¿Cantidad o calidad sexual?
Una, dos, tres veces por semana parece ser una frecuencia sexual más que razonable para cualquier adulto. Pero hay parejas que lo hacen cada quince días o un mes y parecen ser felices. Aunque es difícil imaginarlos confesándolo ante sus más íntimos amigos. Socialmente, tener menos sexo que el promedio de los mortales es sinónimo de crisis, vejez, depresión, infidelidad.
Así como un chimpancé hembra se aparea 135 veces y un león de la sabana africana llega al clímax 500 veces, aunque sólo durante los tres meses que dura el período de apareamiento, el ser humano tiene sexo con otro al menos 1,5 veces por semana aunque puede hacerlo en cualquier época del año y a cualquier hora del día. Pero, ¿cuánto importa la frecuencia? ¿Hay alguien que prefiera hacerlo mucho y mal?
Sobre la calidad del sexo, hay que tener en cuenta que perfeccionar su práctica requiere de un entrenamiento personal y de dos. Y que no es lo mismo cómo lo practica una pareja que recién se conoce que otra que ya sabe qué le gusta al otro y, sobre todo, qué prefiere hacer y que le hagan en la cama.
Lo que sí es determinante en la frecuencia sexual de una persona es la disponibilidad del compañero. Según un estudio realizado por la empresa de preservativos Durex, las parejas que conviven —con 131 actos sexuales al año— son más activas que los casados formalmente, que sólo practican el sexo 85 veces al año. Mientras que los solteros —con 64 actos anuales y contra todos los pronósticos— son los menos activos sexualmente.
Pero la cantidad de veces por semana que tenemos sexo también puede estar señalando una patología. Martin Kafka, especialista en adicciones sexuales, creó una unidad de medida llamada TSO (Total Sexual Outlet) que corresponde al número de orgasmos experimentados en un período de tiempo determinado. Se considera adicto al sexo a aquel que posee un TSO de entre siete y ocho orgasmos por semana durante un período de tiempo de seis meses a un año, y que no tiene en cuenta de qué manera consigue los orgasmos y cuánta satisfacción le generan.
Así como ésta parece ser la medida de la adicción al sexo, todo indica que el celibato estaría en la antítesis patológica. Sin embargo, no existe ningún estudio científico que pruebe que aquellos que optan por la castidad sufran trastornos psicológicos. Aunque ya sabemos cómo puede ser la felicidad de alguien que le ha perdido el gusto al chocolate…
¿Qué priorizás a la hora del sexo? ¿Cantidad o calidad?
@BalaguerAdriana
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