Benny Hill, el humorista inglés que conquistó al mundo, escondió sus miserias detrás sus personajes y apuró su propia muerte

Benny Hill, un artista que superó sus primeros fracasos y se convirtió en una exitosa figura de la televisión hasta que llegó su ocaso
Benny Hill, un artista que superó sus primeros fracasos y se convirtió en una exitosa figura de la televisión hasta que llegó su ocaso - Créditos: @Keystone

Benny Hill nunca cayó en la trampa del éxito . Con la suficiente cintura como para superar un rotundo fracaso sobre el escenario, sacudirse el pánico escénico y pasar por alto la crítica feroz de un director que ya nadie recuerda, llegó a la televisión cuando todavía era una novedad y creó un show que lo llevó a lo más alto de la industria del entretenimiento. Como una especie de rockstar del humor, la figura regordeta del cómico inglés superó las fronteras físicas y culturales de Gran Bretaña, se convirtió en una superestrella en el difícil mercado de los Estados Unidos y arrancó carcajadas en cada uno de los 140 países en donde se emitió. Incluso, logró que la cortina musical del programa -”Yakety Sax”- se convirtiera en sinónimo de comedia, aunque muchos no tengan idea de cómo se hizo tan famosa esa melodía. Pero la abrupta cancelación de sus guiones por ´sexistas´ y sus miserias escondidas durante tantos años detrás de sus personajes lo llevaron a una vida de excesos, que terminó con su muerte convertida en una grotesca postal, un final que él mismo apuró a conciencia.

Herencia de familia

El 21 de enero de 1924 nace Benny Hill, humorista y actor inglés.
Benny Hill nació el 21 de enero de 1924 como Alfred Hawthorne Hill

Benny Hill nació el 21 de enero de 1925 en la ciudad inglesa de Southampton como Alfred Hawthorne Hill . La habilidad para hacer reír fue, en parte, una herencia familiar: su abuelo fue payaso de circo y Alfie, su papá, se unió a la tradición hasta que, empujado por las obligaciones, decidió abrir una farmacia. De su infancia, se sabe que ya en la escuela sus compañeros disfrutaban de sus ocurrencias y que también logró ganar sus primeras libras esterlinas entreteniendo a apostadores con canciones populares. Convertido en un adolescente con ambiciones, cuando terminó la escuela comenzó a trabajar como repartidor de leche para ganarse la vida. También fue chofer y baterista hasta que pudo viajar a Londres en busca de fama y fortuna.

Ya en la gran ciudad, durante el verano de 1940, Hill consiguió trabajo en el departamento de utilería de una compañía de teatro. Poco después, como a la mayoría de los jóvenes de la época, lo llamaron para unirse al ejército, donde le tocó el rol de conductor y mecánico. Lejos de quedarse quieto, se las rebuscó para terminar en la Combined Services Entertainment, la compañía que se encargaba de entretener a las tropas con espectáculos de variedades. En ese momento, en honor al comediante Jack Benny, cambió su nombre al de Benny Hill, el personaje que lo llevó a la fama, su alter ego, pero también la alfombra debajo de la que escondió todos sus miedos.

Tras una pésima experiencia frente al público y la crítica despiadada de un productor -”Sos pésimo. Andate lo más rápido que puedas”, le dijo una noche de abril de 1951 luego de una actuación para el olvido en el teatro Empire, recuerda la biografía que escribió Mark Lewisohn-, Benny Hill viró y posó sus ojos, y su ambición, en la televisión. Además de ser el negocio del futuro, la incipiente industria le permitió escapar de las tablas, evitar la exposición y superar el pánico escénico. Hill, un hombre intensamente privado, cuidadoso en sus finanzas hasta el extremo y limitado sentimentalmente logró componer e interpretar un repertorio de personajes que no solo lo llevaron hasta la cima y lo salvaron del fracaso sino que, además, le permitieron esconder sus más profundas miserias debajo del vestuario.

De Southampton al mundo

Benny Hill desembarcó en la TV gracias a sus guiones y sketchs, esos que decidió comenzar a mandar a la BBC y que llamaron la atención de Ronald Waldman, uno de los directores de la cadena. El hombre, cautivado por el talento del actor y humorista, decidió darle una oportunidad en la cadena: así nació en 1955 El Show de Benny Hill, un programa repleto de gags de humor efectista y simplón, recursos grotescos y chabacanos, persecuciones, muecas y mujeres semidesnudas. Un humor, al parecer, universal.

A partir de ese momento, Hill se convirtió en una de las figuras centrales de la televisión inglesa y en la primera superestrella de la comedia televisiva, con algunas experiencias en radio y en la gran pantalla también: participó en Chitty Chitty Bang Bang (1968) de Ken Hughes y The Italian Job (1969), de Peter Collinson. Pero sus monerías no quedaron ahí: en 1968 dejó la BBC para llevar su show a Thames Television y en 1971 alcanzó su momento de mayor gloria, cuando con 21 millones de espectadores -sólo en Inglaterra- logró su récord de audiencia. La figura de Benny Hill se volvió popular en más de 140 países, entre ellos la Argentina, Angola, España, Nigeria y China, y el programa logró mantenerse en el aire durante 35 años.

Un público variopinto

Tras la cancelación del show, su salud se deterioró y sufrió un infarto en 1992
El show de Benny Hill se llegó a ver en 140 países - Créditos: @Bettmann Archive

El público fiel que logró construir Benny Hill con sus ocurrencias fue tan fiel como variopinto: del obrero al empresario, de la ama de casa al adolescente de risa fácil, todos disfrutaban de la hora del cómico inglés. También lo amaron artistas, colegas y figuras del periodismo de entretenimiento; Michael Jackson se declaró fan y fue clave en el ocaso de su vida; el gran actor Michael Caine fue un amigo muy cercano, Clint Eastwood y Frank Sinatra esperaban cada semana el momento de sentarse a ver su show y hasta Charles Chaplin, el mayor exponente de la comedia física que dio la humanidad, adoraba sus gags. Y mientras muchos críticos señalaban que Hill había logrado resucitar el slapstick, ese subgénero de la comedia en donde los protagonistas se golpean, corren, se caen, se cachetean y se tropiezan, de este lado del atlántico la estrella de la TV de los Estados Unidos Johnny Carson intentó varias veces sin éxito disfrutar de su humor en su propio show.

Pese a la fama, Hill se mantuvo al margen de las luces: poco se sabía de su vida y no solía mostrarse en público . Dentro de los gustos que tenía, su preferido era viajar: se lo solía ver por Marsella y amaba visitar Francia, donde se movía como pez en el agua. Dentro de Inglaterra, nunca abandonó el transporte público y él mismo se ocupaba de sus compras. Además visitaba con frecuencia su Southampton natal, donde mantuvo su casa de la infancia hasta el final de sus días y donde compartía chistes con los fanáticos que se acercaban a saludarlo.

Un joven Benny Hill
Un joven Benny Hill - Créditos: @Silver Screen Collection

Cambio de época

El principio del ocaso de Benny Hill llegó con un cambio de época. A fines de los años 80 los gustos de las audiencias comenzaron a cambiar y l os críticos empezaron a señalar que el humor de Hill se había quedado en el tiempo: era obsceno, sexista y políticamente incorrecto . Así lo entendió también la agencia que monitorea el contenido de la televisión pública británica, desde donde pidieron a la BBC que recortara los gags ofensivos, y las propias autoridades del canal, quienes decidieron cancelar el show en 1989 por sexista y por inducir al abuso sexual.

Sin poder entender de qué se lo acusaba, Hill se sintió decepcionado de los empresarios que años atrás habían confiado en él. “Fue retratado como un monstruo sexista, pero si realmente ves los espectáculos, fueron los hombres el blanco de su humor, que eran mostrados como inadecuados y siempre terminaban abofeteados. Las mujeres siempre terminaban con la ventaja”, recordó el crítico de televisión y amigo del cómico, Garry Bushell, en una nota para la BBC. “Es sorprendente que alguien con el talento de Benny fuera tratado como un paria. Fue el primer cómico en explotar todo el potencial de la televisión”, se lamentó luego. Si bien tuvo un breve regreso a la televisión, Benny Hill jamás se recuperó de ese golpe.

Benny Hill , en un sketch de su show, que con el tiempo recibió una lluvia de críticas y fue cancelado
Benny Hill , en un sketch de su show, que con el tiempo recibió una lluvia de críticas y fue cancelado - Créditos: @Steve Lewis

Ni amor ni fortuna

Poco se supo de la vida privada de Benny Hill hasta que Mark Lewisohn escribió “divertido y peculiar” y el periodista de espectáculos Craig Bennett lo retrató en su libro Las confesiones verdaderas de un chismoso desvergonzado. Era un hombre poco ostentoso, extremadamente tacaño y, a diferencia de lo que mostraba en pantalla, muy inseguro con el sexo opuesto como consecuencia de su imagen: se veía a si mismo desagradable y feo. Jamás se casó y no tuvo hijos.

Como era poco lo que se sabía de su vida amorosa, las especulaciones sobre su sexualidad comenzaron a correr: se llegó a asegurar que era gay e impotente, o las dos cosas al mismo tiempo. El problema de Hill, en efecto, era otro. Consultado sobre la razón de su soltería, le respondió al Daily Mirror con una analogía que nada parecía tener que ver con su realidad. “Es como trabajar en una fábrica de chocolate. Ves tantos chocolatines que al final ni las miras con atención. Además, yo no quiero una chica glamorosa, sino una que trabaje en una fábrica o en una oficina. Allí se esconden las guapas con sentido común”, desafió. Lo cierto es que el actor sí intentó conquistar -y llevar al altar- a varias figuras del espectáculo: en una oportunidad le pidió matrimonio a la actriz Annette André, quien de inmediato lo rechazó entre risas por creer que se trataba de otra broma, y un tiempo antes había rechazado a Doris Deal, aunque luego se arrepintió.

Benny Hill era muy inseguro a nivel personal y eso lo llevó a tener una vida amorosa llena de idas y vueltas
Benny Hill era muy inseguro a nivel personal y eso lo llevó a tener una vida amorosa llena de idas y vueltas - Créditos: @Antonia Hille

Además de sus problemas con las mujeres, el humorista tenía una relación conflictiva con la plata : pese a haber logrado generar una verdadera fortuna valuada en siete millones de libras esterlinas, tenía un miedo morboso a gastarla. En consecuencia, se entregó a una vida ridículamente austera: vivió en un piso alquilado junto a su madre hasta que ella murió -poco tiempo antes que él-; jamás se compró un auto, no tenía un chofer sino que caminaba o usaba el transporte público para ir a los estudios de la BBC y solo compraba comestibles cuando estaban en oferta. Además usaba la misma ropa hasta que la tela se rasgaba y reparaba sus zapatos con pegamento cuando se le despegaba la suela.

Una postal grotesca

Luego de varios intentos por volver a hacer reír, Benny Hill se recluyó, deprimido y sin un claro horizonte laboral, en su departamento de Teddington. Había terminado el verano europeo de 1991 y el cómico decidió, entre cuatro paredes, entregarse a los excesos. Lo que le siguió fue un infarto, un diagnóstico que tenía escritas las palabras “insuficiencia renal” y “obesidad mórbida” y la determinación consciente de no someterse a un bypass, según publicó el diario El País. “Había optado por apurar sus últimos días viendo la tele y atiborrándose de comida basura”, ensayó Dennis Kirkland, su agente, luego de que se conociera su muerte.

Sentado en un sillón, frente al televisor encendido, la mesa ratona repleta de platos sucios y comida chatarra, cartas sin leer y varios VHS desparramados por el lugar: así hallaron rígido y sin vida a Benny Hill el 22 de abril de 1992 en el living de su departamento alquilado. Lo encontró Kirkland, quien debió trepar por una escalera hasta su ventana porque el cómico no respondía el teléfono. El corazón de Hill había dejado de latir dos días antes. Su fortuna, esa que nunca pudo disfrutar por miedo a perderla, se la repartieron sus siete sobrinos, con quienes nunca tuvo una relación.