¡Descontrólate!
Hace unas semanas acepté colocarme un arnés y bajar una montaña colgada a cien metros de altura. Juro que lanzarme para recorrer el primer tramo de quinientos metros no fue fácil. Realmente tenía miedo (¡si soy de las que no se suben a una montaña rusa!) pero una vez que estuve en la base, moría por repetir la experiencia. No sólo me había gustado sino que ahora quería corregirla, quería soltarme realmente.
El debut me había impedido relajarme, había hecho toda la travesía quietita, agarrada de mi correa, atenta al cable de acero del que pendía mi vida. Los guías y algunos de mis compañeros de aventura, en cambio, habían liberado sus manos y habían hecho largos tramos acostados en la nada misma, gritando como desaforados y solo sostenidos de las piernas. ¡Casi volando!
Lo que sucedió a cien metros de altura, tiene que ver con mucho de lo que vivo en el día a día, al ras del suelo. Vivimos tratando de tener todo bajo control, queremos tener la máxima seguridad en todo. Es más, sufrimos si las cosas no suceden como las teníamos planeadas. Pero, ¿se puede vivir así? ¿qué control real podemos tener sobre las personas, el tiempo, el futuro o el amor?
En su libro ¡Descontrólate!, el psicólogo Xavier Guix asegura que existen muchas experiencias a las que llamamos miedo, porque no encontramos otra palabra que describa esos estados de desconfianza o inseguridad que podemos sufrir. Y que solo tiene sentido sufrirlo cuando la amenaza es real y no producto de nuestra mente (inseguridades e inexperiencias).
Guix distingue tres tipos de miedo: los reales (existe una amenaza visible); los psicológicos (pueden ser construidos por nosotros cuando anticipamos situaciones que podrían ocurrir o recordados, que son los que nos retrotraen a situaciones ya vividas que tememos vuelvan a ocurrir). Y los miedos existenciales como el miedo a la muerte o a no encontrarle sentido a la vida.
Para zafar de este miedo innecesario, para poder descontrolarnos y sentir sin trabas, aquí van algunas pautas sugeridas en este libro:
- Encontrar el origen del miedo. Descubrir los mecanismos de control que desplegamos e intentar flexibilizar nuestra vida.
- Respirar hondo ayudará a deshacer nudos emocionales, a relajarse. Si necesitas llorar o enojarte, no lo inhibas.
- Reconciliarse con el pasado y aprender a darle sentido al presente.
- Despegarse de las cosas y las personas para poder echar a andar.
¿En qué cosas te gustaría poder "descontrolarte"?
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