Ser mujer y ser madre: roles en conflicto
En el momento del embarazo y nacimiento de un hijo, las mujeres se enfrentan con aquellos modelos cercanos que incidieron a lo largo de su desarrollo. Desconociendo muchas veces esta incidencia se encuentran sin poder despejar cuál es su propio criterio al respecto. Es por ello que gran parte de las decisiones cotidianas están teñidas de angustia y de culpa cuando de lo que se trata es de articular el nuevo rol al que se accede: ser madre, con su ser mujer.
Este proceso trae aparejado muchas veces un cuestionamiento de las relaciones de pareja, una modificación de la imagen de sí y del otro, nuevas modalidades de contratos conyugales con algunos hombres que acompañan y con otros que intentan resistirse, con desaprobaciones de las generaciones anteriores que observan lo que sucede con sentimientos ambiguos: recordando sus propias quejas de antaño, intentando comprender los deseos de independencia y desarrollo personal.
¿Por qué estos roles entran en conflicto?
Por muchos años, se sostuvo la idea de MUJER = MADRE, dejando por fuera de esta manera a la mujer como una persona singular, con sus propios deseos, objetivos, ya que es muy diferente decir que para ser madre se necesita ser mujer, que decir que para ser mujer es necesario ser madre: se es mujer siendo o no madre, porque la madre tampoco abarca toda la mujer. Existen en la actualidad otros centros de interés más allá de la maternidad, no continuamos la historia definida por Simone de Beauvoir (1949), al decir "Desde la pubertad hasta la menopausia, la mujer es sede de una historia que se desarrolla en ella y que no le concierne personalmente".
Las mujeres estamos comenzando a advertir que si bien la maternidad deseada puede hacernos felices, no es verdad que esto sea así siempre y para todas igual. Es por ello que actualmente estos roles entran en conflicto, generando en las mujeres que los desempeñan confusión, angustia y culpa, y a sus compañeros muchas veces incomodidad, desorientación y resistencia, sentimientos propios de un cambio de modelo.
Son varias las condiciones que posibilitaron este viraje de la mujer hacia un campo distinto del que sólo tenía a la maternidad y a las tareas domésticas como sus ejes centrales: la autonomía económica lograda, el cambio de jerarquización de la maternidad ya no como única actividad de la mujer y el cambio de perspectiva de la sexualidad femenina, entendida como un viraje desde la pasividad hacia la autonomía erótica y la sexualidad como fuente de placer y no solo con objetivos de procreación.
Hoy en día muchas mujeres trabajan, ganan dinero, estudian, buscan su propio placer, pero organizar sus vidas más allá de la maternidad se vuelve a veces un camino difícil, de "transgresiones", de culpas y de sobre exigencias.
Nuestros hijos necesitan como madres mujeres felices.
Para ello tengamos en cuenta:
- Preguntarnos por nuestros propios deseos y objetivos, despejándolos de los mandatos que a veces reproducimos aún sin cuestionar.
-Tratar de repartir equilibradamente el tiempo entre nuestros hijos y nuestras actividades.
-Poder delegar tiempo y tares en relación a nuestros hijos, en personas que nos inspiren confianza.
-Si algo sale mal saber afrontarlo y tener presente que también es bueno que una madre "no lo pueda todo".
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