El mito del champú
¿Alguien puede pensar a esta altura del siglo XXI en abandonar el champú? Sobre todo después de años de crecer a su lado. De usarlos de manera cotidiana. Hasta de encariñase con él…Bueno, ayer me tocó leer un blog que abundaba en críticas a esa sustancia viscosa y perfumada que según la publicidad es capaz de convertir una cabellera encrespada y opaca, en un cabello sedoso y brillante, digno de una modelo.
En "Acapulco 70, periodismo de pijama party", así se llama el sitio informativo en la web que me puso "los pelos de punta", se fundamenta con mucho profesionalismo que los champúes son ricos en "tensioactivos", que el más común se llama Lauril Sulfato de Sodio, y que una de sus principales características, además de generar espuma (para sacar la grasa del cabello), es que irritan todo lo que tocan, de los ojos al cuero cabelludo. Y sigue el post con malas noticias en torno a los peligros de las sales y alcoholes que encierran estos majestuosos tarros de plástico. ¡Danger!
También dedica unas líneas a la silicona de los acondicionadores…Dice que solo se logra sacarla con un detergente fuerte. Y por eso propone usar primero la crema y después, sin enjuagar, el champú, que debe ponerse en pocas cantidades. Sí, han leído bien, a la inversa de lo que hacemos día tras día desde que tenemos uso de razón.
Pueden hacer el intento, nada se pierde, y por ahí hasta logran que se les transforme la melena y la vida. En lo personal, soy de las que a esta altura del recorrido, no está dispuesta a cambiar ciertas rutinas. Si también dejamos de ponernos desodorante porque irrita las axilas y el aerosol agranda el agujero de ozono, y descartamos la depilación por si las moscas… ¿en qué nos convertiremos? Además, ¿no es lo que tenemos adentro de la cabeza (y el corazón) lo que importa?
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