En memoria de Mireya Escalante, mamá de Amandititita

Miss Mireya fue la maestra de inglés para muchos, la gran compañera de Rockdrigo para otros. La madre de Amanda Lalena “Amandititita” fue una mujer que pasó por varias etapas y llegó a la última con una gran alegría por todo lo que vivió, sufrió, experimentó y gozó. Mireya Escalante Pimentel luchó de forma estoica contra el cáncer de mamá, incluso lo venció y le ganó a la muerte un round, pero su tiempo se terminó y ahora su alma está en otro nivel. Por fortuna, dejó varias semillas.

Mireya fue (es) mi amiga. Compañera inquebrantable que siempre cargó con dos hijos para todos lados, a la tocada en la calle, al paseo en El Chopo, a rolar en las peñas-antros. A vivir por momentos de forma desordenada, pero también con un cariño inmenso hacia los seres que la rodeaban, porque ella extendió su concepto de familia hacia compañeros músicos, periodistas, poetas y tantos individuos que vimos sus diferentes formas de enseñanza, esa misma que de algún modo fue motor para tener en casa a dos artistas: Amandititita y su joven hermano, el pintor Luis Francisco Sánchez Escalante.

Su hija es muy reservada en cuestiones familiares, me permito traspasar un poco esa franja para recordar algunos momentos de esta mujer, que en varios sentidos estuvo involucrada en el rock. Uno de los mejores artículos que se han escrito sobre Rockdrigo salió de su corazón, en un amplio y documentado trabajo que se publicó en la revista Banda Rockera, al que amorosamente tituló: Mi vida con El Gorrión. Porque Rockdrigo, quien desde niño silbaba todo el día, era para sus seres queridos un gorrión.

Mireya se salvó de morir en el temblor que sacudió a la Ciudad de México en 1985, pues ya no vivía con Rockdrigo, pero el fruto de esa unión ya estaba en su vientre. Lalena nació meses después. Y fueron sus dos hijos las grandes satisfacciones de su vida. La señora, porque le gustaba que así le llamara, estaba plena, contentísima por el éxito de Amandititita y por el cauce que estaba tomando su vida.

Procuraba estar al tanto de todo, le interesaba que Lalena se involucrara en la creación literaria, recuerdo la emoción que sentía al mostrarme algunos de los incipientes escritos de su hija, quien apenas se alejaba de la adolescencia. No veía con tanto agrado lo que para Amandititita resultó una gran influencia, la del maese Guillermo Fadanelli. No obstante, respetaba las decisiones de su hija. Menuda cantante que a veces explotaba, por los reveses con la disquera, con la industria o contra su mismo éxito repentino, pero allí estaba Mireya para calmar las aguas.

Cuando se preparaba el programa televisivo de Mónica Garza, Historias Engarzadas, sobre Amandititita, me pidieron algún contacto familiar, se lo comenté a Mireya y me contestó: “Defiendo tanto mi actual espacio, sé que hay mucho qué hablar después de tanto tiempo, y de manifestaciones que se siguen dando, pero debo ordenar mis ideas, y saber qué parte debo compartir y qué parte es solo mía y de Rodrigo (González)”.

Mireya quería que se escribiera un libro sobre Rockdrigo, de hecho afirmaba que después de tanto tiempo sentía la presencia de él, que con veladoras, imágenes y demás señales le demostraba que estaba presente. Me pidió que yo escribiera el libro, que ella no quería figurar, que no pretendía que apareciera su nombre, pero que abriría su corazón y sus recuerdos para diseñarlo con la memoria ardiendo. Por supuesto que agradecí la deferencia, pero la conminé a que yo sólo acomodara las palabras y que el libro fuera de ella.

Un momento crucial en su vida fue cuando se enteró que padecía cáncer, unas horas antes de iniciar los preparativos para una cirugía sucedió el milagro, el tumor estaba encapsulado. Mireya estaba agradecida con Dios, a quien se acercó y estaba segura que fue su mano quien la había salvado. Un apoyo fuerte para ella fue la cantante Yuri, quien le transmitió mucha paz y un camino luminoso, así me lo llegó a decir Mireya, quien también me recomendó la lectura bíblica de Lucas 9:60 "que los muertos entierren a sus muertos".

Cuando Mireya se enteró que Rita Guerrero padecía cáncer, de inmediato se puso en contacto conmigo para expresar su interés para apoyar a Rita: “tengo el testimonio de muchos casos que se han sanado y es mi obligación ayudar a Rita, es un acto de agradecimiento”. Así se lo hice saber a gente cercana a Rita, por si requería de este tipo de ayuda. Así era Mireya, sumamente solidaria.

En la video columna que Amandititita tiene en sin embargo.mx esta semana la dedicó a la Casa Árbol de la Vida, “una institución que, sin fines de lucro, se dedica al cuidado de personas enfermas y abandonadas. Desahuciados de cáncer, de Sida, de esquizofrenia, entre otras muchas enfermedades…”

Lamentablemente la maestra de inglés, que en Tampico ocupó importantes puestos laborales, terminó su ciclo. Desde el amanecer del 6 de octubre, se empezaron a recibir las primeras condolencias en su Facebook. El próximo 18 de enero sería el aniversario 38 de la Yeya con Rockdrigo; siempre tuve la impresión que jamás se separaron. Mireya, El Gorrión ya no está solo. Luis y Lalena tampoco. Misión cumplida.