidos en Nickelodeon y otros canales de televisión infantil. También es patente en las respuestas a las acusaciones de conducta sexual inapropiada contra celebridades de alto perfil como Sean “Diddy” Combs, y en los comentarios sobre la salud de Kate Middleton tanto antes como después de que anunciara su diagnóstico de cáncer. Muchas cuentas en las redes sociales prometen sacar a la luz más acusaciones perturbadoras, relatan experiencias de trauma de una manera tan exagerada que se vuelven barrocas y fantasiosas, y generan sospecha hacia las personas que deciden, por la razón que sea, no comentar. Quieren más víctimas, más acusaciones, más horror. Secuelas, secuelas y más secuelas.
Lo más deprimente es que mucho de esto se escuda tras un lenguaje de empatía. En lo que respecta a Baby Reindeer, existe la creencia falsa de que es bueno exponer a las personas invoucradas en el pasado de Gadd. Que llamarles la atención en línea por sus acciones es una especie de retribución kármica. Pero más allá del riesgo de que los especuladores se equivoquen y terminen acusando a personas inocentes de ser violadores y acosadores, este enfoque es profundamente cruel para el mismo Gadd. La serie se sumerge, de una manera abierta e incluso humillante, en sus peores experiencias. Intentar atacar a los involucrados envía el mensaje de que esto no fue suficiente: de que Gadd abordó su trauma de la manera equivocada. ¡Necesitamos nombres y fechas! ¡Rendición de cuentas en voz alta, pública, y a gritos!
Dicho esto, sería muy simplista culpar de esto solo a Internet. Aunque tal vez ninguna de las personas involucradas en Baby Reindeer podría haber predecido el éxito de la serie, esto no justifica del todo que nadie estuviera preparado para las especulaciones sobre la Martha real. La estrategia de Gadd ha sido evadir sutilmente las preguntas sobre ella en entrevistas. No sabemos quién era, dónde está ahora, y ni cómo quedó la relación entre ellos. Gadd ha dicho que varios detalles del caso fueron modificados para la serie y que solo eligió a Gunning porque capturaba “la esencia” de la persona real. Pero estas declaraciones son tan ambiguas que no sorprende que la gente esté intentando indagar más sobre la historia.
La inconsistencia entre las intenciones de Gadd y la respuesta del público se refleja también en la misma Baby Reindeer. El creador de la serie insiste en que desarrolló a Martha como un personaje compasivo, en contraste con la usual caracterización de las acosadoras en la televisión y el cine como “femmes fatales”. “Yo sentía que [la Martha real] era una persona vulnerable que genuinamente no lograba controlarse”, dijo Gadd a Variety. “Sufría de una enfermedad mental y quería reflejar eso. Sentía lástima por ella”.
Pero por el mismo hecho de que el punto de vista central de la serie está en Donny, Martha no está muy bien definida como personaje. Sobre ella sabemos lo mismo que Donny, por lo que no sería correcto decir que la serie relata de manera simultánea la historia de dos almas rotas. Nuestra empatía por Martha se debe por completo a la excelente interpretación de Dunning, quien logra moverse con gran habilidad entre la congoja, la desesperación y la violencia.
No hay mucho más a lo que podamos aferrarnos, al menos dentro de la misma serie. Mientras que Donny tiene un monólogo interno, y la oportunidad de reconocer su propia desconsideración y crueldad en cada episodio (en voz en off, se vapulea a sí mismo por haberse avergonzado de salir con una mujer trans, y reconoce que fue cómplice hasta cierto punto de las obsesiones de Martha, regodeándose en el hecho de que se había convertido en el centro de su mundo). Baby Reindeer nos permite ver todos los aspectos problemáticos de Donny y reprobar todos sus fallos. Martha no se nos muestra de una manera tan abierta. Sí, es una mujer dominada por su enfermedad mental, pero ante todo es una agresora perversa que ataca a la novia de Donny, le dice a sus padres que él está muerto, e invade la casa de su exsuegra. Diga lo que diga Gadd, la serie no es tan moralmente ambigüa como él parece pensar que es.
La duda sobre quién es el verdadero responsable, y la dualidad de Gadd como víctima de un terrible acto de acoso y al mismo tiempo creador de su propia mitología, producen una tensión que hace de Baby Reindeer una de las series más interesantes del año. Pero también exige que asumamos nuestra responsabilidad como espectadores, y que entendamos que esta no es una serie que se pueda simplificar. Gadd no creó un documental sobre crímenes reales, ni planteó un misterio que los detectives amateur deban resolver. Etiquetarla disminuye su impacto y perjudica a todos los involucrados. Pero especialmente a la mujer que (donde quiera que esté) no necesita que un ejército de extraños se burle de su cara y su cabello y le exija sentirse culpable y miserable por la que fue una de las peores etapas de su enfermedad mental. Gadd tiene todo el derecho a relatar sus experiencias y convertirlas en arte. Pero la Martha real también tiene derecho a que respetemos su privacidad.
Traducción de Sara Pignatiello