El embarazo no siempre es una dulce espera
En el mismo momento que recibimos la noticia del embarazo, nos ponemos en contacto con la idea de recibir un bebé en la familia y bordeamos nuestra concepción y asunción del ser madre. Probablemente ésta haya sido unas de las decisiones más importantes de tu vida, tal vez una de las más esperadas y sin embargo siempre es acompañada con una sensación común de sorpresa, desorientación, incertidumbre y muchas veces de angustia.
Algunas mujeres se conectan con su embarazo desde el inicio, y otras necesitan transitar diferentes ritos: consultas con el médico, ecografías, análisis para consentir a este nuevo rol, que en general se termina de asumir cuando es el propio cuerpo quien lo manifiesta dando lugar a la aparición de la "panza".
Sí, tu cuerpo anida a tu bebé y estás, junto a tu pareja, asumiendo una gran responsabilidad.
Esto genera muchos cambios en lo personal y singular de la mujer y de la pareja misma. El embarazo es una etapa muy especial, con cambios físicos y anímicos, en los que la reacción de cada persona frente a la misma es diferente, y tiene relación con las marcas propias de la historia personal, con la re edición que cada una elabore de su imagen maternal y de su propia madre, de los ideales construidos desde pequeñas, de la modalidad vincular con la familia de origen y de la pareja, entre otras cosas. Asimismo el cuerpo del embarazo es vivid0o de maneras muy diferentes por las mujeres. Algunas logran sentirse bellas y se erotizan fácilmente. Otras no logran adaptarse y llegan a padecerlo.
Con todo ello se articulan los cambios que en general viven las mujeres durante el embarazo, cuya generalización nos permite llevar una luz que nos oriente en la comprensión de lo que nos sucede, con aquellos rasgos singulares de cada mujer, que hace de cada situación algo nuevo, diferente y único.
En el momento del embarazo y ante el nacimiento de un hijo, las mujeres se enfrentan con aquellos modelos que incidieron en su desarrollo. Lo que sucede con ellos varía desde tomarlos como referentes de lo que desean como rasgo propio, o para orientarnos hacia otros horizontes muchas veces opuestos o simplemente repetirlos sin ponerlos en cuestión, aún sin acordar con sus fundamentos.
Es por todas estas cuestiones que muchas situaciones cotidianas están teñidas de angustia y de culpa, acompañadas con la pregunta principal de este proceso: "¿seré buena madre?"
El impacto particular del saberse madre, que un nuevo ser depende en principio en exclusiva de ella, saber que es un cambio para toda la vida, sumado a la lista de exigencias a las que las mujeres de hoy se ven enfrentadas, provoca muchas veces estados angustiosos desde el embarazo mismo.
Como vemos, las exigencias se multiplican, la incertidumbre nos acompaña, asistimos a un cambio de modelo de mujer: tan atenta a su familia como a sí misma, y ello angustia porque sabemos que es difícil el desafío que nos espera.
Para transitar este tiempo de incertidumbres es importante darte tiempo y aceptar sentirte así durante cierto tiempo, tratar de hablar de lo que sentís, compartir con tu pareja tus sentimientos y guiarlo en lo que necesitás para sentirte mejor y si fuera necesario consultar con un profesional.
Es esperable que transitando todas estas emociones y conociendo estos procesos -y para ello la naturaleza nos ofrece por lo menos 9 meses- la llegada del pequeño nos encuentre en sintonía, atentas a nuestra singularidad y a distancia de los ideales que nos imponen sentir de determinada manera, para encontrar nuestra propia manera de vivir la maternidad.
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