Bienvenidos a bordo: un taxista confundió a Hernán Drago con un personaje de la película Rocky

Un error lo comete cualquiera, es cierto, pero a veces las asociaciones son tan imprevisibles que terminan en sorpresa. Y algo de eso sucedió en el final del último programa de la semana de Bienvenidos a bordo.

Si el ciclo de entretenimientos, como se ha dicho más de una vez, es imprevisible, en su último tercio se vuelve aún peor. Con dos cortes comerciales casi unidos, la posibilidad de desarrollar un juego de mayor duración es imposible, así que cada noche, esos minutos finales llevan el producto al vértigo y a la improvisación, aún más que sus segmentos precedentes.

De la cabeza del conductor surgió hace pocos días crear una instancia en que sean los taxistas quienes puedan juzgar en algún momento a los famosos invitados. El recurso fue hacer bailar a las figuras como les salga, y que sea el concursante el que elija quién "le pone más onda". Este, entonces, será quien se lleve uno de los premios en disputa.

Del quinteto que estuvo la noche del viernes, el que brindó un espectáculo más completo fue Hernán Drago. Habitué y conocedor de los desafíos que impone el formato, el modelo sabe a qué atenerse y cómo reaccionar. De ahí que su baile fuera el más vistoso.

Pero no eran ni el conductor ni los televidentes quienes tenían la última palabra, sino el taxista Eduardo Segovia, que sentenció "a cara de perro" y con seguridad: "Se lo lleva Iván, Iván Drago, porque es muy real lo que hace. El resto es muy estructurado, lo de él es muy del barrio". Sin haber reparado (aún cuando Kaczka se lo marcó) que los nervios lo llevaron a confundir el nombre del argentino con el antagonista de Sylvester Stallone en Rocky IV, interpretado por el actor sueco Dolph Lundgren. Un traspié comprensible, al que Hernán debe estar más que acostumbrado.