Bisfenol A: el veneno que se esconde en tu ticket de la compra

El BPA es un químico tóxico derivado del petróleo que puede dañar la salud

El bisfenol A está en los tickets de compra de papel térmico, en productos plásticos y en enlatados (Foto:Getty)
El bisfenol A está en los tickets de compra de papel térmico, en productos plásticos y en enlatados (Foto:Getty)

El bisfenol A o BPA es un enemigo oculto en las actividades más simples y cotidianas. En su presentación formal, se trata de una sustancia química que está en esos ticket o recibos hechos con papel térmico que entregan cuando se hacen compras y que van cambiando con el pasar del tiempo pues la información que está impresa en ellos va desapareciendo paulatinamente.

Son esos tickets que acostumbramos a guardar en la cartera durante meses o que lanzamos en la bolsa de la compra junto con los alimentos, costumbres que definitivamente tienen que ver con el desconocimiento de su contenido tóxico.

Pero el bisfenol A no se consigue solamente en estos simples papeles.

El BPA, un químico derivado del petróleo, también está presente en muchos productos. Está en los recubrimientos internos de los enlatados, en botellas de plástico, en envases que guardan alimentos, en el equipamiento deportivo, en materiales dentales y también en ciertos componentes con los que se fabrican algunos biberones, entre otros artículos de uso común.

Es decir, está presente en muchos ámbitos de la vida de millones de personas pero generalmente se mantiene escondido.

A diario seguimos rutinas que suelen considerarse inocuas e incluso saludables como comer una ensalada de atún, limpiar la casa o llevar una lonchera al trabajo para evitar comer en la calle.

Resulta que la lata de atún, los envases de los productos de limpieza y los recipientes para guardar la comida que llevamos a la oficina, también tienen BPA.

Aunque parezca inofensivo, un alimento enlatado contiene tóxicos entre los que se incluye el BPA (Foto:Getty)
Aunque parezca inofensivo, un alimento enlatado contiene tóxicos entre los que se incluye el BPA (Foto:Getty)

El problema es que se ha demostrado que el BPA se puede desprender de esos productos de uso cotidiano, sobre todo cuando son expuestos al calor.

Entonces, el recipiente que introducimos al microondas, la lata que está expuesta a la luz solar, o el calor del cuerpo del humano que usa un casco de bicicleta hacen que se produzca la liberación del bisfenol A.

¿Y por qué esto es un problema? Porque el BPA es un tóxico y ya no hay dudas de esto. Diferentes estudios lo confirman y demuestran el vínculo entre el contacto frecuente con este químico y enfermedades graves, así como problemas de la vista, alergias de la piel e irritaciones respiratorias.

Un estudio publicado en la revista JAMA en 2020, concluyó que la repetida exposición a este químico que fue creado en un laboratorio, está vinculada a un aumento de la mortalidad por “cualquier causa”.

También apareció en la orina de personas adultas con enfermedades que se pueden evitar y se ha relacionado específicamente con la diabetes y la obesidad.

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El año pasado se señaló al BPA como particularmente “nocivo en el embarazo” por su potencial para promover un desorden hipertensivo a lo largo de la gestación y se ha alertado sobre el posible riesgo de otras graves alteraciones en la población en general.

Entonces, las mujeres embarazadas y madres de lactantes, deben estar particularmente atentas para no manipular tickets o recibos de papel térmico, deben revisar las etiquetas de los productos para confirmar si tienen o no BPA y evitar los enlatados y los alimentos o bebidas que vienen en envases plásticos.

Debido a que el Bisfenol A se comporta como un disruptor endocrino, tiene la capacidad de imitar el proceso hormonal de los individuos y generar trastornos como hipo e hipertiroidismo, trastornos en la fertilidad masculina y la ya mencionada diabetes.

Y no solo se trata de los trastornos directos que la exposición al BPA causa a los humanos, sino también los daños al medio ambiente debido a que este químico es un derivado del petróleo y contamina tanto como cualquier plástico.

Asimismo, los residuos de BPA entran a las aguas provenientes de las plantas de tratamiento, descarte de residuos de plástico, papel y metal.

Varios estudios han confirmado que los crustáceos, moluscos y anfibios, entre otras especies, son especialmente sensibles a la interacción con el bisfenol A.

El químico ruso Alexander Dianin fue quien sintetizó por primera vez el bisfenol A en el año 1891 y desde hace unos 60 años hay productos que se venden libremente en el mercado que contienen esta sustancia.

Entre 1940 y 1950 se determinó que el BPA podía usarse para fabricar plástico policarbonato y resinas que se aplican como revestimiento de latas de alimentos y hasta fines de la década de los 80 se pensaba que era una sustancia segura de la que no había necesidad de desconfiar.

Es necesario reconocer dónde están contenidos los químicos BPA para mantenerlos alejados de la población más vulnerable (Foto:Getty)
Es necesario reconocer dónde están contenidos los químicos BPA para mantenerlos alejados de la población más vulnerable (Foto:Getty)

La humanidad sintió entonces que la inclusión de plásticos y enlatados significaba evolución, y hoy en día muchos siguen elogiando sus virtudes moldeables aunque sean contaminantes.

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, EPA, tenía en 1988 un estándar de seguridad 25 veces por encima de los niveles que hoy en día consideramos dañinos para el uso del bisfenol A.

A fines de la década de los 90 se observa que la exposición a bajos niveles de bisfenol A puede dañar la próstata y los estudios que se empiezan a hacer desde entonces encienden las alarmas sobre el uso de este químico.

Comienza así la reducción de las dosis indicadas como seguras en los estándares de seguridad al confirmar el vínculo entre entre la sustancia sintetizada por Dianin y su efecto negativo sobre la próstata, los senos, la aparición temprana de la pubertad, la infertilidad y los entre otros efectos.

Los nuevos estudios y las revisiones han ido removiendo el BPA de muchos artículos y varios países han prohibido su uso en artículos infantiles y otros productos.

Por ejemplo, en el informe de evaluación del desempeño de la gestión de riesgos de Health Canadá de 2018 se deja claro que se ha eliminado por completo la exposición a bebés de BPA en productos como biberones y leche de fórmula, una política sanitaria que data de 2010.

En 2010 Alemania también “recomendó” limitar el uso del BPA en ciertos productos, incluyendo botellas de agua y el revestimiento de enlatados y bebidas debido a los hallazgos científicos que vinculan este químico con una disrupción endocrina, problemas reproductivos y de comportamiento.

En 2016 se presentaron los resultados de otros estudios en los que se relacionaba la exposición al BPA con la hipertensión y otras enfermedades cardiovasculares, lo que lo convierte en un químico vinculado al mayor problema de salud pública en el mundo.

Los alertas con respecto al bisfenol A no han parado de crecer y aunque se ha prohibido en muchos ámbitos, la sustitución del químico por otro menos dañino que haga su trabajo también se ha convertido en un trabajo difícil.

Muchos productos tienen ahora una etiqueta que asegura que es libre de BPA para que el consumidor se sienta seguro y sienta que está comprando un artículo sin tóxicos. Sin embargo, al parecer, un villano ha sido sustituido por otro.

La pregunta es ¿cómo están reemplazando el BPA los fabricantes de los productos que desde hace décadas se valen de este químico?.

Resulta que hay otros bisfenoles que han sido utilizados para reemplazar al BPA y se ha determinado que también son tóxicos.

Los recipientes de agua también pueden contener BPA o alguno de sus nuevos sustitutos (Foto:Getty)
Los recipientes de agua también pueden contener BPA o alguno de sus nuevos sustitutos (Foto:Getty)

Los fabricantes de estos productos que desde hace décadas se han servido del BPA tienen equipos de científicos que procuran conseguir el perfecto reemplazo para el químico.

No obstante, casi todos los sustitutos comparten la misma estructura química que es un bisfenol llamados BPS, BPAF, y BPF entre otros, que ya han sido analizados e identificados como tóxicos y la exposición a estos químicos se ha vinculado con problemas hormonales.

Lo ideal es chequear siempre la etiqueta de los productos (Foto:Getty)
Lo ideal es chequear siempre la etiqueta de los productos (Foto:Getty)

La presencia de tóxicos en el día a día de los habitantes del planeta es una preocupación constante para muchos y un desafío para los científicos que quieren crear opciones más amigables con el ambiente y la salud.

En cualquier caso, para evitar la exagerada exposición al BPA se pueden tomar las siguientes medidas que recomienda la Clínica Mayo:

  • Buscar la etiqueta en los productos. Los fabricantes están creando cada vez más productos que no contienen bisfenol A. Lo ideal es buscar productos que indiquen en la etiqueta que no contienen bisfenol A. Si un producto no lleva esta etiqueta, hay que tener en cuenta que algunos plásticos, aunque no todos, marcados con un código de reciclaje de 3 o 7 pueden contener el BPA.

  • Evitar el calor. No se deben introducir recipientes de plástico en el microondas o en el lavavajillas, porque el calor puede descomponerlos con el tiempo y permitir que el BPA se filtre en los alimentos.

  • Optar por alimentos frescos y enteros. Siempre que puedas, elige frutas y verduras frescas en su estado natural.

  • Preferir los envases saludables. Lo mejor es usar recipientes de vidrio, porcelana o acero inoxidable para alimentos y líquidos calientes en lugar de recipientes de plástico.

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