Hipsters: la moda de no ir a la moda
Los llamados Hipsters son difíciles de definir, salvo como los nuevos bohemios. Básicamente porque huyen de las definiciones masivas.
Como me dijo amiga Fabiola, a quien considero una Hipster: "Autodefinirse como Hipster es no ser un Hipster, justamente se trata de alejarse de las masificaciones."
Alguna vez alguien los definió como "mercenarios del estilo". Su forma vestirse revela un deseo de "consumir éticamente": evitan comprar ropa de marcas de corporaciones acusadas de injustas condiciones de trabajo, artículos de grandes multinacionales, y tienen una preferencia por las bandas de música y artistas de cualquier disciplina que se muevan en el universo indie.
Claro que todo esto puede ser, o puede que no siempre sea así. Van por la vida a su modo. Por eso, la subcultura Hipster es fundamentalmente una tendencia intelectual y artística, aunque también puede considerársela como una suerte de activismo social totalmente apolítico y bastante moderado.
Por supuesto siempre hay teóricos para todo, y aunque los Hipster odian considerarse una subcultura o una tribu, se los ha encuadrado como un movimiento postmodernista, con una particular tendencia a rescatar ideas y modas pasadas para descontextualizarlas, reinterpretarlas y aplicarlas a las tendencias actuales.
El término no es nuevo, por supuesto. La palabra Hipster viene de Hip, término usado en los años 40 por los músicos de jazz para describir a los seguidores de la entonces emergente movida afroamericana.
En "Jazz Scene", un libro publicado por Eric Hobsbawm en 1959, se los describe como un grupo que ha creado su propio lenguaje, la jerga Hipster, que les sirve para apartarse del resto de la humanidad. Los de aquellos años imitaban a los negros jazzeros en su forma de vestir, en el uso de un humor sarcástico, y en una vida de pobreza autoimpuesta. Obviamente, eran de izquierda en lo que a ideología política se refería, y sumado al resto, impactaron fuerte en la sociedad del momento.
En 2003, el libro de humor satírico de Robert Lanham, The Hipster Handbook, da cuenta de los Hipsters de la actualidad, muy distintos de aquellos de los años 40. Y ofrece, con mucha ironía, una lista de claves para ser un Hipster hecho y derecho:
1) Te graduaste en alguna escuela de artes.
2) Utilizas con frecuencia el término "post-moderno" (o su variación de uso común, "Posmo") como adjetivo, sustantivo y verbo.
3) Llevas una bolsa tipo morral, y un par de gafas usadas de carey, estilo Elvis Costello.
4) Tienes un amigo de derecha al que siempre te referirás como: "Mi amigo de derecha".
5) Tu pelo se ve mejor si no lo lavas diariamente, peinado con ayuda de la almohada.
Chanzas al margen, un Hipster es alguien con actitud social, que evita caer en el consumo de masas en cualquiera de sus formas. O sea, puede ir a ver una película Blockbuster, pero solo porque la considera una experiencia antropológica.
Nunca los verás en los barrios de moda, ni en los restaurantes de moda, ni en las universidades de moda. Y siempre su vestimenta tendrá un 70 por ciento de componentes vintage.
Y hasta tienen detractores. El periodista anti-hipster Christian Lorentzen, de Time Out Nueva York afirma que el Hipster moderno bebe de la cultura underground con una pesada dosis de ironía e hipocresía: "Sus estéticas son asimiladas -canibalizadas- en un repertorio de cosas sin sentido, de la cual el Hipster puede construir una identidad a la manera de collage o un playlist barajado en un iPod. Cualquier connotación ideológica queda descartada dejando únicamente apariencia y pose. Así, la ironía podría verse por algunos como una excusa para la hipocresía."
Tranquilo, Lorentzen, no parece que sea para tanto. Es propio de las nuevas generaciones marcar diferencias, ¿o no?
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