Jefes tóxicos
Quien no los conozca que tire la primera piedra. Son esos que constantemente reprenden a su equipo, que crean división donde debería haber armonía, que hablan a su gente pero jamás la escuchan. Jefes tóxicos, personalidades tóxicas.
Ellos socavan la energía de las personas, las tratan con menosprecio, se creen mejores que los demás, y son capaces de hacer naufragar una pequeña empresa.
Cómo descubrir un jefe tóxico
Si tú eres la dueña de un pequeño emprendimiento empresarial lo mejor que puedes hacer es deshacerte de estos personajes. A menudo, todo lo que tienes que hacer es caminar y abrir los oídos, porque tus empleados, fuera del estricto espacio laboral, seguramente hablarán de ellos. Y si no lo hacen sencillamente es por el miedo que éstos hacen reinar en el ambiente de trabajo.
Hay síntomas: ¿Ha habido casos en que varios individuos de la misma unidad que hayan dejado la empresa en un corto período de tiempo? ¿Los empleados en una sección particular estado usando toda sus vacaciones y más de sus días de enfermedad que el promedio? Si es así deberá tener una seria charla con el responsable…
Según la prestigiosa revista Forbes, hay cuatro tipos de jefes tóxicos:
1) El remolón: se pasa toda la semana invirtiendo su tiempo en tonterías y el viernes le da un ataque de pánico. Conclusión: todo el mundo deberá hacer horas extra para cubrir los baches del jefe.
2) La bomba de tiempo: todo ha sido realizado en tiempo y forma, pero cuando estás por agarrar tu bolso para irte a casa, se le ocurre una tarea de último momento. ¡Y esto ocurre todos los días!
3) El ególatra: parece que las reglas se aplican a todos menos a él. Nunca se le cae una idea, pero sin embargo suele hacerse con el crédito de todos los logros. Y las culpas de lo que sale mal, obviamente, es del ineficiente equipo de gente que le han dado.
4) El amigable: suelen ser bastante peligrosos, porque tienen una apariencia de corderos, pero la verdad es que son inoperantes y dubitativos a la hora de tomar decisiones; les falta confianza en sí mismo. Nunca intentes tomar decisiones por él, porque si las cosas salen mal te dejará mal parada y tendrás la responsabilidad de todo.
Mientras no se pueda cambiar la situación, más vale no ser reactivas. Respira profundo, y ocúpate de darle un profundo sentido a tu vida fuera del trabajo.
Artículos relacionados:
Cómo ser un mal jefe
La oficina, el segundo hogar
Sobrevivir a un mal jefe