La noche que Salma Hayek no ganó el Oscar
En el año 2003 nos sentamos frente al televisor para ver a Salma Hayek pararse y recoger su primer Oscar como Mejor Actriz por su papel en Frida, pero nos quedamos paralizados cuando, en vez de la veracruzana, se levantó Nicole Kidman para llevarse la estatuilla.
Si el público se asombró, habría que verle la cara a Salma quien se quedó sentada, con las manos apretadas, donde seguramente tenía - todo arrugado - el discurso de agradecimiento, los ojos nublados y la sonrisa amarga del que se le escapa lo que más quiere en la vida… sin poder darse el lujo de llorar a gritos.
Salma era la favorita esa noche, todo el mundo esperaba verla cargar con el hombrecito dorado a casa… se respiraba en el ambiente a Frida, pero la Academia, que es especialista en ese tipo de sorpresas que dejan un mal sabor de boca, tenía otros planes y se lo dio a otra; pero esa noche era diferente, esa noche sí que dolió mucho, ya la fiesta estaba preparada, los mariachis esperando, el tequila servido y ¡paff!... para la casa a dormir.
The Hours, la película con la que ganó Nicole Kidman - en la cual compartió crédito nada más y nada menos que con Meryl Streep y Julianne Moore, quienes no fueron nominadas - aunque tuvo buenas criticas, no pasó a mayores; y no es que esté tratando de decir que Frida se convirtió en un clásico de Hollywood, pero al menos hoy en día muchos la recuerdan más que a The Hours… cuéntamela para ver si me acuerdo.
¿Qué pasó entonces?, pues lo de siempre, el premio Oscar es impredecible, nadie sabe nada hasta que no abren el sobre y dan el nombre del ganador.
No se puede analizar por ningún ángulo las dos interpretaciones para llegar a una conclusión y saber qué fue lo que determinó que Salma se quedara allí sentada viendo como, quizás, su única esperanza de ganar ese galardón se esfumada en el aire… solo se puede decir que igual que ella han sido muchos los que han pasado por esa experiencia amarga, y seguirán pasando.
El Oscar es el premio más importante en el mundo del cine, pero no es la estatuilla quien escoge con quien irse, son muchas manos, muchos criterios, muchas nacionalidades, muchas cabeza y muchos gustos diferentes que marcan las casillas con el nombre favorito, y 2 más 2 son 4… la matemática nunca falla.